No es la primera vez que la ministra de Igualdad, Irene Montero, entra en Telecinco: ya lo hizo durante el confinamiento para contar su experiencia padeciendo la Covid-19, pero en esta ocasión ha sido diferente. Montero ha querido participar en Sálvame mediante videollamada para apoyar a Rocío Carrasco después de su documental Contar la verdad para seguir viva, que ayer domingo, desde las diez hasta las dos y media de la mañana, vieron en algún momento más de diez millones de personas en España.
“Tanto el testimonio como esos altísimos niveles de audiencia justifican que es una obligación para mí estar ahí, estar con la mujer que da el paso de contar una experiencia de maltrato y que puede ser cuestionada o ridiculizada”, ha expresado Montero. “Se produce un proceso de revictimización al revivir de nuevo el trauma y enfrentarse al cuestionamiento y al dar explicaciones. Por una parte, tengo que estar ahí siempre que alguien se atreve a dar el paso de denunciar violencia machista, y, además, en esta historia hay un elemento muy importante: el relato de la mala madre”.
“Se ha dicho que es mala madre sin conocer su relato ni su historia, y hay miles de mujeres que anoche y en las siguientes emisiones que hagáis pueden sentirse muy identificadas por primera vez o pueden ver su relato reflejado. Como Gobierno, a todas ellas les mandamos un mensaje muy claro, y es que este país está de manera decidida luchando contra la violencia contra las mujeres: nos ocurre por el hecho de ser mujeres, da igual cómo sea tu cuerpo, si tienes fama, o dinero, o da igual quién sea tu familia”, ha señalado la ministra, recordando que en el 016 se atiende los 365 días del año a las víctimas que deseen pedir ayuda.
Ante la pregunta de qué ha fallado en el sistema -por qué los psicólogos establecieron causa y efecto en el caso de Rocío y Antonio David, pero al llegar a la mano de los jueces hubo sobreseimiento-, Irene ha expresado que “tenemos muchos retos por delante”. “Lo primero que hicimos cuando llegamos al ministerio fue elaborar la ley de garantía integral de la libertad sexual, donde están recogidas todas las formas de violencia y donde se procura que no haya víctimas de primera ni de segunda”.
Ha señalado que “los organismos internacionales hablan de justicia patriarcal” y ha puesto el caso de La Manada o ‘La Manada de Manresa’. “Aún se distingue en el Código penal entre abusos agresión sexual, y nuestra intención es poner el consentimiento en el centro, si la mujer no dice ‘sí’, hay una agresión. Ahora, cuando no se prueba violencia o intimidación se habla de abuso”, sostiene. “Quiero dar la cara hoy porque esto están siguiéndolo muchas mujeres y lo están hablando. Por la última macroencuesta sabemos que la media de lo que tarda en denunciar una víctima son ocho años y ocho meses, y esta aparición es una forma de ensanchar estas puertas institucionales”.
Ha celebrado la ministra la “valentía” de Rocío y ha recordado que, aunque los medios han ayudado a “banalizar o ridiculizar” los testimonios de estas mujeres, apoya este ejercicio de periodismo que legitima la voz de las víctimas de la violencia machista. “El periodismo feminista es importante para que no se vuelva a hablar de mujeres que ‘mueren a manos de su marido’, si no de que son asesinadas por él”.
Preguntada, por último, qué posibilidades cree que existen de que se reabra el caso o de actuar de oficio, Montero se ha mantenido prudente, pero ha subrayado el estado de “sobreseimiento provisional” de la denuncia. “Técnicamente parece que sí, pero me gustaría decir que no puede depender sólo de lo judicial”: “Necesitamos mecanismos de atención psicosociales, habitacionales, psicológicos… para todas las mujeres víctimas, también para las víctimas de trata o las explotadas sexualmente. Y esos mecanismos no pueden depender ni de la denuncia ni de que exista un proceso judicial que termine en condena. Más allá de lo judicial, se pueden establecer medidas de reparación social colectiva”.