Lola Índigo es un terremoto, un huracán, una fuerza de la naturaleza: toda baile y toda energía avasalladora, sensual, divertida, reivindicativa. Hace mucho que dejó de ser niña de OT para convertirse en una artista sin respiro que convierte en hit todo lo que toca. Ahora lo hace con Calle, una canción de las de reventar la pista “que celebra un poco la nostalgia esta que tenemos de salir”, cuenta ella a este periódico.
Mimi, o Lola Índigo, es un exponente femenino poderoso que no se calla ni una: para algo la inspiraron iconos como esa Spinelli de La banda del patio o esa Lola Bunny: “Tías duras, referentes para mí cuando era niña. Da igual que cambien la estética de Lola Bunny, es un dibujo animado, no hay que estar tan enfermo, lo importante es que siempre pateó culos y que es la que mejor juega”, guiña.
Ya alzó la voz en las nominaciones de los Billboards al grito de “¿dónde están las mujeres?”, con más razón que una santa. “Es una cosa que me saca bastante de quicio. Hace poco hubo una protesta por parte de los fans hacia unos premios españoles por las pocas mujeres que había y respondieron que ‘oh, que qué decimos, si había un 23% de mujeres’. ¿Tenemos que darles las gracias encima? El porcentaje me pareció tan ridículo…”, resopla.
“Spotify hace poco lanzó una iniciativa muy guay donde integraba a la mujer en las playlist para que estuvieran más compensadas, digamos. No sé si a la gente le gusta más escuchar música de hombres o qué. A mí me han llegado a decir ‘si hicieras música tan buena como la de Anuel sería otra cosa’. ¿Qué? Más allá de comparaciones, me resulta un comentario absurdo”, desliza.
Admiración femenina
Señala la artista la “misoginia” que está tan “arraigada en la mente de la gente”: “Están más acostumbrados a escuchar música de tíos, creo que es algo inculcado en el cerebro humano a través de la cultura, pero poco a poco va cambiando todo”. Admira especialmente el trabajo de Natty Peluso y destaca de ella que “está revolucionando la música”: “Tiene una parte artística, creativa y de dirección tremenda. En todos sus proyectos se siente que se ha dejado los cuernos trabajando. Tengo compañeros bailarines que han trabajado mucho con ella, y la respeto, la admiro y la escucho con pasión. Doy gracias por tenerla como referente y porque me inspire así”, señala.
Su vibra le recuerda a la de la auténtica Amy Winehouse. “Me da esa sensación de artista real y auténtica. El otro día veía el documental de Amy y lo pensaba. Joder, tío, es que la Peluso es big. No hay nada más lindo que tener admiración por las compañeras”, sonríe.
También Lola es un referente para muchas jóvenes que empiezan currando en la música urbana. Su crecimiento ha sido exponencial y ha aprendido a reponerse de los obstáculos. “Me he comido muchos ‘noes’ y he aprendido de ellos. Ya me la suda todo. Incluso la gente que me ha dejado tirada. Yo me lo paso genial haciendo lo que hago, además trabajo con mi equipo, que son mi familia. Me la resbalan los comentarios negativos o machistas. Hoy me va bien, y si deja de irme así, pues nada… me inventaré otra cosa”.
Sexo y liberación
Cuenta que la lanza le parece liberadora para el ser humano “porque el movimiento, científicamente, libera, y la música libera”: “Yo siempre me he sentido muy femenina y muy poderosa, porque he bailado desde muy joven. De hecho, yo no busqué mi desarrollo sexual hasta una edad ya adulta porque no tuve mucho deseo: quiero decir, me desarrollaba sexualmente bailando, me sentía mujer. Esto lo he compartido con muchas bailarinas y están de acuerdo. Yo no necesité tener sexo hasta más mayor, porque ya me sentía sexual en la danza”, apunta.
¿Qué sabe Lola Índigo del sexo que no sabía con 18 años? “Sé que necesito una cabeza que me haga sentir deseo. Si no hay una mente detrás, no me excito. Nunca he sido una persona muy superficial, no he tenido un prototipo de belleza de mujer ni de hombre. A mí me pone la gente que es especial, que tiene una historia y que me cuenta su movida. Sólo me dejo llevar por esas conexiones locas”, relata. Del amor ha aprendido que tiene que “sumar y acompañar”, y se ha dado cuenta de que a veces ella se ha enamorado “de la idea del amor, y también del talento”.
“Puse un tuit hace poco que decía ‘si te enamoras del talento, te enamoras de sus demonios’. Pasa mucho eso. Luego te das cuenta de que el artista no es artista 24 horas, si no sería agotador: el artista es intermitente. Puede pasar también que alguien sienta curiosidad por lo que ve de mí y luego me conozca y vea que soy una tía muy normal. Me ha pasado eso: al final te pillas de una persona por su aura de misticismo artístico y cuando todo eso desaparece sólo te queda el demonio del artista”, cuenta Lola.
Me too y derechos trans
Le preguntamos también qué piensa de un posible Me Too en la industria musical -ya que han tenido más resonancia las denuncias de abusos en la cinematográfica y algo en la literaria-: “¿Sabes qué pasa? Conmigo no se atreven porque tengo muchos ovarios. Los tíos de la industria no se atreven a acosarme, nunca he sentido eso, porque tengo una barrera tremenda. Lo que a veces llaman ‘energía masculina’. Es como: no, cariño, no soy un juguete sexual, soy una profesional y me vas a tratar como a una igual, porque es lo que soy. Se lo dejo claro a los tíos de la industria”, apunta. “También es que no me ha tocado. No es solamente porque yo sea así o asá, es que te llega y te desarma, como le ha pasado a muchas pobres chicas”.
Se manifiesta también a favor de los derechos del colectivo trans y lo deja claro: “Si excluyes a las amigas y hermanas trans, no eres feminista, y punto. Simplemente no lo eres. Me ha tocado vivirlo de cerca con amigas y eso me da mucha rabia, ¿sabes? Si alguien me lo dijera a la cara, sacaría una parte fea de mí, incluso agresiva. Bastante lucha tiene ya el colectivo trans para tener a las propias mujeres en contra”.