Diseñador de moda, pero también de complementos, pintor, cine, fotografía… ¿a usted no se le escapa ningún arte?
La pintura siempre ha estado conmigo. Fui un niño hiperactivo y la única forma que tenía mi madre para que me quedara quieto un rato, era ponerme a pintar. También me ha ayudado como herramienta en mi trabajo en muchos casos.
¿Podríamos decir que es usted un apasionado del arte?
Siempre lo he sido. De hecho, tuve un momento durante mis estudios en la Universidad, que estuve a punto de dejarlo todo y cambiar el rumbo hacia Bellas Artes. Durante la pandemia y el confinamiento la pintura fue mi salvación. El taller estaba cerrado, no podíamos recibir a nadie y las modistas estaban en su casa. Nos tocó volver a casa con mis padres, y en ese momento los pinceles me salvaron con una disciplina bastante férrea. Hacía un retrato por la mañana y otro por la tarde, siempre con acrílico. La idea era retratar a las personas más cercanas, pero que estaban lejos por culpa de la pandemia. Fue el momento de pensar en mis amigos, en la gente que quería. A día de hoy, sigo pintando. Cada viernes acudo a una academia con mis pinceles.
¿En qué proyecto está trabajando en este momento?
Tenemos un proyecto, junto con Maite Arias de las tiendas multimarca Arias en Palma de Mallorca, en el que convergen el mundo on line y el prêt-à-porter. Yo antes, esto sólo lo hacía para mi estudio y mis clientas, y ahora he diseñado un colección, incluido el tejido, que se podrá adquirir en las tiendas y también de forma online. Esta nueva colección llamada BanDress estará disponible este próximo verano en los dos canales: en la tienda y en la página web.
Inició estudios universitarios en Ciencias Empresariales, ¿le han servido en la vida los conocimientos que adquirió entonces?
Creo que en la vida todo son matemáticas. La naturaleza es matemática pura, y por supuesto, la moda también lo es. Los diseñadores trabajamos sobre una arquitectura, sobre el cuerpo, donde todo tiene una medida exacta. Yo venía de dibujo técnico, lo normal hubiera sido ir hacia una Ingeniería o Arquitectura, pero sentía la moda desde muy pequeño. En cuanto abrió la Escuela Superior de Moda de Madrid pude convencer a mi familia para redirigir mis estudios. Algo nada fácil, ya que en los 80, las familias burguesas querían para sus hijos una profesión con título universitario.
¿Ha cambiado mucho la formación en Moda?
Se ha buscado la forma de que se vea la moda como algo atractivo, incluso la formación es ahora mucho más atractiva. Antes había muy pocas escuelas y casi todo era interiorismo. Se ha abierto mucho más el espectro para estudiar Moda y la percepción es que es un negocio de futuro, y en parte, esto se debe a Zara.
Le precede la fama del dominio de la “materia prima”, de sus telas, ¿viaja a menudo para comprarlas?
Sí. Cuando compro para mi costura, adquiero telas que realmente me apasionen. Si voy a Nueva York trato de ver los tejedores allí. Igual si voy a Milán, Roma o París… Incluso últimamente, en Berlín de vacaciones, he ido a ver dónde compran los diseñadores berlineses sus telas, y de ahí me he traído cortes que hacen que mi “sala de telas” en el atelier sea algo diferente a lo que se puede encontrar en el taller de otros diseñadores que tienen un muestrario. Cuando tu tienes la tela in situ puedes ponerla directamente encima de la clienta.
Se ha abierto más el espectro para estudiar Moda, la percepción es que es un negocio de futuro y en parte esto se debe a Zara
En cuanto a preferencias, me encantan las lanas, el crepé y en verano, el algodón para el sport. Ahora, intentamos que todo los tejidos lleven elastán, una fibra un poco elástica porque ahora, tras la pandemia, no aguantamos nada rígido sobre el cuerpo en nuestro día a día. También, se han eliminado los forros de las chaquetas, las entretelas y buscamos que una prenda sea como una segunda piel.
Y en alta costura me encanta el gazar, uno de los tejidos más complicados de confeccionar y que fue el tejido estrella de Balenciaga. En los años 60 Balenciaga encargó crear a los tejedores de Abraham en Zurich, una arpillera de saco en seda natural, una tela que tiene movimiento propio.
¿Cómo gestiona todas las expectivas de las novias que llegan a su taller para hacer su vestido de boda?
A las novias siempre les digo lo mismo, que vayan a alguna tienda y que se prueben muchos trajes. A nosotros nos gusta recibir a las novias que ya se han probado trajes blancos, porque aquí no se van a probar ni un sólo un vestido blanco.
En mi estudio, se prueban trajes de noche, porque al final un traje largo no deja de ser un traje de noche. Si te gusta una hechura, te gustará en blanco. Nosotros también estamos para decirle lo que le va mejor a su cuerpo, a su tez, etc. No todo el mundo puede ir de blanco radiante…
Al final, es un tema de confianza, como cuando se va a un cirujano. Nunca le dices lo que tiene que hacer...
¿Cómo ha influido la Covid-19 en su negocio? ¿Ha cambiado algo en el mundo de la Moda?
Nos hemos mudado a un estudio en el centro de Madrid, donde converge moda, arte y vivienda. La sala de costura es más pequeña y la de prêt-à-porter más grande.
En general, durante la pandemia nos hemos relajado en la forma de vestir, y como consecuencia, lo superfluo sobra. Incluso en la alta costura se busca una línea distinta que lo que se venía haciendo. Antes era pura expresión personal. Hoy la gente prefiere gastarse en un abrigo muy bueno, pero no se lo gastaría en un traje de noche para una boda. Incluso los tiempos de las bodas también han cambiado. Antes era impensable que una novia no tuviera su vestido preparado tres meses antes, y ahora es lo normal.