La fuerza arrolladora de "Doña Emilia", que fue tan valiente, tan moderna, tan adelantada a su tiempo, invade la Biblioteca Nacional Española (BNE) con la exposición Emilia Pardo Bazán. El reto de la modernidad.
Cartas inéditas y el manuscrito de su última novela policiaca sin acabar comparten espacio con libros, fotografías, óleos, dibujos y muebles que componen esta muestra en homenaje a una figura arriesgada y transgresora.
La Emilia artista y la Emilia persona, con sus luces y sombras, que abandonó el carlismo huyendo de la figura de "mujer florero" y que introdujo el debate feminista en la cultural y la política.
Amante de las polémicas y radicalmente anti-sentimental, era moderna, en el sentido más auténtico de la palabra, tenaz, autodidacta, valiente, individualista, univalente y "sobre todo libre". Estos son algunos de los adjetivos utilizados durante la rueda de prensa por Daniel Martínez, viceconsejero de la Consejería de Cultura y Turismo o Román Rodríguez, consejero de Cultura de la Xunta de Galicia.
"En una época en la que las mujeres apenas tenían espacio para desarrollar sus inquietudes intelectuales, Emilia Pardo Bazán rompió moldes, reticente a presentarse como lo que no era: el arquetipo de ama de casa tradicional", destaca Martínez.
Doña Emilia era una mujer muy gallega, a la vez que una mujer madrileña, española y "muy europeísta". "En el ámbito de los avances sociales hay tres personas que forman un triángulo absolutamente innovador: Juana de Vega, Concepción Arenal y Emilia", afirma Rodríguez.
"Para Pardo Bazán la modernidad era un reto, un enigma y un desafío", relata Isabel Burdiel, autora de una biografía de Bazán y comisaria de la exposición, organizada por la BNE, Acción Cultural Española, la Xunta y la Comunidad de Madrid. Emilia era un personaje público célebre, "muy controvertida entonces y ahora, amante de las polémicas ante las que contestaba 'yo no pienso por decreto'. Creo que esa es la definición del intelectual verdadero", afirma la historiadora.
Carta inédita
La joya de la corona de la exposición es una pieza tan asombrosa como macabra. Se trata de una carta escrita por el antiguo confesor de Bazán y enviada después de la muerte de su padre, al que ella idolatraba."En esa carta el confesor la acusa de ser culpable de la muerte de su padre, por el tipo de vida que lleva en Madrid, por haberse separado del marido... Es una carta brutal, de un chantaje emocional absoluto. Le dice que no llegó a tiempo de ver morir a su padre porque es un castigo de Dios, que su padre murió llamándola y le incita a que vuelva con su marido y deje la vida que lleva en Madrid. Es un chantaje", denuncia Isabel Burdiel.
Una carta que es también un claro reflejo de la mentalidad patriarcal de la época, con un claro intento de culpabilidad y sentimiento de deshonra hacia la escritora. En la sala se pueden leer algunos de los fragmentos de dicho documento, firmado por el franciscano Manuel Castellanos en abril de 1890:
"¿Será temerario suponer que la (...) inesperada muerte de su buen Padre es el medio de terror y espanto con que Dios la llama nuevamente ya que V. no hizo caso alguno (...) de los consejos que le dio su confesor? (...) fue un castigo que Dios quiso ejecutar en el Padre, en la hija, o en ambos dos".
Ante esta carta, Emilia decidió seguir con su vida independiente en Madrid junto a sus hijos y escribió varias obras, entre ellas la singular Una cristiana (1891).
Polémica de Meirás
Como explican en la muestra, Meriás fue el sueño dorado de Emilia Pardo Bazán. "Decía que era allí donde se sentía más creativa, más libre y más sosegada". Inspirándose en otras casas de escritores europeos como Walter Scott o Alexandre Dumas, Bazán creó un espacio donde ser enterrada. Un deseo que fue incumplido por sus herederos, que vendieron el edificio al Ayuntamiento de A Coruña con el fin de que fuera comprado y regalado al dictador Francisco Franco.
Tras una sentencia reciente, aún recurrida, Meirás se ha convertido en patrimonio público, pero la memoria de Emilia sigue sin tener la presencia suficiente en esas Torres construidas bajo su imaginario.
"Ella hace Meirás como una casa de escritor al estilo de Victor Hugo o de Zola. Habla de que ahí está grabada en piedra su sentido estético. Explícitamente no dice 'quiero que Meirás se convierta en esto', sino que creía que se podía convertir en un lugar de atracción como era la casa de otros autores. Ella lo diseña así, porque tiene mucha conciencia de lo que necesita estéticamente, pero también de lo que necesita el público en una escritora con proyección", explica la comisaria.
Aunque no existe una carta donde hable explícitamente de ello, sí que hay prueba de esto en alguna correspondencia intercambiada con Blanca de los Ríos, entre otras misivas encontradas tras años de investigación y recopilación de material.
Ideas revolucionarias
Al hablar de Emilia como icono feminista es impensable que no se haga referencia a su figura dentro del movimiento en la exposición. Es justo en la tercera sección, que abarca desde 1890 hasta 1898, donde se pone el foco en su implicación en el terreno de la igualdad de género.
"Ella pensaba que la maternidad no es el destino fundamental de la mujer. Para ella es un destino posible, una elección y ella fue madre de tres hijos. Eso en el XIX no lo dijo nadie, ni Concepción Arenal ni otras figuras. Era una cuestión intocable", explica Isabel Burdiel.
Una idea sobre la maternidad completamente rompedora y arriesgada para la época, pero que Bazán abordó sin miedo a las represalias. "Como los grandes, ella es moderna y antimoderna a la vez, en el sentido de aquellos modernos que no creen en toda la modernidad ni en que ésta sea lineal. No se fían de ella, es un desafío. De ahí el nombre del reto de la modernidad, porque en muchos aspectos era una mujer conservadora", dice la comisaria.
Algo que podemos ver de forma muy representativa en La educacion del hombre y de la mujer (1892) donde Emilia Pardo Bazán escribía:
"Aspiro, señores, a que reconozcáis que la mujer tiene destino propio; que sus primeros deberes naturales son para consigo misma, no relativos y dependientes de la entidad moral de la familia que en su día podrá constituir o no constituir; que su felicidad y dignidad personal tienen que ser el fin esencial de su cultura, y que por consecuencia de ese modo de ser de la mujer, está investida del mismo derecho a la educación que el hombre”.
Eterna Emilia
Una característica a destacar de esta muestra de la Biblioteca Nacional es el escaso hincapié en la relación entre Bazán y Pérez Galdós. Por fin, se deja a un lado el protagonismo masculino y las alusiones románticas de la artista para focalizar la atención en la propia Emilia. "No hemos querido entrar en lo escandaloso de hablar de esa relación ni al espectáculo en torno a ese tema", recalca Burdiel.
Una exposición que nos invita a volver a leerla, a recordarla, para que no caiga en el olvido; en un momento en el que sus discursos hacen más falta que nunca para asentar las bases de un futuro más igualitario. Con cinco secciones: la primera, donde se narra su infancia y juventud; la segunda, que aborda las obras e intervenciones políticas más controvertidas; la tercera, citada anteriormente que explora el feminismo y las amistades de Bazán; la cuarta, centrada en el debate del regeneracionismo y modernismo; y por último, un epílogo, que destaca la mezcla de alta cultura y cultura popular en su destino póstumo como escritora y personaje público.
La muestra se puede visitar en la Biblioteca Nacional Española a partir del miércoles hasta el 26 de septiembre de 2021. El mensaje de José Andrés Torres, presidente de AC/ E es contundente: "Esta será una de estas exposiciones que harán época".