Desde muy pequeña, Laura Ponte (Vigo, 1973) diseñaba prendas. “El primer traje lo hice para una tía mía con 15 años”, explica. En su casa de Puerta de Hierro, ahora reconvertida, lleva adelante desde hace cuatro años un taller de costura a medida y joyería para novias e invitadas.
Si uno no conoce su proyecto, es fácil adivinar que los diseños de Laura Ponte son elegantes, algo lógico para una persona con tanta cultura de moda. Haber sido top model internacional suena así. Pero no resulta fácil adivinar que su abuelo materno era sastre, y que la ropa no es para ella sólo el recuerdo de cómo se ajustaba sobre sus caderas un vestido larguísimo de Valentino con el que desfilaba, sino mucho antes, la sensación de la tela entre los dedos.
“Desde pequeña, nos hemos hecho la ropa. Mi abuelo había fundado unos almacenes de venta de prendas con una parte de sastrería, y recuerdo a mi familia mirando las telas. Había mucha cultura de moda en la cuenca minera. Y allí se vendía de todo, desde los tejidos para confección a un paraguas o un abrigo, en aquella zona que no había casi comercios”.
A su madre le gustaba mucho el cine y compartió con ella esa afición por aquellas imágenes icónicas de mujeres que aparecían en la gran pantalla. “Muchas veces las cosas que nos atraían de pequeñas son las que hemos hecho en esta vida, ¿no es verdad?”.
La casa del espejo
“Ahora estoy haciendo trajes de novia por encargo”, explica a MagasIN. “He tenido una vida profesional muy curiosa, pero aún vivo con una especie de caos organizado, nunca sé qué día es y nunca me acuerdo de los años. Contabilizo las cosas de otra manera”, retrueca.
Se considera creativa, al menos por lo que le dicen. “La gente dice que soy muy creativa, yo creo que la creatividad la tiene todo el mundo, no sólo tiene que ver con pintar, es un término más amplio. Pero sí, mis amigos dicen que se me ocurren ideas todo el tiempo”.
Es autodidacta, claramente. “Sin filtro, vomito ideas. Yo funciono mucho en lo inmediato, actuando sobre un objeto. Se habla mucho hoy en día de creatividad, no sé bien cómo definirla, yo creo que creativo es mejor como adjetivo” .
Se describe como una persona con imaginación y que resuelve rápido las cosas, “genero cosas, se me ocurren muchas ideas, llámalo creativa o inquieta”. Además de su labor de costura, sigue siendo imagen en alguna ocasión o apoyando iniciativas interesantes. “Hace años que dije que ya no era mi primera intención, pero si es algo muy interesante, acepto”.
Lleva años pintando, diseñando joyas, y esto le ha dado un pulso inmediato de “qué se cuece y se mueve, a nivel artístico, cómo se comunica,…”. Hay veranos que los pasa enteros dibujando. Más que observadores, dice que necesita cómplices, y más que dibujar o pintar escenas estáticas, contar historias.
Agua y algodón
¿Qué opina Laura Ponte de la moda? “No me creo la mitad de las cosas, no me hago estilismos ni nada, pero como industria me sigue pareciendo muy interesante. A veces veo cosas que me gustan y me da una vibración interesante de lo que pasa en la sociedad”. Para ella, “la imagen es muy poderosa, muy convincente y muy engañosa”.
¿Y las prendas que realizas?
Es ropa que me encargan, me gusta trabajar con cada persona, que tiene un carácter, que se mueve de una manera... El traje de novia es algo muy concreto de todos modos, se trata de un día determinado en el que muchas veces hay un compromiso familiar y social, muchos ingredientes que conciliar. Depende de dónde te casas, de con quién, mucha gente interviene en ese proceso: tiene una parte psicológica que me atrae muchísimo.
¿Disfrutas de ese proceso de creación conjunta con cada mujer?
Me encanta embellecer y me gusta ver a cada mujer guapa, sacar lo mejor, en lo que ellas a lo mejor no habían pensado o no se atrevían, por complejos o ideas equivocadas, darles confianza…
¿Cómo son tus clientas?
De todo tipo. Cuando vienen, me comprometo a hacer algo juntas. A veces, a hacer algo, otras, a transformar algo, lo cual puede ser menos costoso, pero más lógico.
Eso será menos interesante económicamente como empresaria, ¿no?
No soy una gran negociante, nunca me han gustado los números. Soy muy justa y me cuesta generar y vender algo que no necesiten. Yo viviría del trueque, el valor real de las cosas depende de las necesidades.
Aun así, estás teniendo éxito…
Digamos que mantengo un equipo, así que sólo por eso está yendo bien. Estoy contenta e ilusionada, me encantan las novias con las que trabajo y con las que se entabla una relación, a veces pasajera y a veces no. Ahora son épocas complicadas…
Tuviste éxito en el pasado y lo vuelves a tener…
He tenido mucha suerte. Ganaba mucho dinero comparado con la gente de mi edad, pero no soy ambiciosa, creo que el dinero no es lo más importante cada día.
“Depende de dónde te casas, de con quién, mucha gente interviene en ese proceso: tiene una parte psicológica que me atrae muchísimo”
¿Y qué es lo importante?
Para mí, por ejemplo, estar tranquila, disfrutar con lo que haces y con las personas que te rodean…
“Es de mi propia invención”
¿Cómo es un día tuyo cualquiera?
Me lo paso muy bien todos los días, nadie me quita de mis penas, claro está, pero soy positiva, y la verdad es que procuro reírme mucho y pasarlo bien siempre que puedo. Creo que me ilusiono con mucha facilidad. Mis días son cambiantes, a veces viene gente nueva a contarme su proyecto y eso me encanta.
¿Te gusta hablar con gente diferente cada día?
Me encanta conocer gente, pero tengo muy poca memoria, no puedo cotillear por eso.
¿Cómo es el proceso que usas para crear las prendas? He leído que lo haces sin patrón, colocando telas encima de la persona.
Yo empiezo desde cero cero, nadie se prueba algo que está colgado y la convenzo de que está genial. Decidimos día a día cómo será el vestido, lo voy haciendo sobre ellas, se van reposando las cosas, paso el tiempo que sea necesario con ellas yendo poco a poco. Es un proceso muy consciente.
¿Algo que se repite o que tiendas a hacer?
No, cada vestido es diferente, de mi propia invención. Quizá me gustaría hacer cosas más distintas, pero yo creo que la gente va colocando las ideas siempre.
¿Das difusión a estos modelos de, digamos, alta costura o artesanos?
Hay gente que decide publicarlo, muchas novias no quieren mostrarlo y se respeta eso, claro.
Los no-recuerdos
¿El vestido más bonito que has visto?
No soy una persona mitómana, he conocido a gente muy guapa, pero he visto prendas que no se correspondían con la persona, que se tenían que llevar el uno al otro, algo no es bonito si estás incómoda. Por otro lado, después de todo lo que he visto, no me acuerdo de nada, ni de quién, ni de dónde lo he visto.
Eso es síntoma de buena inteligencia o de ensimismamiento…
Y no sólo me pasa esto con la moda, con la pintura, por ejemplo, me pasa igual. Veo cosas que me gustan, pero no recuerdo el nombre.
¿Un diseñador infalible?
Yo te aseguro que me he puesto ropa maravillosa de mucha gente, y de esos mismos diseñadores cosas que no me gustaban.
¿Es muy diferente tu papel ahora, al otro lado, siendo además conocida?
Sí, es muy distinto. Pero piensa que para mucha gente no soy nadie. Las chicas que no son de mi generación no tienen ni idea de quién soy. En cualquier caso, creo que el nombre siempre va asociado a un carácter. Hay gente que te llama porque les gusta lo que comunicas… depende.
¿Qué opinas de eso, de la fama?
Cuando eres un nombre es cuando a la gente con 22 o 23 años les gustas. Luego fui otra Laura porque tuve otra fama fuera de mi trabajo y ahora soy de nuevo Laura Ponte. Hay marcas que creen que les represento de alguna manera.
¿En qué sentido?
Quizá caigo simpática porque parece ser que es fácil trabajar conmigo, no pongo muchos problemas, siempre aviso además, en mi agencia lo saben, de que tengo una talla 40-42, 48 años, y no hago lencería. En las fotos que me hacen, a veces me quitan las arrugas y otras veces no [bromea].
Al otro lado del espejo
Entonces no te consideras de otro planeta.
Soy muy de calle, con un físico muy asequible, hay gente que me ve rara [bromea]. En foto no me veo tan rara, soy una persona asequible, gesticulona, expresiva.
“Para mucha gente no soy nadie. Las chicas que no son de mi generación no tienen ni idea de quién soy”
Se habla de una intensidad en tu forma de posar.
Intensa, jajaja [ríe espontáneamente]. No he tenido miedo a ser expresiva, no creo que la expresión me quite mi pequeña belleza. Cuando trabajaba fuera me decían que parecía una actriz más que una modelo, pero sinceramente no entiendo qué concepto tiene la gente de la belleza, qué hemos hecho tan mal para que ahora haya esa obsesión de las niñas con los filtros: esa belleza pluscuamperfecta es horrenda.
¿Entonces no te consideras que tienes una cierta intensidad?
Me paso el día riéndome, te lo juro, es lo que más me gusta del mundo. He sido muy tímida y en mi trabajo ha funcionado más esa parte mía. Yo no llego a los sitios y me coloco en el centro, pero me río con la gente y detesto a la gente que se cree algo con los demás.
Sin embargo, hay elecciones muy serias (como el vestido de novia).
Mira, el sentido del humor es como el aire, lo necesitamos, y más en estos tiempos. Soy muy alegre y rara vez me siento ofendida. Me lo he mirado mucho, escucho mucho y si no dejo ver mucho es por muchas cosas que me han pasado, con esa exposición la gente crea imágenes rápidas de las personas.
¿Qué esperas de 2022?
Vivo al día y con mis hijos, que tienen un proyecto de vida muy largo. A veces, tengo que pensar como dice mi madre, que ‘no se puede vivir tan al día’, pero es que el futuro es hoy. Es verdad que la vida te compromete de otra manera, pero no tengo planes, estar bien de salud y que mi día a día pase bien… Qué barbaridad de cosas horribles pasan y las vemos con una tranquilidad pasmosa, ¿no crees?
¿Y con la educación de tus hijos?
Que se vayan haciendo tal como sean, no puedes controlarlo. Intento que sean reflexivos, abiertos, el mismo ejercicio que hago yo lo tienen que hacer ellos, pero los niños tienen unos instintos mucho más sanos, que no se deformen y ¡que no los deforme yo! Hay que preocuparnos por otros, especialmente en la sociedad en la que vivimos, y por el mundo que nos rodea, cuidarlo.
¿Quién o qué te inspira?
Tengo un montón de amigas que me sorprenden de muchas maneras, que son muy cercanas y que son anónimas. Me impresiona mucho la gente que se ocupa de otras personas. Tengo una amiga mía que se llama María Palacios que tiene una fundación, cinco hijos, el segundo con parálisis cerebral y es increíble cómo son sus hijos, cómo es esa familia, cómo han impulsado un centro de atención temprana… Me inspiran las mujeres que tienen familias y niños y que son generosas y hacen lo que sea por quien sea. Y resulta que si miras un poco, el mundo está lleno de mujeres que son capaces de atender lo suyo, lo de los demás y están todo el rato de buen humor. Esa es la gente que me gusta, el grupo de mujeres que me rodean. Yo necesito a mi lado, tener una energía sana y buena, no tienen pereza para la vida de nada…
Reflexiones delante del espejo
¿Alguna reflexión reciente que te acompañe?
Antes estaba pensando de nuevo y lo comparto contigo, que hay cosas de nuestra memoria selectiva que debemos borrar casi por salud mental.
¿Te refieres a lo trágico?
Mira, estoy rodeada de gente con mucha cabeza, con reflexión y análisis y yo no tengo memoria… Pero últimamente además, me pregunto de qué manera sanamente podemos acordarnos de las cosas, qué espacio tenemos que dejarle a las cosas que realmente son importantes y qué cosas tenemos que olvidar cada día.
¿Un olvido sanador?
La salud también tiene que ver con qué punto dejar ese margen de memoria, para que sea indestructible y que eso que recordamos ya nos dé igual. Qué parte de la memoria tenemos que conservar, que sea la buena, que sea presente, y cuál controlar para que no nos haga daño todos los días… Una memoria que nos deje respirar y trabajar, y generar cosas buenas y estar bien.