El ansia por la ropa dopamina dominó las últimas colecciones.

El ansia por la ropa dopamina dominó las últimas colecciones.

Moda

La ropa 'dopamina' o cómo mejorar la productividad en el trabajo con la prenda adecuada, según la ciencia

Vestir de amarillo no va a conseguirte un ascenso mágicamente, pero distintos estudios sobre psicología muestran que las prendas pueden impactar positivamente en tu carrera profesional.

23 septiembre, 2024 07:59
María José Pérez Méndez Julia Ramirez

Los volúmenes, las flores y los lunares de la colección de primavera-verano 2025 de Wes Gordon para Carolina Herrera han despertado una miríada de comentarios positivos en las redes sociales.

Unos que más allá de la hiperfeminidad (que siempre parece tener buena acogida en esos foros), destacaban la opulencia más o menos controlada de las piezas. Gordon conoce bien a su clientela, pero también ha conseguido sintonizar con un sentimiento general que ya se experimentó cuando volvimos a salir de casa tras los confinamientos de 2020: el de disfrutar a través de la teatralidad en la ropa.

Había que recuperar el tiempo perdido, había que vivir en un solo fin de semana y en un solo vestido todas esas salidas truncadas, todas esas reuniones que no pudieron ser o que se desarrollaron a través de una pantalla que apagaba el brillo del collar XL y del satinado de la blusa.

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El ansia por la ropa dopamina dominó las colecciones y las ofertas de las tiendas, haciendo que el término quedase asociado a un maximalismo que vuelve a adquirir relevancia ahora. Pero ¿qué es en realidad la ropa dopamina y cómo podemos usarla en nuestro beneficio (también en el trabajo)?

Ropa dopamina 

Si atendemos a los titulares que llevan años circulando online y a cómo describen algunos directores creativos sus colecciones (Gordon entraría en esta categoría), podríamos pensar que ropa dopamina es toda aquella que brille o esté teñida en colores vivos y con asociaciones positivas según la psicología del color, como el amarillo.

No es un tono seleccionado al azar, sino el que le sirvió a The Guardian allá por 2017 para arrancar un artículo titulado Dopamine Dressing - Can you dress yourself happy? debido al furor que había desatado el color tras el estreno de La La Land.

Sin embargo, tanto la publicación como Carolyn Mair (psicóloga que ha desarrollado un máster en psicología de la moda en el London College of Fashion) o Shakaila Forbes-Bell (doctora en psicología de moda y autora del libro Big Dress Energy), coinciden en que la ropa dopamina no ponerse el arcoíris y las lentejuelas encima. "Debido a que el significado del color se construye cultural y socialmente, la interpretación de su significado es subjetiva y depende de múltiples factores", afirma Mair en su ensayo The Psychology of Fashion.

Llevar un artículo que genere reacciones positivas nos hará sentir bien.

Llevar un artículo que genere reacciones positivas nos hará sentir bien. Getty Images

"Dado que nos comportamos en parte en respuesta a las reacciones de los demás, llevar un artículo que genere reacciones positivas nos hará sentir bien". O lo que viene a ser lo mismo: aunque ningún color ni ninguna forma tienen el poder de levantar el estado de ánimo per se, que sean percibidas como positivas socialmente va a influir en el significado simbólico de la prenda y en el poder que cada individuo le otorgue.

Si a esto le sumamos que la dopamina, un neurotransmisor que produce una "recompensa", produce sensaciones de placer y refuerzo que nos motivan a seguir realizando determinadas acciones, el resultado es una ecuación sin margen de error.

En otras palabras: si la sociedad y tu entorno creen que vestir de amarillo produce felicidad, es más que probable que tú pienses lo mismo y te sientas más alegre cuando vistes amarillo... a no ser que alguna experiencia personal te haya hecho odiar ese color.

La experiencia

Mair es rotunda al afirmar que "el color importa en cuanto al significado simbólico que le atribuimos y al grado en que creemos en sus poderes". Poderes. Un término que, lejos de las connotaciones místicas o sobrenaturales, tiene que ver con algo parecido al efecto placebo.

En concreto, con lo que se conoce como enclothed cognition, término acuñado por Hajo Adam y Adam Galinsky en 2012 tras realizar una investigación que demostraba que la ropa que vestimos puede cambiar nuestros procesos mentales y acciones posteriores debido (entre otros factores) a los esquemas psicológicos asociados a las prendas.

En el experimento, los investigadores pidieron a un grupo de participantes que llevasen batas blancas para realizar dos pruebas de atención. Al primer grupo, se le dijo que las batas blancas eran de pintor, las que se usan para algunos proyectos artísticos. Al segundo, que eran batas de laboratorio de médicos.

Y sí, quienes creían que llevaban batas de médicos tuvieron puntuaciones significativamente más altas que quienes creían que estaban vestidos como pintores creativos. ¿El motivo? Según cuenta Forbes-Bell en Big Dress Energy, que según el patrón de pensamiento general (y el efecto halo), el esquema-persona de un médico incluye descripciones como 'metódico', 'atento' y 'usa bata blanca'.

"Cuando usamos ropa que evoca estos esquemas psicológicos, los internalizamos o encarnamos, y esto se manifiesta en las formas en que pensamos y nos comportamos", explica la autora.

Una anécdota que arroja todavía más luz al asunto: en el extracto de una entrevista recogida en Cómo ser adorable según Audrey Hepburn (Melissa Hellstern, 2004), la actriz comentaba que la ropa la ayudaba en su carrera.

"Como no poseía la técnica para poder enfrentarme a un papel, de la manera que fuera", explicó, "resultaba de gran ayuda saber que tenía el aspecto del propio personaje. Entonces, el resto ya no resultaba tan complicado [...] Digamos, de una forma muy obvia, que haces una película de época, ya sea Guerra y Paz o Historia de una monja, en la que llevas un hábito. Una vez que estás dentro del hábito de esa monja no es que te conviertas en una monja, pero caminas de un modo diferente, sientes algo".

La experiencia personal es ineludible a la hora de notar los efectos de una prenda.

La experiencia personal es ineludible a la hora de notar los efectos de una prenda. Getty Images

Un ejemplo perfecto de enclothed cognition años antes de su estudio formal. Aunque los disfraces o los vestuarios de época ponen por delante casos extremos y sencillos de entender, los que enfrentamos a diario son un poco más sutiles y volátiles: como sostiene Mair, la experiencia personal es ineludible a la hora de notar los efectos de una prenda sobre el estado de ánimo.

Por eso, aunque el amarillo esté codificado como alegre, si tuviste la mala suerte de llevar amarillo un día en el que pasaste por una mala experiencia, es poco probable que puedas sentir energía al volver a colocártelo. Corolario: hay que ponerle voluntad y dejarse llevar en mayor o menor medida por lo universal. Sobre todo, si quieres proyectar determinados mensajes ante una audiencia como la de la oficina.

Ropa dopamina y trabajo

No hacen falta demasiados estudios que lo confirmen y aun así, los hay: somos más productivos cuando somos felices. En concreto y según la Universidad de Warwick (a través de una investigación realizada en 2015), un 12%.

El doctor Daniel Sgroi, uno de los líderes de la investigación, concluyó que "los trabajadores más felices utilizan el tiempo de manera más eficaz, aumentando el ritmo al que pueden trabajar sin sacrificar la calidad".

Y aunque los estímulos que te pueden llevar a experimentar esos sentimientos son variados, la ropa influye. Al menos, para más de dos tercios de los británicos, según estimó una encuesta global publicada por Independent en 2019.

Los datos son cuanto menos curiosos (y significativos): el 40% de los encuestados afirmó que la ropa podía hacerles sentir seguros y confiados, mientras que el 35% aseguraba que sentían que un día les había ido mejor de lo previsto por su ropa. El último porcentaje, aportado por The Journal of Experimental Psychology y recogido por Kumar para Entrepeneur es el más contundente: más del 96% sostuvo que habían experimentado "un cambio en su estado emocional al cambiar su estilo al vestir".

Hay más: en 2010, otro estudio demostró que la personalidad, la emoción y el estado de ánimo se gestionan y reflejan a través de la ropa, indicando "fuertes relaciones entre el estado de ánimo, la personalidad y la preferencia por un estilo de ropa".

Como indica Forbes-Bell en su libro al repasar este experimento, "las investigaciones muestran que cuando usamos nuestras prendas favoritas, nos ayudan a controlar nuestras emociones, fomentan un sentido de unión e incluso nos hacen sentir más extrovertidos".

La vestimenta es la forma en las que las personas aprenden a vivir en sus cuerpos.

La vestimenta es la forma en las que las personas aprenden a vivir en sus cuerpos. Getty Images

Joanne Entwistle, doctora e investigadora universitaria, reafirma esta relación en su muy citado The Fashioned Body: "La vestimenta es la forma en las que las personas aprenden a vivir en sus cuerpos y se sienten a gusto con ellos. Si usamos la ropa adecuada y nos vemos lo mejor posible, nos sentimos a gusto con nuestros cuerpos, y lo opuesto es igualmente cierto: si nos presentamos a una situación vestida de manera inapropiada, nos sentimos incómodos, fuera de lugar y vulnerables".

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Así que ¿por qué habría que dejar esas prendas que nos hacen sentir bien y especiales solo para ocasiones marcadas en el calendario en vez de darles salida en el día a día y en el trabajo?

¿Qué ropa y accesorios me harán rendir mejor?

La travesía te habrá llevado a una conclusión clara: la ropa dopamina es aquella que, en general, tiene una percepción social positiva y, sobre todo, te hace sentir bien y segura, y utilizarla en la oficina puede hacer que rindas más. Y aunque la confianza y la belleza están sujetas a criterios personales, las experiencias universales (como señalan todos los estudios y expertos) no pueden obviarse. Lejos de complicar el asunto, esto es una buena noticia: hay un plan de acción básico sobre el que poder construir tu propia estrategia.

  • La ropa formal puede aumentar tu capacidad para resolver problemas. La asociación de la ropa formal y las prendas sartoriales con el poder es antigua pero no por ello menos efectiva. En 2015, la revista Social Psychological and Personality Science publicó un estudio que investigaba el impacto de la ropa en el proceso de pensamiento de los estudiantes universitarios. ¿La conclusión? Que los que se consideraban vestidos de manera más formal que sus compañeros pudieron adoptar una "mejor visión holística del mundo", eran más propensos a la participación en el pensamiento abstracto y tenían más posibilidades de alcanzar sus objetivos a largo plazo. No es que tengas que ponerte un traje de chaqueta todos los días, pero sí perderle el miedo al overdressing y al maximalismo controlado.
  • Detecta tus prendas dopamina y úsalas aunque parezcan salirse de la tónica general de tu trabajo. A pesar de que las personas pueden sentirse atraídas por quienes visten de manera similar a ellas, inyectar tu personalidad a esos estilismos no es solo algo deseable, sino también recomendable. Al menos, según el estudio de 2021 llamado La ropa hace al líder, en el que se comprobó que "vestirse de manera diferente puede aumentar los índices de aprobación y carisma en el mundo laboral".
  • La ropa un poco ajustada te hará parecer más profesional, confiable y exitosa que la oversized. A pesar de que las chaquetas de medidas generosas han llenado el street style, las redes sociales y las tiendas, las prendas que parecen hechas a medida causan mejor impresión que las que parecen o muy grandes o muy pequeñas. El motivo al que apunta Shakaila Forbes-Bell es que "usar ropa ajustada en lugar de ropa de gran tamaño puede considerarse un acto de celebración [...] nos permiten celebrar nuestra figura e infundirnos de una sensación de confianza al decir: 'Este es el cuerpo que tengo; admíralo conmigo'. Esta confianza puede afectar indirectamente la forma en que los demás nos perciben, porque cuando te sientes bien contigo mismo, la gente gravita hacia ti". La manera más sencilla de acercarte a esta sensación es llevar tus prendas favoritas a modistas o tiendas de arreglos para hacer las modificaciones necesarias.
  • La formalidad no debería estar reñida con la comodidad. Es una máxima que debería aplicarse a la vida en general, pero en especial al ámbito laboral: llevar ropa que percibas como cómoda, independientemente de su estilo, te ayuda a procesar mejor la información que si no te encuentras bien con lo que llevas. Sucedió con los estudiantes participantes del estudio de principios de los 2000 que llevaron a cabo Bell, Cardello y Schutz: los estudiantes que se sentían cómodos, obtuvieron mejores resultados en las pruebas que los que no. Lo curioso es que los investigadores detectaron que cuanto más formal era el atuendo, mayor incomodidad experimentaban, así que intenta buscar un equilibrio y, sobre todo, moverte todo lo que puedas con ese traje antes de comprarlo: no querrás que un efecto positivo anule al otro.