Si existe una mujer que ha revolucionado el mundo de la sexualidad en nuestro país y lo ha acercado a la sociedad con su trabajo de divulgación esa es Noemí Casquet (Sabadell, 1992). Desde hacerse viral por llevar un juguete sexual al programa de La Resistencia hasta publicar en su cuenta de YouTube tutoriales que no solo normalizaban el sexo sino que también ayudaban a poner el foco en el deseo femenino.
Con cuatro libros a sus espaldas, la periodista especializada en sexualidad regresa al mundo editorial con un nuevo libro: Cuerpos (Penguin Random House). Este es el primer capítulo de una bilogía a la que sigue Almas, que verá la luz en noviembre; dos novelas en las que aborda la identidad, el erotismo y como en todas las obras de Casquet también la liberación y empoderamiento de la mujer.
En el thriller erótico Cuerpos, la autora nos invita a formar parte de un viaje en el que acompañamos a Ruth, una mujer de 30 años que para paliar su dolor decide jugar a ser distintas personas. "Muchas mujeres se van a sentir identificadas porque Ruth se empodera al plantearse aspectos de su sexualidad e impostando. Es una clara crítica a que debemos sentirnos cómodas con nosotras mismas", explica la escritora durante su entrevista con EL ESPAÑOL.
La protagonista de Cuerpos se convierte en distintas personas utilizando pelucas y experimentando con su propia sexualidad: a través del BDSM, el sexo grupal y otras fantasías. ¿Puede el sexo permitirnos ser personas diferentes o el hecho de compartir algo tan íntimo es el estado del "yo" más intenso?
Es interesante… Al final somos personas diferentes cuando estamos manteniendo relaciones sexuales porque el sistema nos aleja, estamos impostando, se nos está alejando del origen. Muchas veces hacemos las cosas que hacemos, no porque queramos hacerlas, sino porque nos han dicho que es lo que tenemos que hacer, que eso es lo correcto. Esa educación sexual escasa está en el imaginario social. Estamos follando sin estar en contacto con nosotros mismos, estamos follando para los demás en lugar de para nosotros.
¿Cuánto daño ha hecho la industria del porno en el imaginario social?
Señalamos mucho la pornografía, que también tiene parte de poder en ese imaginario, pero señalamos muy poco a la industria de la cultura y los contenidos convencionales. Es ahí donde hay que disparar primero, porque antes del porno, nos impacta el cine convencional, la música y la literatura. Hay algunas series en grandes plataformas que siguen perpetuando ese coitocentrismo, la genitalización, el amor romántico y tóxico, ese "el clítoris no existe y con la penetración podemos llegar todas al orgasmo". El porno es el reflejo de los deseos de una parte muy pequeña de la sociedad, pero por otro lado también tenemos algo que impacta muchísimo más y es la cultura. Es algo político.
¿Y el satisfayer? ¿Ha llegado como la fórmula mágica de empoderamiento o es un juguete que nos limita?
Como todo en la vida hay una escala de grises, hay matices. Por un lado, la parte positiva del satisfayer es que ha puesto el clítoris en boca de todos. Por fin se ha dejado atrás esos pollones estratosféricos que daban vueltas con luces y te penetraban hasta el alma, ahora un aparato súper sencillo que se centra solo en el clítoris es un éxito. La masturbación en los coños se ha puesto muy de moda y nos hemos sentido todas súper cómodas. Normalizando este tema.
Pero satisfayer también significa el hiperconsumo, la inmediatez absoluta, es un artefacto maravilloso del sistema. Sí, tenemos orgasmos muy potentes en muy poco tiempo, pero esto también es un poco frustrante para aquellas personas que no lo consiguen, sienten que hay algo mal en ellas.
Por otra parte, hay personas que dan demasiado poder a un artefacto tecnológico y muy poco poder a sus manos, su propio conocimiento y coñocimiento. Es peligroso porque estás condicionando tu mente a un nivel de intensidad que no vas a tener en el sexo y puedes perder hipersensibilidad, con una persona es complicado llegar a ese punto. No digo que haya que tirarlo a la basura, de tanto en tanto está bien, debemos tener claro lo que es.
Llevas mucho tiempo volcada en la divulgación, ¿crees que se habla suficiente sobre sexo en la sociedad? ¿O hemos avanzado aún muy poco?
Si lo comparamos con años anteriores sí que se habla más sobre sexualidad, pero se habla peor sobre sexo. Estamos confundiendo libertad con libertinaje y el hiperconsumo de cuerpos. Parece que para empoderarnos tenemos que follar con cuantas más personas mejor, y la historia no va de eso.
Es importante tener presente que cuando tenemos relaciones sexuales hay un intercambio, aunque hayas visto a esa persona solo una vez es importante mirar a los ojos, estar presente, ser conscientes de lo que estamos haciendo. Se habla de sexo, pero se está hablando desde una perspectiva bajo el sistema capitalista de consumir a tope, de no tenernos presentes, de la individualización, de masturbarnos con otros cuerpos y que nos de igual la persona.
¿Te sigue costando encontrar un espacio público para hablar sobre sexo?
Desde fuera se ve que estoy en muchos sitios pero en realidad cuesta muchísimo trabajo. La gente no es consciente de lo que cuesta que te cedan espacios grandes, como televisivos, radiofónicos, e incluso literarios. No interesa tener ciertos discursos al alcance de la población, cuando la población se da cuenta de lo que quiere se empiezan a caer unos pilares fundamentales de la manipulación sistemática. Es una lucha constante y tengo que trabajar el triple para conseguir la mitad, es duro pero el propósito es tan grande que necesito hacerlo.
¿Sientes que al ser una mujer que habla sobre sexo de forma abierta estás más sujeta a la cosificación o sexualización?
Sí, sobre todo ser una mujer que habla de sexualidad en redes, y que tiene éxito. Eso ya olvídate, no es indiferente hacia nadie. Se ve a las mujeres con poder como manipuladoras, la jefa hija de puta, y eso nos provoca incomodidad cuando estamos en el poder. No es fácil. Al final hablar sobre sexualidad y tener esa responsabilidad sexual hace que mis relaciones personales sean más difíciles. A la vez que he ido teniendo más éxito y se ha ido conociendo más mi trabajo, me ha ido costando más ligar y follar. Te pueden idealizar o pensar asustados que les vas a juzgar. Siempre parece que llevas el cartel en neón con palabras que me horrorizan como: ninfómana, promiscua, guarra, zorra…
Esos son solo algunos de los muchos adjetivos, ¿cuáles crees que son los estigmas que más rodean a la mujer en el sexo a día de hoy?
Tenemos tantos estigmas que nos rodean. Mujeres con éxito tienen a veces actitudes masculinas, entre las que me incluyo. Al final hemos adquirido esos roles que no nos pertenecen porque tenemos muy pocas representantes y referentes femeninos en el poder. Lo hacemos para crear una coraza. Pero también estigmas sexuales como que nosotras somos multiorgasmismas y que con la penetración vemos a Dios.
Por otra parte, si una mujer sigue su sexualidad de forma libre se le sigue tachando de puta y guarra. En Cuerpos se recogen estas cuestiones, expreso muchas inquietudes a través del personaje de Ruth. Al final vivimos en una sociedad patriarcal llena de estigmas que nos atraviesan a todas. Nos han taladrado desde niñas con eso y ahora nos persiguen de adultas.
En tu proyecto con RTVE Llámalo X hablas sobre todos estos temas, ¿qué puedes contarme?
Es un proyecto para la plataforma Playz que se grabó hace un año y ahora ha visto la luz. Son cinco capítulos en los que hablamos de perreo, sexualidades alternativas, el espectro de la asexualidad, el tantra, sobre las relaciones abiertas con una trieja poliamorosa, la sexualidad trans, sobre las nuevas masculinidades…
También reflexionas sobre el perreo, ¿qué conclusiones has sacado? ¿Crees que es una forma de empoderamiento?
Hablar de un empoderamiento genérico es un error. Porque lo que me pude empoderar a mí, bajo mi contexto y mis circunstancias, es muy distinto a lo que te puede empoderar a ti. Creo que generalizar y polarizar, que está tan en tendencia ahora, es un error. ¿Quién soy yo para decirle a una persona que no se empodera con algo concreto? No hay que limitar el empoderamiento de los demás porque no existe una receta del empoderamiento, influyen mucho las circunstancias de esa persona. La equidad social y el empoderamiento de la mujer es el objetivo.
Puse de título a mi anterior libro Zorras para que partiéramos desde la más absoluta indiferencia con ese término. Que si nos lo llaman no nos duela. Si luego te quieres empoderar con ese término, como cuando lo usan en el trap las artistas, pues cada una puede hacer lo que sienta.
Experimentaste de primera mano el poliamor, ¿es posible?
Es posible, solo que no estamos preparados como base a nivel social. Sigo siendo una persona no monógama, pero el poliamor lo experimenté y para mí no sirvió. Aún así, conozca a muchas personas que les funciona, no hay que globalizar algo porque haya testimonios de gente que no les ha funcionado. Lo importante es ver qué es lo que a ti te funciona y te hace sentir bien.
El poliamor me ha enseñado muchísimas cosas que ahora aplico a mis relaciones, pero es una etapa de mi vida, y no hay que verlo como algo que funciona o no, sino como una posibilidad. Si esa forma no te funciona hay mil más, lo que tenemos que hacer es romper con la monogamia y probar.