Class One: un reglamento para unificarlos a todos
Poca gente hubiera dicho que tres campeonatos tan distintos como son el Super GT, Mundial de Turismos y DTM podrían tener en unos años muchas cosas en común. No son nuevos los planes de tratar de hacer un reglamento unificado entre la competición alemana y la nipona, es algo que se lleva discutiendo desde hace años y por el momento no se vislumbra una fecha clara de debut.
Ahora es el WTCC el que se ha unido a esta posibilidad, llegando a asegurándose que es una de las opciones de futuro del Campeonato del Mundo de la especialidad. Lo cierto, es que con la salida de Citroën y la perdida de Pechito López y Sébastien Loeb en dos años consecutivos, las series se han quedado algo huérfanas en cuanto a protagonismo y por ahora, la única entrada de Volvo nos vuelve a dejar en una lucha a tres bandas entre la formación sueca, Lada y los grandes favoritos a heredar el cetro de mando, Honda.
El poco interés que ha suscitado el reglamento TC1 entre los fabricantes y la superioridad ejercida por la firma de los dos chevrones durante estos últimos tres años, parecen haber hecho replantearse la situación a Eurosport Events, promotor del WTCC, y a la FIA. Tanto como para llegar a plantearse la adopción de una normativa técnica que sobre el papel es diametralmente opuesta a la que se espera que se adopte con el llamado Class One. Y es que los actuales protagonistas del campeonato intercontinental de turismos son modelos con motores 1.6 turbo de tracción delantera y con una carga aerodinámica incomparable con la que actualmente cuentan los DTM o los Super GT.
En cambio, el reglamento que se encuentran diseñando en colaboración entre ambos campeonato y que el Super GT ya está preparando sus primeros coches bajo dicha normativa, obligaría a todos los fabricantes a montar motores 2.0 turbo e incluso establecer ciertos parámetros comunes como los principales elementos aerodinámicos, peso o tipo de transmisión que permitiera competir a las marcas de los distintos campeonatos en igualdad de condiciones.
En el caso de BMW, Mercedes-Benz y Audi, todas ellas ya han dejado claro que no están dispuestas a implementar estos nuevos propulsores antes de 2019, mientras que la temporada 2017 ya supondrá un buen recorte en los presupuestos al acordar las tres marcas el reducir sus plantillas actuales en el Deutsche Tourenwagen Masters a sólo seis coches, dos menos de los que han tenido durante este año.
Si finalmente las dos series nacionales y la intercontinental deciden unirse, como muy pronto en 2019, un año después de que en teoría esté previsto el cambio en la normativa del WTCC. Nos encontraríamos en una situación similar a la del ITC de los noventa, con coches que podrían competir de un extremo a otro del planeta y con fabricantes que podrían correr allí donde buscaran introducirse en mercados estratégicos. Aunque sigue sonando poco plausible que fabricantes como Lada o Volvo estén dispuestos de nuevo a destinar de nuevo una importante partida presupuestaria a adaptarse a un reglamento poco estable y que tampoco tiene el 100% de garantías de éxito.
Obviamente serían otros muchos los efectos secundarios que traería una decisión de estas características, con la desaparición implícita de equipos independientes o la pérdida de ese factor X que se supone que tienen tanto el Super GT o el DTM que los hacen tener en ocasiones incluso más atractivo a pesar de no contar con la vitola de ser un Campeonato del Mundo organizado por la FIA. También es cierto que la irrupción del TCR International Series y todos sus campeonatos satélites ha restado cierto protagonismo aunque en un principio ambis campeonatos no estaban ideados con el mismo fin.