El arte del desgaste: ¿por qué sigue triunfando el aspecto voluntariamente 'roto' o 'sucio' en el mundo de la moda?
- Prendas y complementos con un aspecto aparentemente envejecido y/o destrozado se han popularizado, confirmando un cambio de paradigma.
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En 2022, Balenciaga lanzó a la venta un modelo de deportivas que no tardó en hacerse viral: sucias, desgastadas y con el nombre de la firma escrito en un lateral a modo de grafiti, las Paris Sneakers eran una apuesta arriesgada pero finalmente ganadora de casi 1.500 euros. Su éxito corroboró el peso de un fenómeno en auge en el sector: el poder de la estética desgastada.
Con rotos, sucias, envejecidas… estas prendas y complementos se presentan como una declaración de intenciones, en un mundo en el que prospera el sentido del detalle. "Veo su éxito como un reflejo de las tensiones y aspiraciones de nuestra sociedad contemporánea. Estas piezas no son una simple elección estética, sino un lenguaje visual que comunica autenticidad, rebeldía y una desconexión deliberada de los ideales tradicionales de perfección y lujo", según Sandra Bravo, Doctora, consultora y profesora de Diseño y Sociedad en la Universidad de Diseño, Innovación y Tecnología (UDIT).
Analizamos los motivos del éxito de esta estética, que gana peso en la industria, a medida que crecen las expectativas de las nuevas generaciones sobre lo que debería significar la moda.
El origen
Este interés por el desgaste estético no es tan reciente como podría parecer. "Tiene raíces históricas en movimientos contraculturales como el punk, que en los años 70 utilizó los rotos y desgarros como símbolo de resistencia frente a un sistema rígido y burgués. Lo que entonces era un acto de protesta hoy se ha resignificado en el mundo de la moda contemporánea, adoptando un giro irónico", explica Sandra Bravo.
Rotos, prendas manchadas y otras formas de desgaste se convirtieron en el símbolo de una pequeña revolución y de una voluntad de emancipación de una sociedad aparentemente encorsetada. El oponerse a la estética convencional no solo se convirtió en una señal de rebeldía, también recordó que la vestimenta es una forma de expresión de opiniones y posiciones, sobre todo para la juventud.
"Desde la sociología existen algunas interpretaciones sobre este fenómeno que comenzó a manifestarse en la moda con más fuerza hacia fines del siglo XX. En efecto, cuando una época o un modelo social está finalizando, se expresa, a su vez, en cambios en los modos de vestir", detalla la investigadora y catedrática de sociología de la moda en la Universidad de Buenos Aires, Laura Zambrini.
"Por ejemplo, algunas formas, estilos o siluetas se exageran, llegando en algunos casos a saturar visualmente. En ese sentido, el desgaste como concepto estético coincide con la crisis de la sociedad industrial y las profundas transformaciones de los lazos sociales producto del cambio de paradigma. Así, la falta de terminaciones en las costuras, jeans con desgarros y prendas con efecto sucio expresan el desconcierto social ante los cambios y desafíos que el nuevo milenio conlleva", recuerda la experta.
En los años 2000, esta estética vivió un nuevo repunte de la mano de iconos pop que fascinaban a las generaciones más jóvenes. Britney Spears o Christina Aguilera encarnaron parcialmente esta búsqueda de cambio y de nuevas referencias estéticas, con un nuevo milenio por delante.
Marcas 'destroyed'
¿Pero qué marcas apuestan realmente por esta tendencia? Firmas de lujo como Golden Goose, famosa por sus zapatillas de efecto usado "han convertido lo imperfecto en un símbolo de estatus, transformando algo aparentemente descuidado en objeto de deseo", explica la docente.
En las pasarelas, su presencia es recurrente: "Diseñadores como Kawakubo, Westwood y Margiela son de los que más han integrado la imperfección como un recurso estético en sus colecciones. Así lo demostró Unraveled, una exposición presentada en el Fashion Institute of Technology de Nueva York en 2018, que exploró precisamente la psicología detrás de esta estética alterada, inacabada o deconstruida. Un enfoque que no solo redefine el concepto de belleza, sino que también cuestiona las normas del lujo y el prestigio asociados a lo inmaculado".
La publicidad también desempeñó un papel clave en la visibilización de este fenómeno. "Las campañas de las marcas han reforzado este discurso. Diesel, con su 'Go with the Flaw' en 2017, invitaba a abrazar las imperfecciones como una virtud; mientras que Vetements ha llevado esta idea al extremo, utilizando prendas deliberadamente desgastadas como crítica al exceso de producción en la industria", subraya Sandra Bravo.
"Estas estrategias no solo venden un producto, sino una actitud: desafiar lo establecido, celebrar lo inusual y adoptar un enfoque irónico frente a las normas", añade.
El contexto actual
El éxito de esta estética está relacionada con la actualidad y de forma más específica, la omnipresencia y perfección del mundo visual generada por las redes sociales. Ir en contra de este discurso aceptado es una forma de rebeldía y de reapropiación de la imagen.
"Este fenómeno conecta profundamente con el contexto actual. En una era marcada por la producción masiva y la obsesión por la perfección en redes sociales, lo desgastado ofrece una narrativa alternativa. Estas prendas parecen contar una historia, aunque sea ficticia, que las hace únicas. Para las generaciones más jóvenes, especialmente millennials y Gen Z, esta autenticidad simulada tiene un atractivo especial", tal y como lo explica la experta de la UDIT.
En este sentido, "lucir un par de zapatillas 'sucias'; o unos vaqueros rotos no solo es un gesto de estilo, sino una declaración de intenciones que dice: 'No sigo normas'. Desde una perspectiva estética, esta tendencia dialoga con conceptos como el wabi-sabi, la filosofía japonesa que encuentra belleza en la imperfección y la transitoriedad".
Esta búsqueda voluntaria de la imperfección es, según lo define la experta, "moda líquida: una sucesión de tendencias que fluyen sin un fondo ni forma fija, adaptándose al cambio continuo y reflejando las tensiones de nuestro tiempo". Subraya una paradoja clave: lo que en su origen era un símbolo de resistencia y subversión ha sido apropiado por las marcas de lujo, convirtiéndose en un bien aspiracional. "Este juego de contradicciones es, en esencia, parte de su atractivo: lo roto y lo 'sucio' desdibujan los límites entre lo popular y lo exclusivo, lo descuidado y lo deliberado".
Las nuevas generaciones son las más cercanas a este fenómeno, según Laura Zambrini: "Los jóvenes especialmente se valen de esta tendencia porque han sabido encausar en el vestir formas de rebeldía a través de estéticas contraculturales como un rechazo a los valores más tradicionales".
"Sin embargo, es probable que esta tendencia siga presente cada temporada hasta que las nuevas formas sociales logren una relativa estabilidad. Es decir, desde mi punto de vista, la moda del desgaste expresa (valga la redundancia) el desgaste de las instituciones, valores y formas de vida que fueron dominantes en la sociedad industrial", destaca.
Un planteamiento sostenible
Criticada y aclamada a partes iguales, esta tendencia también resulta llamativa desde un punto de vista sostenible. En efecto, "comprar ropa nueva con un aspecto desgastado o envejecido resulta paradójico en un mundo donde los residuos textiles son un problema alarmante. La moda es una de las industrias más contaminantes del planeta, y seguir creando prendas nuevas que imiten el desgaste, en lugar de aprovechar las ya existentes, intensifica este impacto ambiental", según Sandra Bravo.
Las plataformas de segunda mano se presentan como una solución coherente ante esta situación: "Recuperar y transformar ropa usada es una solución más sostenible y coherente con las necesidades actuales. Marcas como Levi's, con su línea Re/Done, han demostrado cómo reciclar prendas desechadas puede dar lugar a colecciones únicas y con valor añadido".
Además, "ofrece una alternativa accesible y responsable para quienes buscan adoptar esta estética. Plataformas como Vinted, The RealReal, Vestiaire Collective y Depop ponen al alcance de todos prendas auténticamente desgastadas: desde jeans rotos hasta chaquetas de cuero con carácter, como las de la colección primavera-verano 2022 de Prada, o incluso zapatillas usadas".
Su labor es clave y su responsabilidad, plena. "En lugar de seguir produciendo ropa nueva que parezca vieja, la industria debería centrar sus esfuerzos en integrar prácticas de reciclaje y reutilización que realmente respondan a las demandas de sostenibilidad", para Bravo.
¿Sí o no?
Las lecturas de este fenómeno son, por ende, numerosas. Entre deseo de rebeldía, búsqueda de un nuevo lujo y reivindicación social, su impacto a largo plazo confirma su poder.
En definitiva, "el éxito de estas prendas radica en su capacidad para capturar las aspiraciones y contradicciones de nuestra época. En un mundo que busca autenticidad, pero sigue atrapado en el consumo, lo desgastado ofrece un equilibrio entre lo humano, lo simbólico y lo estético".
Sin embargo, "incorporar lo viejo y usado de manera auténtica y sostenible podría ser el siguiente paso lógico en esta tendencia, uniendo estilo y responsabilidad de forma más coherente con los tiempos que vivimos", destaca finalmente la docente de UDIT.