La jornada de la doctora Cristina Caramés comienza a las siete de la mañana. Acompañada del primer café del día, se conecta al ordenador para comenzar las reuniones con sus colegas y debatir sobre los tratamientos de cada paciente. Al terminar, la coordinadora de la Unidad tumores digestivos del servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz empieza su ronda yendo de un lado a otro del hospital para asistir personalmente a sus pacientes.
Aunque le gusta la docencia y la investigación, para la doctora Caramés el trato con el paciente es lo fundamental de su trabajo. No solo busca curar, sino que es consciente de la importancia de acompañar en un momento tan complicado como lo es pasar por una enfermedad. Justamente fue una de las razones por la que se decidió por Oncología, porque "vi que había muchas cosas por hacer y que se podía ayudar mucho. A veces puedes curar y cada vez se avanza más en ese sentido, pero cuando no puedes, sí puedes ayudar y acompañar mucho. Eso me gusta", explica a MagasIN en su consulta.
Lo sabe, en parte, porque vivió de cerca la enfermedad de su tío, algo que también afianzó la idea de querer ser médico. "Cuando era muy pequeñita fui consciente de que un tío mío tenía una enfermedad muy grave: el SIDA. Ahora no es mortal, pero en los años 80-90... Me parecía bonito dedicarme a ayudar a gente como él". Todo ello se unió a que en su casa contó también con dos grandes referentes: sus padres. "Los dos son médicos. Mi padre siempre me transmitió mucha ilusión por ayudar a la gente y siempre admiré eso de él. Mi madre también es médica y se dedica más a la organización sanitaria. Es muy inquieta y siempre tuvo mucho afán por mejorar las cosas", cuenta con una sonrisa.
Proyecto HOPE
Fiel a ese objetivo de buscar el mayor bienestar para los pacientes, la doctora Caramés ha impulsado proyectos como el Hospital Oncológico Personalizado (HOPE), una unidad que ya es un ejemplo de éxito sobre cómo cambiar la cultura del hospital usando la innovación para que "todo gire en torno al paciente". "El hospital tiene una estrategia basada en una transformación digital que mejore la experiencia. Es decir, hacer que tengan menos miedo, que el proceso interfiera lo menos posible en su vida diaria", explica.
La primera parte de esta estrategia fue el proyecto HOPE, que suponía cambiar drásticamente el funcionamiento del Hospital de Día. "Antes, el paciente tenía que ir a hacerse una extracción fuera del Hospital de Día, luego ir a la consulta de enfermería, a la consulta del oncólogo... Entremedias tenía muchas esperas porque no es fácil coordinar todo. Después había que dar el 'okay', coordinarse con farmacia y finalmente ir al hospital. Entonces, tenía que ir tres o cuatro veces al hospital y, si se podía hacer todo el mismo día, pues a lo mejor estaba 10 horas en el centro".
El equipo analizó todos los factores y vieron que "el 80% de ellos eran esperas, desplazamientos y cosas que no tenían valor. Lo que tiene valor es hacer el análisis, la valoración clínica y administrar el tratamiento. Por eso lo unificamos todo en una unidad de práctica integrada: HOPE". De esta forma, en un mismo lugar realizan todos los procesos y allí van todos los especialistas, para que los no se tengan que preocupar en ir de un sitio a otro o pedir diferentes citas.
Cuando llegan "les hacemos un análisis de sangre y gracias al sistema Point of care en tres minutos tenemos el resultado. Durante ese tiempo, les preguntamos cómo están de forma estandarizada y como en el 85-90% de las veces los resultados son normales, pues tenemos preparado el tratamiento para administrar", cuenta la doctora.
Pusieron en marcha HOPE entre 2018 y 2019, y ya a mediados de 2020 el 90% de los pacientes oncológicos eran tratados por esta vía. Además, la llegada de la Covid-19 no hizo sino constatar la utilidad del sistema. "La pandemia, sobre todo entre los meses de mayo y junio de 2020, lo consolidó mucho. Ahí todo el mundo fue consciente de que no podíamos permitirnos esos desplazamientos y esperas en el hospital. El poder hacer en una cita de dos horas lo que antes hacías en cuatro o cinco días era esencial".
Asimismo, poder contar con el Point of care para realizar los análisis fue clave para poder continuar con los tratamientos. "Muchos laboratorios estuvieron cerrados durante unas semanas, dedicados a hacer PCR. Nosotros, gracias a esas máquinas, éramos autónomos, no dependíamos de nada externo", sostiene la doctora Caramés.
Siempre acompañada de los datos que demuestran la eficacia, Caramés afirma que gracias a HOPE "el tiempo de proceso baja de media un 97%". "Cuando conseguimos coordinar todas las citas el mismo día, reducimos el tiempo que el paciente está en el hospital en un 80%. Antes a lo mejor ocho o nueve horas de media y ahora están dos horas y media", cuenta orgullosa.
Asistencia Inteligente en Oncología
Una vez asentado HOPE, desde el Hospital decidieron dar un paso más en la transformación digital para mejorar los servicios al paciente. Así, en septiembre de 2020 comenzaron a trabajar en el desarrollo de la Asistencia Inteligente en Oncología (AI-ON). "Los días entre tratamientos y pruebas al paciente le surgen dudas o tiene efectos secundarios, no sabe qué tiene que comer, si tiene que hacer ejercicio... Gracias a la tecnología y al portal del paciente -la aplicación que se conecta con la historia clínica- nos comunicamos con el paciente online".
A través de AI-ON, los pacientes pueden conversar de forma directa con sus médicos y también, gracias a mecanismos de la inteligencia artificial, hacer consultas que responde un bot. "Por ejemplo, si el paciente tiene colitis, una diarrea, pero no se detectan signos de alerta y está estable, el servicio le envía un mensaje diciendo: 'No te preocupes, esto es normal dentro de tu proceso. Te recomendamos mucha hidratación, dieta astringente y que estés en reposo. Si esto continúa en 48 horas vuelve a contactar a través de la aplicación'. Así, aunque ocurra el 15 de agosto a las cinco de la mañana puede tener una recomendación fiable a golpe de clic".
Si el programa detecta que es un caso más grave, manda una notificación al móvil del oncólogo de guardia para que desde el hospital se pueda preparar la asistencia en urgencias. "Anticipa que viene el paciente y si tiene que reservar una cama se le reserva. Ya no es el paciente el que va a urgencias y tiene que esperar a ser atendido, sino que sabemos que está de camino y vamos preparando su asistencia".
Al igual que ocurre con HOPE, los datos confirman el éxito de AI-ON. "Lo lanzamos en julio del 2021 y desde entonces llevamos unos 6.500 chats de los cuales aproximadamente un 35% son recomendaciones automáticas (recomendaciones higiénicodietéticas y mensajes tranquilizadores). Otro 30% van a enfermería y otros sí que se pasan al médico para que haga una valoración urgente que puede ser presencial o no presencial".
Pero lo más importante para Caramés es que detrás de esas cifras hay una mejora real en la vida de los pacientes. "Antes mucha gente se cansaba y quería abandonar, pero ahora la adherencia a los tratamientos aumenta porque le haces la vida más fácil. A lo mejor tienen ciclos programados de enero a junio y así saben cuándo van a venir, a qué hora... Esa visión interfiere muchísimo menos en la vida cotidiana y también te da muchísima más tranquilidad".
El poder acceder a consultas en cualquier momento y la coordinación entre los distintos departamentos (oncólogos, enfermería, farmacia...) también ha hecho que se reduzcan las complicaciones. "Lo más bonito para mí fue que a medida que utilizamos todos estos sistemas vimos que el número de ingresos hospitalarios por efectos adversos, por toxicidad, disminuía hasta un 38%". Por eso, la doctora es firme al defender que se puede usar la tecnología para humanizar aún más la medicina. "Estoy convencida de que la tecnología, bien aplicada, es una herramienta que humaniza, que te permite llegar a muchos más sitios que de otra forma no alcanzas".