Ángela Figuera, Carmen Conde, Gloria Fuertes o María Beneyto que permanecieron en España, junto a Rosa Chacel, Concha Méndez, Ernestina de Champourcin o Concha Zardoya entre otras, que marcharon al exilio. Estas son algunas de las voces recogidas en el nuevo libro de Reyes Vila-Belda llamado Ellas cuentan la guerra. Las poetas españolas y la guerra civil (Editorial Renacimiento).
Esta recopilación de poemas es un paso más en la recuperación de muchas figuras y escritoras españolas olvidadas en el siglo XX. En esta obra, algunas de ellas se reúnen con un tema central: la contienda. Rompiendo con la concepción paternalista que afirmaba que escribir sobre la guerra era un asunto exclusivamente masculino.
La autora lleva dedicándose a la investigación literaria desde hace muchos años. Reyes Vila-Belda es catedrática de Literatura Española, especializada en Poesía Contemporánea en Indiana University, Estados Unidos. Ha publicado otros dos libros: Antonio Machado, poeta de lo nimio (Visor 2004) y Gloria Fuertes: poesía contra el silencio. Literatura, censura y mercado editorial (1954-1962) (Iberoamericana 2017). Hablamos con ella para enfatizar la importancia de dar visibilidad a la obra de estas artistas españolas ocultas tras las sombras del franquismo y el patriarcadio.
¿Cómo nace Ellas cuentan la guerra? ¿Qué te impulsa a crear esta obra?
Este proyecto empezó como un curso graduado que impartí en Indiana University en el 2016. En ese curso leímos obras de escritoras españolas de distintos géneros literarios: novelas, memorias, poesía; que escribieron sobre la guerra civil. Desde La plaza del diamante, de Merçé Rodoreda, a El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite, las memorias de Constancia de la Mora o poesía de Ernestina de Champourcin o de Gloria Fuertes, entre otras. El interés y los comentarios de los alumnos fueron estupendos.
Al investigar sobre las poetas y la guerra me encontré con un vacío enorme. Poco después dos colegas, Maryellen Bider y Roberta Johnson, hispanistas de mucho prestigio, me invitaron a contribuir con un capítulo en su colección Spanish Women Writers and Spain’s Civil War sobre escritoras españolas y la guerra civil. Escogí escribir sobre Gloria Fuertes. A partir de ahí, me puse a trabajar a fondo en este proyecto.
¿Por qué crees que es importante reivindicar la obra de poetas españolas como las que recoges en Ellas cuentan la guerra?
Desde hace años se está haciendo una importante labor investigadora, tanto en España como en el extranjero, para recuperar la producción literaria de muchas escritoras españolas que escribieron tanto en la Edad de Plata, el período que va desde comienzos del siglo XX hasta la guerra civil, como después durante el Franquismo, especialmente durante las primeras décadas de la posguerra. Pero si consultamos las historias de la literatura, todavía da la impresión de que, en esos períodos, no hubo apenas escritoras.
Durante los años veinte y treinta, las poetas lucharon contra la sociedad de la época por defender su vocación de autoras, publicar y ser reconocidas en su campo cultural. Es el caso por ejemplo de Ernestina de Champourcin o Concha Méndez entre otras, que llegaron a ser conocidas, a pesar de que eran ignoradas por la misoginia de algunos poetas consagrados.
¿Qué supuso la guerra para estas mujeres?
La guerra supuso un enorme cambio para la mujer española. Como recuerda Mary Nash, muchas salieron por primera vez del espacio doméstico para trabajar en la esfera pública. Algunas de las poetas recogidas en la antología desempeñaron distintos trabajos: unas como enfermeras; otra fue editora de revistas culturales; otra trabajaba como contable empleada en una fábrica de material de guerra; y otra ocupó cargos en la administración. La mujer adquirió autonomía, libertad y una independencia que no había gozado hasta entonces.
Pero la situación cambió para todas al acabar la guerra. Algunas tuvieron que marchar al exilio y sus nombres cayeron en el olvido. Mientras que las poetas que permanecieron en España fueron ignoradas porque el franquismo consideraba que la cultura no era propia para la mujer. A excepción de Carmen Conde, la primera académica de la RAE, da la impresión de que en las primeras décadas de la posguerra no hubo poetas. Hoy se ha recuperado sus nombres y sus obras, como es el caso de Ángela Figuera, María Beneyto, Gloria Fuertes y otras más, o se sigue trabajando por rescatarlas. Mi contribución ha sido recopilar y difundir lo que unas y otras escribieron sobre la guerra.
El papel de las mujeres durante la guerra civil parecía algo secundario, ¿qué crees que debería de cobrar protagonismo de la mujer en la retaguardia?
Las mujeres no participaron en el frente, pero desde la retaguardia también experimentaron la guerra y fueron testigos de sus horrores. Ellas no narran batallas ni acontecimientos heroicos. Pero cuentan sus emociones y experiencias, como la muerte de sus seres queridos, ya sean maridos, padres, hermanos, hijos, novios, amantes... Así como la pérdida de la infancia o de la juventud, el miedo ante los bombardeos o los fusilamientos, y sobre todo fueron testigos de la violencia y el terror. Por medio de sus emociones individuales conectan con lo que les ha ocurrido a otros, con lo que sintió la comunidad. Esa conexión despierta empatía, establece un sentimiento de solidaridad y estimula a la reflexión.
¿Cómo nos puede ayudar el leer estos poemas a la hora de entender todo lo que sucedió durante la guerra civil? ¿Qué aportan ellas que no encontramos en las obras de ellos?
Nos ayudan a entender cómo vivieron la guerra los que no estaban en el frente, especialmente las mujeres. Ellas narran sus experiencias desde un punto de vista femenino y ginocrítico, es decir, cuentan lo que sintieron y experimentaron como mujeres, pero también lo que vieron como testigos. Son memorias individuales, que forman parte de la memoria colectiva de la nación. Esas memorias a veces son transgresoras porque contradicen otros relatos.
¿Por qué has optado por dividir esta obra en dos partes:"Las poetas del destierro" y "Las poetas que permanecieron en España"?
Al acabar la contienda, las experiencias de unas y otras, fueron muy distintas. Las poetas que tuvieron que expatriarse forzosamente o las que escogieron el exilio de forma voluntaria, vivieron el desarraigo de la tierra natal, la separación de los seres queridos, el ansia de volver, el alejamiento de un mundo conocido y la adaptación a uno nuevo, así como la pérdida de su identidad como autoras.
Mientras que las que permanecieron en España tuvieron que hacer frente a otros problemas: sufrieron hambre, escasez y penuria. Algunas no podían firmar con su nombre puesto que durante la guerra habían colaborado con publicaciones del bando republicano y tuvieron que usar pseudónimos. Otras fueron represaliadas, perdieron sus títulos universitarios y sus puestos de trabajo, o se les imponía trabas para conseguir puestos. Varias optaron por publicar sus versos más comprometidos en el extranjero para evitar la garra de la censura, con lo cual sus obras fueron prácticamente desconocidas en España durante años.
¿Qué ha sido lo más complejo de escoger poemas? ¿Has seguido algún tipo de pauta?
Algunas colecciones hoy se pueden conseguir porque sus versos se han recogido en obras completas o se han reeditado. Otras obras, en cambio, se publicaron hace muchos años y están agotadas. He tenido que hacer una enorme labor de rastreo, recurrir a patronatos o fundaciones, así como a la Biblioteca Nacional. El servicio de préstamo de mi universidad me ayudó mucho, especialmente durante COVID, cuando las bibliotecas estaban cerradas al público.
Mis criterios de selección han sido muy claros. Me he limitado a escoger poemas que tratan sobre la guerra o sus consecuencias, en lugar de ofrecer una selección representativa de la poesía de cada autora. Asimismo, no he incluido a poetas que escribieron en esa época pero no trataron el tema de la guerra.
¿Puede la poesía cambiar el mundo?
Esa es una pregunta que abre un debate muy diferente y daría para mucho.