Sana, la marroquí catalana que hace historia con su vino en lata: "Zeena compite con la cerveza"
Trabajó 5 años en una bodega del Priorat y, tras formarse en EEUU, se dio cuenta de que el vino en lata puede llegar a un público o a situaciones donde no se puede optar por la botella. Ha multiplicado su producción por 50.
20 abril, 2021 01:04Noticias relacionadas
Sana Khouja (33 años) había trabajado cinco años en una bodega del Priorat (Cataluña). Fue directora de operaciones, pero también supo lo que significaba vendimiar, recoger la uva, mimarla... Así que cuando descubrió en EEUU que meterlo en una lata podría hacer que se llegara a mucha más gente, no lo dudó. Ya sabía lo que tenía que hacer en su vuelta a España y Zeena fue el fruto de ese impulso e innovación.
Aunque las cosas no fueron tan fáciles. "En 2018 decidí que tenía ganas de mantenerme en la industria del vino pero en un entorno más canalla. El mundo del vino es muy tradicional y más aquí, donde la innovación no es muy bienvenida, y cuando me fui a EEUU ví cómo todo el mundo en casa tenía acceso a estos vinos en lata".
Empezó a informarse de todo, de cómo tenían que ser las latas, el vino, el mercado, la comunicación... "Tuve que buscar proveedores de latas porque las del vino no son como una lata de refresco, sino que tienen una película especial que lo protege del contacto con el aluminio. Informarme de los distintos productos, de la compatibilidad del vino con la lata, los meses de vida, calidades que hay en el mercado...".
Su propuesta era clara: "Si éramos capaces de enlatar vinos de calidad, monovarietales españolas, con visión internacional, podíamos tener un buen encaje sobre todo en un público al que podemos acercar el vino en momentos de consumo donde la botella no llega". Y exactamente así nació Zeena.
"Muchos de los jóvenes a los que entrevistamos antes, nos confesaban que no sabían abrir una botella de vino y que dábamos por supuesto que todos tenían sacacorchos... valoraban el no pasar vergüenza a la hora de escoger el vino o de abrir la botella. Por eso decidimos enlatar monovarietales españolas con una idea de algo directo. No competimos contra la botella de vino, no quitamos mercado a ese producto, sino que lo hacemos con la cerveza, con la industria de las latas".
Zeena es una forma sencilla de beber buen vino en la playa, de camping, a través de un delivery food, "donde está habiendo mucha penetración", en los hoteles...
Curiosamente, esta joven marroquí que llegó al Raval con 15 días y que estudió en el IESE con una beca tenía en la cabeza que lo suyo iba a explotar más fuera que dentro de España, pero ahí se equivocó. "La sorpresa es que nuestra primera producción se vendió el año pasado 100% en el mercado nacional, por la web, por los restaurantes... Ahora es cuando estamos preparando todo un bloque para mercados en Latinoamérica y en Europa".
De hecho, para este segundo año tienen previsto multiplicar por 50 su producción y advierten de que el vino en lata es un cambio radical en el sector que ha venido para sumar, para quedarse, y un negocio donde pronto se van a ver a muchas otras bodegas.
"Latinoamérica también ha sido una sorpresa donde muchos nos han encontrado a través de Instagram", explica esta experta. Por ahora, ya tienen previsión de negocio en Panamá, México y Brasil, uno de los mercados donde la identificación con la lata está casi madura.
¡Es vino!
Sana Khouja reconoce que lo primero que provoca este producto es sorpresa, incluso entre los profesionales de la hostelería y la restauració. Pero que el probarlo se les pasan todas las dudas ya que Zeena son monovarietales de calidad que sólo se van a encontrar en esa lata. "Todo lo que producimos es ecológico, con la certificación oportuna, y de muy alta calidad. No enlatamos cualquier producto".
De hecho, acuden a las bodegas y les dicen exactamente qué características técnicas tienen que cumplir su vino: "Al tratarse de la lata, no puedes enlatar algo que no esté preparado para ello por los niveles de sulfuroso, cobre, el PH, el cloruro... hay que cuidarlo muchísimo porque cualquier defecto del vino se expresa muchísimo más al abrir la lata".
Entre las particularidades de este producto, hay que conservarlo en lugar seco y fresco y tener cuidado con las altas temperaturas porque la lata es más sensible. "Con tres minutos en el congelador, nuestro vino blanco está fresco y es una gozada, pero es un reto para conservarlo en verano o para enviarlo en conteiners en esos meses a EEUU".
Sin embargo, entre las ventajas para exportar, el formato lata favorece que el vino no sufra con la luz y sobre todo aligera peso respecto a la botella de cristal y los costes. "Mandar una caja de 6 botellas a EEUU puede salir de media 100 dólares. Enviar 8 litros de vino en latas de 250 cl, 49 dólares. Es muy competitivo trabajar con aluminio", recuerda.
Un camino difícil
Para Sana Khouja su andadura en el sector del vino se parece mucho al nombre que ha puesto a su lata: Zeena, princesa guerrera en griego. De origen marroquí, reconoce que los cinco años que estuvo trabajando en la bodega del Priorat le decían al resto de su familia en Marruecos que lo hacía en la industria de los refrigerios ya que el consumo del alcohol está prohibido en el Islam.
"Cuando dejé el mundo del vino, estaba comprometida con un hombre sirio palestino, musulmán. Teníamos el compromiso todo organizado y él y su familia me pidieron que lo dejara. Pero cuando rompí el compromiso y me fui a EEUU vi que era lo que me gustaba hacer".
Su madre, musulmana practicante, fue la culpable de que haya conseguido su sueño y ahora bebamos vino español en lata. "Un día, estábamos juntas en la cocina y me dijo: 'Deberías volver al Priorat y hacer lo de la lata, porque nunca te he visto tan feliz como cuando estabas allí'. Fue un subidón porque su opinión sí era muy importante".
Justo el empujón que necesitaba para lanzarse a un proyecto que puede cambiar muchas formas de pensar y de consumir. "No hay mucho know how porque es un sector con poca información. Trabajamos con un laboratorio de desarrollo para ver la evolución del vino y hacemos pruebas de productos constantemente para entender qué pasa dentro de la lata, a qué temperatura el vino se perjudica más, qué varietales encajan mejor...".
Sana es consciente de la novedad que supone su empresa y su producto, de hecho, sólo dos denominaciones de origen, la de Navarra y la de Cataluña, reconocen la lata para sus caldos. Y sobre todo, del esfuerzo de hacerse un hueco en este mundo siendo "marroquí, de Barcelona, chica y tener que decir a la gente lo que tienen o no que hacer viniendo de un sector que no es el del vino".
Por eso su anterior trabajo en unas bodegas le "costó muchas lágrimas" pero fue un aprendizaje total que ahora le está ayundando a crecer y crecer. "El primer año fueron dos garnachas ecológicas de la Terra Alta, un tinto y un blanco. Y ahora vamos a lanzar como novedad el rosado, también de garnacha tinta. Son vinos jóvenes, no trabajamos con contacto con madera ni maceración y los mantenemos al 100% sin añadir nada, ni azúcar ni gas ni nada".
Por si alguien tiende dudas qué pasa cuando se hace pop en la lata, Sana concluye: "Es una copa de vino". Nada más ni nada menos.