Lourdes, la capitán que quieren echar del Ejército: "He visto caer mujeres como castillos de naipes"
La capitán de Caballería en Zaragoza denunció que se usara el vestuario de chicas para aparcar bicis de mandos militares hombres. El proceso ha acabado con ella a punto de ser expulsada tras 27 años de carrera.
18 noviembre, 2020 02:04Noticias relacionadas
La vida militar nunca ha sido fácil para las mujeres pero en los últimos años se habían dado ciertos movimientos aperturistas en el Ejército y en la Guardia Civil que parecían abrir resquicios a la esperanza. Sin embargo, casos como el de Lourdes vuelven a colocar a la desigualdad y a la falta de altos mando femeninos como uno de los problemas graves con los que tienen que seguir batallando estas uniformadas.
Lourdes Cebollero tiene 52 años y es capitán de Caballería en el Acuartelamiento de San Fernando en Zaragoza. Fue una de las primeras mujeres en entrar en una unidad de fuerza del Ejército y ha ido ascendiendo durante estos 27 años de servicio a distintos puestos. Sin embargo, ahora espera el retiro forzado que la manda a su casa por ser "una inadaptada a la vida militar", según ha establecido una junta médica.
Pero, ¿qué ha pasado? Una denuncia sin demasiada polémica, a priori, tiene la culpa: los baños de las mandos intermedios (mujeres) estaban siendo utilizados como aparcamiento de bicicletas para hombres. Es decir, los mandos intermedios hombres entraban en el vestuario de las chicas a dejar sus bicicletas y a recogerlas.
"Por una puerta se accedía, a la derecha, a los vestuarios de mujeres mandos militares, cuya titularidad era de la Delegaión de Defensa de Aragón, y a la izquierda, al vestuario para los mandos hombres destinados en la Delegación. Lo que hacían era meterse dentro del vestuario de las mujeres, a la sala de los aseos, a aparcar unas bicicletas particulares con las que se desplazaban de sus domicilios al cuartel, pese a que hay dos aparcamientos expresos, uno al aire libre y otro bajo techado", explica esta experimentada militar.
Un día, Lourdes, la mando con más antigüedad en ese cuartel, se encuentra en el baño a un hombre que iba a coger la bicicleta: "¿Qué hace aquí?, le pregunto, y me contesta que coger su bicicleta. Lo comenté con mis compañeras y con mis jefes porque estaban invadiendo nuestra intimidad".
Pero lo que era una queja justa, y hasta normal, las mujeres querían tener unos vestuarios donde no entraran los hombres, se convirtió en una escalada de presión y acoso contra Lourdes. "La respuesta es que aparcaban en el nuestro porque era más grande y que tenían la declaración expresa del coronel delegado de Defensa en Aragón para hacerlo".
Lourdes preparó todos los papeles para denunciar al delegado pero en un principio pareció admitir su queja y dejaron de meter bicicletas. Sin embargo, en lo que se parece mucho a una venganza, decidieron que dentro de ese vestuario para chicas iban a realizar las pruebas físicas de los aspirantes a soldado, que antes se realizaban en las instalaciones deportivas del acuartelamiento.
"Así que durante periodos cíclicos las mujeres mandos militares nos quedábamos sin vestuario y lo necesitábamos para cambiarnos por que vamos de uniforme, hacemos deporte porque nos lo exigen, teníamos que tener un sitio...".
No hace falta preguntar sobre el vestuario de chicos. Ese seguía funcionando de forma habitual para ellos. "Así que no me quedó más remedio que con las fotos que tenía y la denuncia, elevar la queja al subsecretario de Defensa, que es el superior del delegado".
A partir de ahí el procedimiento fue un infierno para Lourdes. Su pecado había sido denunciar a un superior, por el cauce legal y por una cuestión de igualdad de género, muchas cartas para sufrir el calvario que le ha caído.
"El subsecretario manda que se haga un informe previo, manipula toda la información y hasta la denuncia de acoso que había interpuesto acaba en manos de los acosadores. Y nunca se abrió procedimiento contra ellos porque se archivó".
De esta forma, los altos mandos tenían toda la información de la mujer que les había denunciado por acoso, no se preservó su identidad. "Dos meses después me llaman del Juzgado Togado Militar que me han imputado delitos de injurias, calumnias, deslealtad por denuncia falsa y abuso de autoridad. Cada uno de esos cuatros delitos llevan penas de prisión de tres meses a tres años. En la documentación que presentan hay cosas tan contradictorias como que incluyen mi propia denuncia por acoso y un escrito en el que solicitan la denuncia al subsecretario y éste les contesta que no la pueden tener".
Los baños para mujeres y su derecho a la intimidad se habían quedado en una anécdota si de lo que se habla es que se pueda hacer pública la identidad de una mujer denunciante de acoso ante un superior antes de que se abra, si quiera, procedimiento contra él.
"El subsecretario de Defensa, Alejo de la Torre, llega a contestar a los siete meses después, celeridad que dice el protocolo de acoso, que las denuncias de acoso no son materia protegida y que se les puede entregar a los acosadores sin abrirles procedimiento para que ejerzan su derecho a la defensa", critica esta experimentada capitán y abogada.
Sin embargo, según explica la todavía capitán del Ejército, la propia Margarita Robles reconoció en su comparecencia ante la Comisión de Defensa el 27 de febrero de 2019, que "tenemos un protocolo que, transcurridos tres años desde su entrada en vigor, se va a evaluar para mantenerlo puntualmente actualizado. Sobretodo, vamos a incidir fundamentalmente en proteger la identidad de aquellas personas que denuncian para evitar que pueda haber ninguna filtración -que vulneraría la Ley de protección de datos-, para que las personas que sufren este tipo de acoso sepan que su identidad está debidamente protegida".
Lourdes sabía que esto podía pasar, es el riesgo que corren muchas mujeres militares por querer cambiar las cosas, por conseguir la igualdad en su día a día. "No es una cuestión sólo de género, aunque es mucho más sangrante con las mujeres. He visto caer una tras otra como castillitos de naipes a mujeres absolutamente hundidas, que no podían hablar contigo. Que veían un uniforme y salían llorando", advierte.
Las denuncias contra ella están archivadas. Un expediente por falta disciplinar también. Todo menos menos la decisión de expulsarla del Ejército. "Ya he pasado una junta militar médica que me dice que soy una inadaptada a la vida militar. Que tengo problemas psicológicos de serie, de nacimiento y que me vaya a mi casa", se lamenta.
"No entiendo la cobertura por parte de la cúpula que se le ha dado a unos coroneles, demostrados tramposos y trileros, mientras las mujeres seguimos cayendo. Son ataques de galón, a los que una mujer nos les puede llevar la contraria y prevalece un estatus".
De hecho, no se puede creer cómo puede acabar retirada por "no apta" cuando lleva 20 años haciendo tareas de alta dirección: "Soy tan discapacitada que llevo 20 años tramitando y tocando en mis manos documentación sensible de las Fuerzas Armadas. Tramito expedientes disciplinarios, psicofísicos, materias confidenciales y he llevado dos años la sección de Información en un regimiento".
Y es que tras estas denuncias cruzadas y una entrevista con la ministra, Lourdes, que está ahora mismo de baja psicológica, ha sentido el acoso y la persecución de coroneles y tenientes coroneles que en el acuartelamiento "se me echaron como lobos" para proteger "a los suyos". "Aguanté caso tres años, pero ya no podía más".
Sigue habiendo víctimas en ese camino. "Yo por el puesto de trabajo que tengo he recomendado a mujeres no denunciar a sus jefes, porque sé que las estoy poniendo a los pies de los caballos... Y cuando me reuní con Margarita Robles, la ministra de Defensa, me dijo que tenía que denunciar siempre. Pues voy a cumplir sus órdenes y si no puedo jurídicamente al menos sí que lo voy a hacer público. Yo no pierdo nada, lo he perdido ya todo. Sólo quiero que se cumpla la ley".