Así era el 'burukoak', el tocado "fálico" que usaban las mujeres vascas y fue prohibido por la Iglesia
Estos extravagantes tocados, que se utilizaron hasta el siglo XVII, se consideraron inapropiados por la Iglesia por sus connotaciones sexuales.
3 noviembre, 2020 02:19Noticias relacionadas
Durante siglos las mujeres tuvieron la obligación de cubrirse la cabeza por motivos sociales y, principalmente, religiosos. Las formas de hacerlo variaban según el lugar y la época, pero hasta el siglo XVII los tocados de las mujeres del norte de España destacaron sobre todos los demás.
Telas blancas, generalmente de lino y algodón, eran colocadas sobre un armazón de mimbre hueco de diferentes maneras: a veces en punta, en algunos casos como si fuesen dos cuernos en la cabeza, como si fuesen 'ganchos'... La forma que se hacía indicaba datos importantes sobre la mujer que lo llevaba, como su lugar de origen o su estado civil, por lo que el resultado fue una gran variedad de tocados completamente asombrosos.
Aunque no se conoce bien su origen, sí se sabe es que en el siglo XVII la Iglesia los prohibió. "Llama mucho la atención que los tocados son muy fálicos. Hay gente que dice que es una oda a la feminidad o a la fertilidad, pero no está realmente demostrado. El caso es que llegaron a ser muy exagerados y, muchos de ellos, muy explícitos, por lo que la Iglesia terminó decretando su prohibición, por lo que fueron desapareciendo", explica Oihane Pardo a MagasIN.
Oihane es fundadora de Amarenak, una marca con la que pretende trasladar la historia y la cultura de Euskadi a través de la moda. En los últimos meses los ha investigado y ha creado la línea Burukoak (tocado en euskera), para recuperarlos y que se conozca esta llamativa prenda.
"Era una especie de forma de expresión. Cada mujer se inspiraba un poco en lo que tenía alrededor, o copiaba a la de al lado y hacía algo parecido. Hay otra teoría que dice que cada una presentaba la orografía de su zona o que era una forma de decir de dónde era", asegura.
Las alavesas Mariví Canibe y su hija Estíbaliz Santiesteban, confeccionaron en 2006 algunos de estos tocados y los expusieron al público en una colección. Madre e hija contaron al diario El País algunas de las características concretas que identificaban el lugar de origen de cada tocado.
"El de la localidad encartada de Gordexola, por ejemplo, es plano, al igual que sus tierras; las formas onduladas del de Artziniega evocan sus colinas; y el del concejo alavés de Trespuentes tiene forma de pico. En la silueta que se eleva en forma de montaña recortada del tocado de San Sebastián, parece verse el monte Igeldo".
Estado civil y estatus
Por otra parte, las mujeres que los llevaban eran casadas o viudas, ya que las solteras iban con la cabeza al descubierto y el pelo rapado. "Esto aparece bastante representado en los códices porque se ve que llamaba mucho la atención. Algunas ilustraciones muestran a una mujer muy bien vestida y elegante, que sería de buena familia, con la cabeza rapada. Es supercurioso".
Habitualmente las telas de los burukoak eran blancas, pero en algunas ilustraciones son negras porque la mujer era viuda. Según El Correo, a las viudas que llevaban un tocado blanco se las distinguía porque le añadían un cuerno; si se volvían a casar, debían poner dos.
La calidad de la tela también daba pistas sobre el estatus de la mujer, algo que sabemos "porque principalmente se hacían de lino, que en esta época era un bien muy preciado". Oihane afirma que para "alardear y mostrar poder adquisitivo" había mujeres que empleaban muchos metros de tejido y llegó un momento en el que se tuvo que decretar el límite de la cantidad de tela que se podía usar.
Los tocados en el arte
Oihane descubrió estos tocados gracias a la colaboración que realizó el año pasado con la Fundación Elcano por los 500 años de la vuelta al mundo de Juan Sebastián Elcano, y le maravillaron. "En aquella época viajar no era tan cómodo y fácil como hoy en día, así que la gente adinerada hacía esas expediciones en las que enviaba ilustradores que crearon los códices de trajes, que han sido una de nuestras principales fuentes".
Los códices eran una especie de Atlas o álbumes donde se ilustraba cómo se vestía la gente por el mundo. Investigándolos, vieron que en País Vasco es donde más fuerza llegaron a tener, aunque apunta que también han localizado a mujeres que los llevaban en zonas de Asturias, Cantabria, La Rioja o el País Vasco francés.
"Lo que más nos llamó la atención cuando empezamos a recopilar esas ilustraciones fue la gran variedad de tocados que había. Hay algunos que son increíbles, rarísimos… Cuando los ves dices: ‘Esto jamás hubiera pensado que se llevaba aquí’".
De entre sus fuentes, destacan las ilustraciones de Christoph Weiditz, un pintor alemán del siglo XVI. En el Museo Nacional Germano (situado en Núremberg) todavía se conservan cientos de dibujos que realizó durante sus viajes a España entre 1530 y 1540.
Pero no solo los extranjeros han dejado plasmados los tocados en sus ilustraciones. En cuadros como El Besamanos, del pintor alavés Francisco de Mendieta, los originales tocados de las mujeres quitan el protagonismo a otros personajes de la escena.
En Los esponsales, también conocido como 'Boda en Begoña', Mendieta incluso añade una leyenda debajo de la pintura en la que identifica el lugar de procedencia de cada una de las mujeres que aparecen en el cuadro. Esta es una fuente muy importante a la hora de analizar las características de los tocados.
A principios del siglo XX estos tocados llamaron mucho la atención de los estudiosos e incluso Cristóbal Balenciaga confeccionó algunos de ellos, que actualmente se encuentran en el Museo de San Telmo, en San Sebastián.
También es posible que muchos de los espectadores que hayan visto Akelarre, la película de Pablo Agüero estrenada recientemente, se hayan preguntado qué son esos extraños gorros que llevan algunos de los personajes de este filme que se ambienta en el País Vasco del año 1609.
Recuperados por Amarenak
Para difundir esta parte de la historia que muchos desconocen, Amarenak hará camisetas serigrafiadas con los dibujos de algunos de los tocados e imprimirá varias ilustraciones. "Lo que intentamos con Amarenak es trasladar la historia a la gente. Pero claro, tiene que ser una moda ponible, no algo de pasarela. Así, cuando lo lleven puesto y les pregunten: ‘Uy, ¿y esa camiseta?’, contarán la historia".
Como la misma Oihane admite que "no es muy factible que ahora nos volvamos a poner estos tocados", por lo que se han decantado por las camisetas, "una forma fácil de llevar una ilustración".
Para llevar a cabo el proyecto están haciendo una campaña de crowdfunding y los que la apoyen podrán elegir qué imagen de las más de 200 que han recopilado quieren que sean las que se impriman en las camisetas. Y, "como es una pena que toda la recopilación se resuma en cuatro camisetas", también quieren publicarla en un libro.