Si hablamos de conquistar al lector literario, Julia Navarro juega en otra liga. Con siete novelas a sus espaldas, ha publicado en más de treinta países y ahora ha aprovechado la rentrée para sacar a la luz su nueva obra, De ninguna parte (Penguin Random House). Un regreso que llega en un momento "perfecto", ya que la autora toca temas como el terrorismo en suelo europeo, la situación de la mujer en Oriente Medio, la tensión entre los medios de comunicación y el poder (ya sea político o económico) y el aún problemático choque cultural.
Todo ello en una obra que tiene de fondo el desarraigo, el no pertenecer a un lugar y la búsqueda de la libertad. Un cóctel de claroscuros que promete convertirse en un best seller de la temporada.
En De ninguna parte conocemos la historia de Abir Nasr, un joven refugiado del sur del Líbano que jura venganza tras vivir el asesinato de sus padres. Pero también conoceremos a Jacob Baudin, un hombre traumatizado por los servicios militares que llevó a cabo y que intenta reencontrarse con su identidad. Sus caminos se cruzarán, pero por el camino descubriremos a otros personajes igual o más interesantes que nos abren los ojos de una realidad más cercana de lo que pensamos. Aunque hablar con Julia Navarro sobre su escritura siempre nos lleva a reflexionar sobre política, sociedad y la más compleja actualidad.
Con toda la situación que se está viviendo en Afganistán, parece que este libro llega en el momento perfecto. ¿Cómo puede ayudarnos leer De ninguna parte?
Cuando estaba escribiéndolo no podía imaginar que iba a suceder todo lo que está pasando ahora. De alguna manera los temas que trato en el libro aparecen de forma recurrente en los periódicos: el terrorismo a nivel global, el problema del desarraigo y la integración de los inmigrantes y también la tentación que siempre tiene el poder de meter su larga mano en los medios para intentar que las informaciones se den como ellos quieren o que no se den directamente. Pero yo no le digo a los lectores lo que tienen que pensar, pero sí que invito con mi novela a que se reflexione sobre ello.
¿Por qué ese interés por el no lugar, el no pertenecer a un sitio concreto?
Me interesa ese desarraigo que se produce en muchísimas personas que llegan a occidente y se sienten poco integrados. Termina provocándoles a muchos una sensación de no pertenencia, de vivir a caballo entre dos mundos. Hay que ponerse en la piel de los que llegan.
¿Se pertenece en realidad a un sitio concreto o crees que el ser humano es nómada por naturaleza?
La historia de las migraciones es tan vieja como el mundo. Desde los monos que se movían para encontrar comida, el hombre ha estado migrando a lo largo de toda la historia de la humanidad. Pero cuando te asientas y empiezas a formar parte de un colectivo te impregnas de él, por eso es tan complicado el desplazarse y cambiar. Tenemos unas raíces y un concepto de la civilización. Si me dijeran que mañana me tengo que ir a Afganistán, y me dicen que viva dentro de la cárcel de un burka no podría.
El personaje de Noura da una pizca de esperanza, pero también nos muestra la cruda realidad de aquellas jóvenes que se rebelan contra el régimen establecido y las pautas familiares, ¿es ella un símbolo de libertad?
Noura paga un precio muy grande por su libertad. Vive ese dualismo de lo que le enseñan en casa y la sociedad francesa, con el ejemplo de sus amigas del liceo. El precio de la libertad es carísimo para ella, supone la ruptura con su familia, sus orígenes y sus raíces. Noura se tiene que reinventar de cero.
A su lado siempre está su madre Fátima que la apoya totalmente, ¿es esta mujer que sigue las tradiciones también feminista?
Es uno de los personajes que más me gusta. Fátima no puede renunciar a sus tradiciones ni creencias, no puede salir de ese círculo. Pero, sin embargo, comprende perfectamente a su hija, que vive en una sociedad distinta. Ella vislumbra ese mundo de libertad para las mujeres, que aunque ella no se meta dentro ni del paso hacia él, lo entiende. La tiende la mano, la ayuda, la apoya.
¿Se puede ser feminista y llevar el velo al mismo tiempo?
No creo que Fátima se plantee esto como una cuestión feminista, sino que vive en esa dualidad. En cuanto al velo, me parece que es criminalizar el cuerpo de las mujeres, convertirlo en algo que hay que tapar. Y me pregunto: "¿Por qué? ¿Qué problema tienen con los cuerpos de las mujeres?" No estoy de acuerdo, las mujeres no tenemos que ocultar nuestros cuerpos y cabellos en metros de tela. Me parece otra cárcel. El burka es una cárcel aunque aparentemente algunas mujeres digan que lo usan de forma voluntaria. A mí me parece que no tenemos porqué ocultar nuestro cuerpo como si fuera algo pecaminoso.
A veces vemos en la calle a un señor en pantalón corto, en chanclas y camiseta y a su mujer con el pañuelo, una gabardina, tapada de la cabeza y a los pies en pleno mes de agosto. Cuando veo esto pienso: "¿Por qué él sí puede llevar al aire las piernas y hasta el ombligo y esta señora tiene que tapar su cuerpo? ¿Por qué el no oculta el suyo? ¿En nombre de que?" El problema no está en el cuerpo de la mujer, sino en la mirada de ellos. No me siento más protegida por ir más tapada, es usted el que debe reeducarse y cambiar su mirada. Están penalizando el cuerpo de la mujer, como algo que hay que tapar.
¿Te has autocensurado en algún momento por cuestiones éticas o miedo?
Creo que en alguna ocasión sí he intentado ser prudente. No me gusta ofender gratuitamente a nadie y a veces sí he podido morderme la lengua y detener el bolígrafo. Aunque tampoco estoy muy segura o convencida, pero creo que sí por como soy yo aunque no recuerde un caso concreto. De todas formas soy una defensora acérrima de la libertad de expresión. Creo que todo hay que contarlo, todo se debe de contar y que la cuestión es contextualizar.
¿Dónde crees que está el límite entre mostrar la realidad y convertirla en un show mediático?
Soy partidaria de dar siempre toda la información. Hay que darla con rigor, con seriedad y con prudencia, y contextualizando. En esta novela hay un grupo terrorista que manda un comunicado con unas amenazas a un canal de televisión y el canal y sus periodistas no dudan en que hay que darlo, pero los jefes de los periodistas que han recibido la llamada de los poderes políticos de turno intentan frenarlo, que no se cuente. Hay una constante por parte del poder de tratar a la sociedad como a menores de edad, de decidir lo que nos conviene y lo que podemos o no saber.
En las sociedades que no son democráticas ocurre, pero en las democráticas también. Hay que dar la información y contar los hechos pero sin caer en el sensacionalismo. Hablamos del populismo que invade la política, pero en los medios tampoco deben contagiarse de esto.
¿Sería entonces lícito entrevistar a un talibán?
Absolutamente, yo lo entrevistaría ahora mismo. Si me dijeran que se puede entrevistar al jefe de los talibanes es que no lo dudaría ni un minuto. Las entrevistas no son para que se luzca el entrevistado sino para mostrar algo. En el caso del libro no es dar voz a los terroristas para que se expliquen, sino mostrar a la gente y contextualizarlo.
En tu libro nos presenta El Círculo, una organización islamista terrorista, ¿qué es lo más peliagudo a la hora de escribir sobre esto?
En todas mis novelas lo que me planteo siempre es un viaje a la condición humana. Me interesan las grandes preguntas que se hace el hombre a través del tiempo. Es un viaje a los confines del alma humana, a los claro oscuros.
Meterme en la piel de un terrorista, meterme en la piel de Abir Nasr ha sido complejo. Este es el personaje que más me ha costado de todas mis novelas. Ha sido difícil acompañarle en todo su recorrido, yo no le justifico, yo le explico. Me interpelo a mí misma y también a los otros.
La saturación de imágenes hace que ver muertos o situaciones como la de los talibanes haciendo ejercicio sean banales e incluso convertidas en memes, ¿nos hemos vuelto inhumanos?
Creo que se está banalizando todo. Si no se contextualiza la información se banaliza. Lo importa es no cruzar esa ligera línea entre lo que es la información seria y rigurosa y el espectáculo.
Miguel Delibes opinaba y cito textualmente que "el que llega pretende imponer sus costumbres, cuando debería ser al revés", ¿Cree en el multiculturalismo o debe primar la cultura del nativo?
Creo que es un problema que está por resolver: el choque de culturas. Cuando la gente de fuera o los inmigrantes llegan a occidente se encuentran una sociedad totalmente distinta a la que han dejado atrás. Tienen que hacer un enorme esfuerzo para formar parte de esa nueva sociedad que han llegado. Hay que ponerse en su piel y pensar que nos pasaría a nosotros si el viaje fuera al revés.
Los códigos de la sociedad y sus valores son completamente distintos. A la pregunta a ese choque de culturas tienen que contestar los políticos, que para eso les pagamos, son ellos lo que tienen que encontrar una solución.
Para que la gente no se sienta de ninguna parte, precisamente...
Exacto, que puedan integrarse. Los procesos de integración no se están haciendo correctamente por parte de Europa. Se vive una dualidad muy difícil de gestionar: una educación, valores y costumbres en casa y una sociedad completamente distinta fuera. Se sienten descolocados y se sienten de ninguna parte.
El éxodo de personas que huyen de guerras o situaciones de miseria ha aumentado, y se debe conseguir una convivencia entre los que estamos y los que llegan. Me escandaliza la forma en la que Europa trata a los refugiados, me horrorizan las condiciones en los campos de refugiados dentro del propio territorio europeo. La Europa de las humanidades, esa Europa de los derechos y las libertades resulta que no tiene una respuesta para el fenómeno migratorio y trata a los inmigrantes y esa gente que huye de la miseria, el hambre y la guerra de una forma terrible. No solo sufren para llegar, sino que ese sufrimiento continúa cuando llegan aquí.
No sé si has visto la polémica en Valencia en torno al ninot Media Luna de la falla Duque de Gaeta-Pobla de Farnals. ¿Qué opinas sobre esta polémica?
Creo que en este caso la pregunta es: "¿Lo haríamos con otros signos religiosos o religiones? Ahí está la respuesta. Lo que no puede servir para unos… A veces me da la sensación de que, o nos extralimitamos, o no llegamos. ¿Esto sirve para todos o solo para algunos por temor a que digan algo? Hay un sentimiento de lo que no es políticamente correcto pero solo se aplica a unas religiones.
El debate debe abrirse para ver si es una respuesta hipócrita, una respuesta del miedo, de respeto o por no provocar una ofensa… Es un debate que está ahí y hay que dar una respuesta pensando en todos. En este caso es la propia sociedad la que tiene que hacer una reflexión sobre dónde está el límite en la libertad de expresión, si es que tiene ésta que tener un límite.