Lambas de Oriente Medio de diferentes colores y tamaños cuelgan en el bazar

Lambas de Oriente Medio de diferentes colores y tamaños cuelgan en el bazar Istock

Viajes

Viaje a Oriente, el encanto sin prejuicios: cuando lo real parece inverosímil

Ahondamos en la magia de una de las zonas más deseadas del mundo, rompiendo con los prejuicios y los tabúes.

25 febrero, 2024 02:14

La viajera que aterriza en Oriente por primera vez queda impresionada ante la avalancha de información que el lugar, la ciudad o el país le entregan. La cantidad de población, la diferencia de las vestimentas, el trajín de los animales y sus correspondientes olores, el deambular de los insectos, la normalidad de la suciedad, el embrujo de las telas y de los colores que las encandilan, el bullicio en las tiendas y los tenderetes y la aparente normalidad de sus habitantes, impresionan al menos impresionable.

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La coexistencia de todos los elementos en medio de un aparente caos sin orden ni concierto pueden provocar que la viajera se desajuste en cuestión de minutos. Incluso segundos. Buscar la explicación a las sensaciones que la abruman suele ser la primera intención a la que se acoge la mente para intentar salir a flote. Sin embargo, hay demasiados universos dentro del universo y analizarlos requiere tiempo. Escoger el camino fácil no suele ser el más recomendado.

Cuando lo real parece inverosímil

Los prejuicios son el pensamiento más recurrente para explicar las diferencias entre lugares, culturas, tradiciones o religiones distintos a los que la viajera conoce. Sin embargo, si pretende saltar un paso más allá, tendrá que aparcar el bombardeo de ideas en el fondo de su mochila y comenzar la aventura poniendo su mente de cero. Es difícil. Pero no imposible.

Parece que todo en Oriente tenga que guardar los tintes exóticos y sensuales con los que la princesa Sherezade entretenía al rey Sahriyar de Bagdad a fin de que no la hiciera matar. Tras la publicación de Las mil y una noches, Oriente se convirtió a los ojos de los europeos en un mundo de fantasía y espiritualidad, originalidad y extravagancia que, obviamente, no se ajustaba a la realidad, aunque tampoco la distorsionaba.

Desmontando la realidad

Si la viajera tiene la suerte de llegar durante el invierno y poder acampar una noche en el desierto, descubrirá como a la caída del sol le acompaña la bajada de las temperaturas, la soledad y el silencio. Esta es la estación que utilizan los bereberes para recogerse y pensar. Hibernar, lo llaman ellos.

Los diez meses restantes, el calor envuelve esta tierra y, a poco que se escape de las grandes ciudades, la aventurera se verá sumergida en una desbordante abundancia de tesoros arquitectónicos, hospitalidad y cobijo que, al mismo tiempo, puede ir acompañada de escasez y pobreza. A los ojos occidentales esto puede significar miseria o infelicidad, pero no es lo mismo.

Aprendiendo a caminar

En muchas ocasiones los prejuicios (al igual que las expectativas) se suelen destrozar pronto al contacto con la realidad. Consciente o inconscientemente, en Occidente impera la idea de que los valores occidentales son valores humanos de validez universal. ¿Se puede demostrar lo contrario?

Como subraya el escritor Álvaro Enterría "pretender utilizar nuestros parámetros y modos de pensamiento para juzgar o intentar comprender una sociedad y una cultura que no se deja asir por ellos por estar basada en presupuestos muy distintos es correr un riesgo muy grande de no comprender nada". Y, sin embargo, es una posición que la turista poco viajada adquiere continuamente.

Más allá de las apariencias

Oriente no se entrega con facilidad a la recién llegada: solo poco a poco, tomándoselo con tiempo, molestias e interés, podrá abrirse camino en medio de esta jungla de impresiones y comprender algo de la sociedad oriental más allá de las apariencias.

"Mi destino era Damasco, el sueño de mi infancia. Seguiré los pasos de lady Mary Wortley Montagu, lady Hester Stanhope y la princesa Tour d’Augverne, ese trío de famosas europeas que vivieron por decisión propia una vida completamente oriental. Yo procuraré ser la cuarta".

Isabel Burton, el sueño hecho realidad

Desde muy temprana edad Isabel Arundell sabía que para ser feliz debía conseguir dos cosas en la vida: casarse con Richard Burton y viajar a Oriente. Así lo explica la escritora, reportera, fotógrafa y periodista, Cristina Morató en su libro Damas de Oriente, grandes viajeras por los países árabes.

Cuando Arundell alcanzó el primero de sus sueños, puso la marcha directa a por el segundo. En el siglo XIX, su futuro marido, Richard Burton afirmó que los ingleses no comprendían en nada a los nativos orientales “siendo el principal obstáculo la casi insuperable dificultad que estriba en deshacerse de las ideas y los modos de pensar típicamente europeos”.

Richard Burton, el Kama Sutra y Las mil y una noches

El capitán Burton fue uno de los personajes más fascinantes del siglo XIX y un genio polifacético. De espíritu renacentista, militar, espía, diplomático, antropólogo y poeta, transcribió cientos de textos y se infiltró disfrazado en la Meca para testimoniar la fe oriental.

Las obras que más fama y dinero le dieron fueron la traducción al inglés de la recopilación medieval de los cuentos orientales más famosos conocidos por Las mil y una noches, y el manual erótico hindú Kama Sutra, que el autor enriqueció con los sus conocimientos adquiridos durante su estancia en la India.

Los Burton en Oriente

Tras contraer matrimonio y superar varios cargos consulares por Sudamérica, los Burton se instalaron definitivamente en la aldea kurda de Salahiyeh, a quince minutos a caballo de Damasco. Para Isabel, la misteriosa ciudad era su Jardín del Edén, “mi hermosa y blanca ciudad, llena de cúpulas henchidas y minaretes resplandecientes, cuyas deslumbrantes lunas crecientes están engastadas en tonos matices de verde”.

Lady Burton visitaba los harenes y asistía a fiestas donde tenía que ir acompañada de un intérprete masculino con los ojos vendados y, en muchas ocasiones, se deshacía de su escolta para disfrazarse de árabe y poder pasear por Damasco o explorar el desierto con tranquilidad.

Pese a disfrutar de todas las experiencias y nutrirse emocionalmente de ellas, criticó amargamente la práctica de la circuncisión y se mostró indignada ante el trato de inferioridad que se daba a las mujeres en el mundo árabe. Sus opiniones fueron un método sugestivo de acercar Oriente a los ingleses. Con sus pros y sus contras.

Adiós Oriente

"¿Cómo podré arrancar Oriente de mi corazón?", se preguntó Isabel cuando abandonó Siria; su periplo terminaría en agosto de 1871. Su marido, Richard Burton, nunca dudó en mostrar sus simpatías hacia los árabes en contra de los judíos y los cristianos, que estaban bajo la protección del imperio británico y, por este motivo, lo cesaron de su cargo como cónsul general de Beirut.

El día antes de su partida, lady Jane Digby e Isabel Burton iniciaron una excursión a caballo a través de una montaña tapizada de manzanilla. Su amiga, casada con beduino del desierto, quería que Isabel viera su último atardecer sobre los minaretes y las cúpulas de Damasco. La esposa de Burton estaba emocionada. En su interior sabía que aquella etapa de felicidad y aprendizaje llegaba a su fin.

Viajar sin vendas

Oriente es la fusión de lo viejo y lo nuevo; de la tradición y la transición; pintores, escultores, artistas, peregrinas, escritoras, aventureras se enamoraron y repudiaron a partes iguales. Desde que se abrió la grieta cultural hasta el día de hoy, El Cairo, Damasco, Estambul, El Líbano e incluso la magnitud de cualquiera de los desiertos que los rodea ha captado el interés del ser humano. Sin embargo, ¿Por qué se tiende a enjuiciar lo que se desconoce? ¿Por qué cuesta tanto asimilar la realidad de otras culturas?

El Oriente actual es tan enorme, tan complejo, tan contradictorio, tiene tanta pobreza, tanta riqueza, tantas tensiones y tanta mezcla de todo que los defectos dan base a muchas y profundas críticas. Sin embargo, cuando se descubre un país nuevo, es mejor aprender de sus virtudes antes que verse forzado a constatar sus debilidades.