Desde hace un año, en casa de Fabiola Morales no entran más que los 430 euros al mes que cobra de paro. Algunos meses, el padre de sus dos hijos le ingresa 300 euros más, "pero no siempre lo hace". Con ese dinero debe sobrevivir ella, su hija Paloma de 15 años y su hijo Santiago de 13 y, además, hacerse cargo de una hipoteca de 600 euros y los gastos de agua, luz y gas. Una aritmética imposible.

"Estamos en proceso de desahucio porque he dejado de pagar la hipoteca. Ahora no pueden hacer nada por la pandemia pero luego no sé qué voy a hacer", cuenta esta madrileña.

Fabiola tiene 40 años y hace 5 que se separó del que fue su pareja durante 14 años, tras sufrir malos tratos. Cuando la despidieron, hace cerca de un año, trabajaba como encargada de un bar. "Cobraba 800 euros al mes y cada día curraba entre 12 y 13 horas, pero solo me tenían dada de alta por tres. Sabía que estaba mal, pero tampoco podía luchar por un contrato digno porque me daba miedo que me despidieran. Cuando me echaron y pedí el paro se me quedó en nada", cuenta.

Cada semana, Fabiola se acerca a La Trinchera, una despensa solidaria de los vecinos del bario de Vallecas, donde vive, para recoger un lote de comida. "Hacen una labor excelente. Muchísimas familias hemos podido comer gracias a ellas”, dice. Desde que empezó la pandemia, la plataforma ha distribuido más de 2000 lotes de comida a familias en situación de vulnerabilidad. "Somos muchos los que necesitamos ayuda", reconoce.

El de Fabiola es uno de los 850.000 hogares que, según estima el Gobierno, recibirán el Ingreso Mínimo Vital (IMV). Desde este lunes, las familias en situación de vulnerabilidad pueden pedir esta ayuda que irá desde un mínimo de 462 euros hasta un máximo de 1.015 euros. Fabiola es, además, parte de otra estadística: la de los hogares monomarentales que recibirán el ingreso y que representan un 16% del total. Cerca de 136.000 familias estarían en esta situación.

La culpa es de la precariedad. "Las mujeres siguen siendo las que acumulan más contratos precarios: temporales, a tiempo parcial y peor pagados. Cuanto más feminizado está un sector más bajo es el salario/hora”, explica Olga Cantó, economista y una de los autoras del informe Necesidades Sociales en España, del Observatorio Social la Caixa, publicado este mes.

El documento señala a los hogares monoparentales como los que "mayores carencias y desventajas acumulan". Y, cuando estos están encabezados por mujeres, "la situación se agrava severamente". "Su riesgo de pobreza es mucho más elevado que el de otros hogares. Uno de cada dos hogares monomarentales estarían por debajo del umbral de pobreza. En los demás, esta cifra baja a uno de cada cuatro", destaca la economista.

La 'paguita'

Desde que se ha quedado en paro, Fabiola no ha parado de buscar trabajo "pero no he conseguido nada y, ahora, con la pandemia, todavía peor". Durante todo este tiempo nunca ha bajado los brazos – "he trabajado de lo que he podido"- y por eso se indigna cuando algunos insinúan que la gente que cobre el IMV dejará de querer trabajar. De hecho, una de las condiciones para poder percibir la ayuda si se está desempleado es estar inscrito como demandante de empleo.

"Esas personas que van hablando de la ‘paguita’ no saben lo que es no poder pagar la luz a final de mes, o bañar a tus hijos en ollas porque no tienes para gas en pleno invierno", lamenta Fabiola. "La ‘paguita’ la usamos para eso, para pagar la luz y poder salir adelante. Esa gente no sabe lo que es pasar necesidad, porque si lo supiera, si supiera cómo vivimos, no hablarían de esta manera".

Fabiola Morales tiene dos niños a cargo. Esteban Palazuelos

"Muchas veces me he ido andando dos horas a una entrevista de trabajo porque no tenia ni dinero para comprar el bono de metro. Ahora nos dan una ayuda y en seguida nos dicen que no queremos trabajar… Claro que queremos trabajar. Muchos no hemos tenido la oportunidad de estudiar pero eso no significa que no valgamos. ¿Los que hablan de la paguita querrían vivir de ella? Pues eso, nosotros tampoco”, zanja.

Para Carmen Flores, presidenta de la Federación de Familias Monomarentales (FAMS), se trata de un apoyo "como el mismo nombre lo indica, vital". "Hay muchas mujeres que se han quedado sin trabajo, otras que ya estaban en paro y con el cierre de los colegios no han podido seguir buscando porque no tienen a quién les cuide los niños, y otras que aunque estén trabajando, no cobran lo suficiente. Algunas, si pueden, se apoyan en redes familiares pero sin ellas no podrían salir adelante”, añade.

Precariedad

Es el caso de Paula (nombre fictício), de 48 años. En marzo, justo antes de que fuera declarado el estado de alarma consiguió un trabajo a media jornada por el que cobra 500 euros al mes. Madre de dos mellizos de 4 años, dice que sólo llega a fin de mes por una situación de excepcionalidad. "No tengo que pagar alquiler porque la casa es de mi padre y, además, él me ayuda con algunos gastos, si no, con dos niños, sería imposible”, cuenta. “La gente siempre se piensa que hace falta estar en la pobreza extrema para necesitar estas ayudas y no es así”.

Paula es pedagoga y trabaja desde hace más de 20 años en el sector de la cooperación internacional. Durante mas de 10 estuvo en Panamá, donde trabajó como técnico de proyecto de una ONG. Cuando volvió a España, un año después de tener a sus mellizos, la situación se torció. "Creía que iba a ser más fácil encontrar trabajo aquí pero desde entonces sólo he tenido contratos precarios".

Por ahora, Paula vive en Gijón y tiene contrato hasta septiembre. Después no sabe qué pasará. "El IMV por lo menos me va a dar una tranquilidad para poder buscar trabajo y pagar a alguien que cuide a mis hijos mientras busco. Porque la gente no piensa estas cosas… para que yo busque trabajo necesito dejar a mis hijos con alguien. Las guarderías cuestan dinero, una cuidadora cuesta dinero… sin ingresos es imposible. ¿Con quién les dejo para buscar trabajo?”, pregunta.

Esta es la otra crisis que la pandemia provocó, además de la económica, una crisis de cuidados que, en el caso de las familias monomarentales, agrava todo lo demás. "No tienen a nadie que pueda echar una mano cuidando a los niños, su familia extensa es más corta y esto, en situaciones de dificultad económica, merma sus posibilidades tanto de trabajar, como de buscar trabajo”, explica Olga Cantó.

Varias entidades internacionales como la Organización de las Naciones Unidas o la Organización Mundial del Trabajo han señalado por diversas veces que la crisis se cebará con más fuerza con las mujeres. Por la precariedad de sus contratos, por la tasa de feminización de los trabajos que más sufrirán la crisis y por el nivel de cuidados que asumen siempre ellas. Para algunas esto podría significar una situación de carencia de la que es muy difícil salir.

Por ahora, a organizaciones como la FAMS llegan pedidos de orientación a la hora de solicitar el IMV. "Estamos intentando ofrecer todo tipo de información sobre cómo tramitar el ingreso y ayudar en lo que podamos. Hay mucha inseguridad y muchas de estas familias tampoco tienen acceso a internet en sus casas por lo que es más difícil acceder a ello por la vía telemática”, cuenta la presidenta.

Fabiola está en tramite. Reconoce que "el papeleo es complicado", pero espera poder cumplimentarlo todo a tiempo para empezar a recibir el IMV aún este mes y, poco a poco, recomponer su vida. "Que la gente tenga un poco de empatía", pide. "Todos queremos tener una vida digna, todos queremos trabajar. Ojalá podamos hacerlo, a nadie le gusta estar mendigando".

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