'Top Gun: Maverick' y las mujeres, ¿una cuenta saldada?: analizamos los personajes femeninos
Casi 40 años después de la primera entrega, repasamos los personajes femeninos de las dos Top Gun, esta vez menos distraídas por los músculos y con un par de spoilers.
11 julio, 2022 01:14No cabe dudas de que Top Gun: Maverick le está dando respiración boca a boca a las salas alrededor del mundo, contribuyendo a la reactivación del hábito perdido durante la pandemia de ir al cine.
Este filme con/de/por/para Tom Cruise, una de las últimas estrellas de su generación y cuya estampa nos hace dudar del paso del tiempo, sigue arrasando en la taquilla desde su estreno en mayo. La esperadísima secuela dirigida por Joseph Kosinski es un artilugio cinematográfico perfecto, y no es una exageración afirmar que la audiencia (me incluyo en este colectivo) abandona la sala con un inigualable chute de adrenalina, hasta con la sensación de “odiar” amar a Tom Cruise.
Top Gun: Maverick –tal como su antecesora– es una oda a la masculinidad y al patriotismo, no en vano constituye uno de los mejores reclamos para la U.S. Navy, tal como lo fue su primera entrega en 1986, que contribuyó a la salvación de la entonces crisis de reclutamiento, incrementando en un 500% la incorporación de nuevos reclutas al ejército estadounidense.
[Tom Cruise agradece a los fans y los cines el éxito de 'Top Gun: Maverick']
En aquel entonces parecía que todos los hombres quería ser tan geniales como Maverick o tan duros como Iceman (Val Kilmer); la fiebre se expandió por todo el mundo, y hasta el cantante Luis Miguel, en la cúspide de su fama, con su vídeo de La incondicional emuló a Tom “Maverick” Cruise.
En medio de esa selva copiosa en testosterona, mareadas y distraídas por tantos músculos y machotes perfectos, casi perdimos de vista a Charlie. Kelly McGillis le dio cuerpo y voz a la instructora de la Naval Fighter Weapons School (conocida como TOPGUN), derrochando inteligencia, seguridad e ingenio.
Charlie Blackwood era una mujer independiente, de alto calibre, entre tantos egos de machos alfas, que le proporcionó contrapeso a la historia. Pero lo más importante es que la fuerza y contundencia de este personaje, a pesar de ser la que le quitaba el aliento a Maverick, contribuyó a que la película pudiese sostenerse en el tiempo y el espacio, con todos los cambios vividos, incluyendo el movimiento #MeToo.
Charlie se había basado en una mujer experta en matemáticas llamada Christine Fox, quien a mitad de los 80 (cuando se produjo la primera entrega dirigida por Tony Scott) era asesora táctica de la Marina, y que en 2013 llegaría a ocupar un alto cargo en el Pentágono.
Fox y McGillis trataron de despojar a Charlie de gran parte de su carga sexual (empezando por las medias panty negras con línea vertical en la parte trasera de las piernas), así como también intentaron darle más profundidad. La unión de fuerzas no dio resultado, prevaleció, pues, la aplastante perspectiva masculina; sin embargo, Charlie logró destacarse como un personaje audaz, considerando el contexto, y bastante adelantado a su época, por decirlo de alguna manera.
En aquel tiempo cuenta en el Washington Post Eileen A. Bjorkman, coronel retirada de la Fuerza Aérea de EEUU, que a pesar de que desde 1973 se estaban entrenando a mujeres como pilotos y que existían muchas féminas más y mejor capacitadas que sus colegas masculinos, una ley les prohibía y excluía de las maniobras de combate.
Con la Guerra del Golfo Pérsico (1991) se abolió ese mandato, pero no fue hasta entrado el nuevo milenio que las mujeres pudieron pilotear aviones de combate, tal como se puede apreciar en Top Gun: Maverick con Natasha “Phoenix” Trace, interpretada por Monica Barbaro, un hecho que la coronel retirada Bjorkman apunta como un gran logro del blockbuster.
Aunque en la trama también entra en juego Callie “Halo” Bassett, encarnada por Kara Wang, Phoenix tiene un peso considerable en la historia, ya que es una de los pilotos escogidos para la misión especial que consiste en la destrucción de un arsenal de uranio de un enemigo no identificado.
Ver esta publicación en Instagram
Phoenix y Halo, además evidentemente racializadas (una jugada maestra de los productores, entre los que se encuentran el mismo Cruise y un peso pesado de la industria Jerry Bruckheimer, para asegurar diversidad), representan la evolución real de la presencia femenina en la U.S. Navy.
Aunque nos parezca poco que en estas casi cuatro décadas que separan las dos Top Gun solo dos féminas figuren entre los aviadores de élite de la ficción, Eileen A. Bjorkman asegura que actualmente las mujeres pilotos representan el 8% en la Fuerza Aérea estadounidense.
Phoenix y sus superpoderes
Salta a la vista que el personaje de Natasha “Phoenix” Trace tenía que simbolizar un cambio y evolución en cuanto a género, y sobre todo hacerlo creíble, como mujer y como profesional de la aviación.
La misma Monica Barbaro ha relatado sobre la evolución que tuvo su personaje a lo largo de todo el proceso, y no niega que una de sus grandes preocupaciones era que la convirtieran en el “objeto del deseo” o en “objetivo romántico” de cualquiera de sus colegas, en particular de Bradley “Rooster” Bradshaw (interpretado por Miles Teller), con quien tiene una alianza basada en la fidelidad y la amistad.
En ese sentido, es significativo cómo Phoenix fluye en la historia en medio de esa banda de hombres musculados con egos inmensos. Phoenix es tan ambiciosa y capaz como sus compañeros, quizás más que ellos, cosa que reconoce Pete “Maverick” Mitchell (Cruise) desde su posición de instructor.
Y aunque parezca una obviedad, hay que resaltar que sus logros y equivocaciones son presentados como producto de su condición de piloto, no por el hecho de ser mujer. Sus compañeros creen en sus habilidades y talento, por lo que la tratan como a un igual.
En ese sentido, el grupo de guionistas (todos hombres, por demás) supo darle cierto realismo a las situaciones a las que se enfrenta Phoenix, porque a pesar de la camaradería e “igualdad de condiciones” en relación a los otros pilotos, siempre va a existir un listillo que haga un chiste sexista o que lance un comentario fuera de lugar. Jake “Hangman” Seresin (el personaje de Glen Powell) es el idiota de la partida, pero que la misma Phoenix neutraliza con el superpoder de reaccionar y no quedarse callada ante sus ofensas.
Además de constituir un gran acierto en la historia de Top Gun: Maverick y una ganancia para los feminismos, Phoenix tiene madera para un buen spin-off, y quién sabe si por su causa un buen número de niñas, adolescentes y mujeres jóvenes se pongan como objetivo conquistar ese terreno atravesado por la testosterona, el sexismo y el patriarcado, aparte de ser una institución que precisamente no se caracteriza por acceder a los cambios sociales.
Penny, la que quita el aliento
Treinta y seis años más tarde, la historia tenía que evolucionar y aportar nuevos personajes. Se sospechaba que no regresaría Carol (interpretada por Meg Ryan), la esposa del fallecido Goose (Anthony Edward), pero el hecho de que no se mencione ni aparezca ningún rastro de Charlie es uno de los puntos de crítica hacia la secuela. Es decepcionante que se haya tratado como si no hubiera existido, a pesar de la importancia de ese personaje tanto en la historia del Top Gun de 1986, como en su trascendencia.
Existe, pues otra mujer que le roba el aliento al Maverick maduro, Penny Benjamin, interpretada por Jennifer Connelly. Un personaje que se nombró en la primera entrega, como una conquista de Pete Mitchell, pero a la que nunca se le vio el rostro, parecía la cuartada perfecta para desarrollar el otro personaje femenino de peso para la secuela.
Penny, hija de un coronel, es una mujer de mediana edad, divorciada, que cría sola a su hija adolescente, lleva un negocio –el bar adonde van a parar todos-; además de navegar un velero, es una tía con un carácter fuerte y definido, que no está para que le calienten la oreja con promesas romanticonas.
Todo bien, hasta que surge una línea que echa todo por tierra, nos hace resoplar y dudar de los avances en cuestión de feminismo. Después de tener sexo con Maverick (están en la cama conversando, él semidesnudo, ella vestida), sorpresivamente regresa a casa su hija Amelia (Lyliana Wray), por lo que le pide a Pete que salte por la ventana para que salga a escondidas, la razón: “No quiero ser un mal ejemplo”. ¡Plop!
La nostalgia de los 80 de repente se transforma en un tufo rancio hacia la negación de la sexualidad femenina en pleno siglo XXI. A pesar de esto, hay una disposición por parte de la audiencia de dejar pasar ese fallo que nos hace arquear una ceja en señal de desaprobación.
[El placer femenino aparece en las series de televisión ¡finalmente!]
Top Gun: Maverick constituye una secuela disfrutona y perfecta, que si bien introdujo tímidos cambios haciéndola menos misógina, saldando (en algo) la cuenta con sus personajes femeninos, y más acorde con la contemporaneidad, no deja de ofrecer la hipermasculinidad de su antecesora. Con todo, y para gran sorpresa, superó el test de Brechdel.