Alexandria Ocasio-Cortez ha emitido un discurso feminista inolvidable -crudo, directo, sin sentimentalismos, acusador y didáctico, por qué no- para defenderse de los insultos que el congresista republicano Yoho le espetó al salir de una de sus reuniones. Así mismo lo ha relatado ella, lenta y segura: “Hace dos días, estaba subiendo los escalones del Capitolio cuando el congresista Yoho dobló la esquina acompañado del congresista Roger Williams y me abordó en las escaleras”, arranca.
“Estaba en mis cosas, subiendo los escalones, cuando el congresista Yoho me puso el dedo en la cara y me llamó ‘repugnante’, dijo que estaba ‘loca’ y ‘fuera de mí’, y, además, me llamó ‘peligrosa’. Luego dio unos pasos más, y, cuando le advertí que estaba siendo grosero, se relajó y dijo ‘sí, soy grosero, me estás llamando grosero’”, continúa. “Di unos pasos más y emití mi voto, porque mis electores me envían aquí todos los días para luchar por ellos y para asegurarme de que puedan tener un techo sobre las cabezas, de que puedan alimentar a sus familias y llevar sus vidas con dignidad”.
Pero el desagradable episodio no acabó ahí. “Cuando subió, ya enfrente de los reporteros de prensa, el congresista Yoho me llamó ‘maldita puta’. Esas son las palabras que pronunció contra una mujer del Congreso, una congresista que no sólo representa al distrito 14 de Nueva York, sino a todas las congresistas y mujeres de este país, porque todas, todas, hemos tenido que lidiar con esto de una u otra forma en nuestras vidas”, alegó.
Además, contó que, tras la reyerta, Yoho intentó tristemente justificar su actitud aludiendo a la “intensidad” del debate previo y recordando que él también tiene “una esposa y dos hijas”. Eso fue lo que más irritó a Ocasio-Cortez: el hecho de que Yoho usase la excusa de que tiene mujeres en su familia para no hacerse cargo de su conducta. Eso fue lo que la hizo decidirse a contar el incidente en público. “Yo también soy hija de alguien”, lanzó, como una forma de recordar que el concepto de “familia” no pertenece únicamente a los republicanos.
“No necesito que el representante Yoho se disculpe conmigo. Claramente él no quiere. Claramente, cuando se le da la oportunidad, no lo hace y no me quedaré despierta hasta tarde en la noche esperando una disculpa de un hombre que no tiene remordimientos por usar un lenguaje violento y abusivo hacia las mujeres”, subrayó. Aprovechó para criticar la normalización de los insultos y explicó que forma parte de una estructura, de un patrón, de un auténtico sistema donde la violencia verbal parece estar permitida o, al menos, tolerada, de los hombres poderosos hacia las mujeres.
“No fue solo un incidente dirigido hacia mí, cuando hace eso a cualquier mujer, lo que el señor Yoho hace, es darle permiso a otros hombres para hacer lo mismo a sus hijas, su esposa y las mujeres en su comunidad. Y estoy aquí para decir que eso no es aceptable”, remató.