La vida de María Josefa Bosch hubiera sido completamente diferente si Napoleón jamás hubiera invadido España. Había nacido en torno a 1775 en Mirambel, un pequeño pueblo de Teruel en la frontera con Castellón. Su familia llevaba varias generaciones asentada en la pequeña localidad turolense y allí creció hasta que a los 17 años se mudó con su marido a Morella. Fue allí donde le atrapó la invasión napoleónica y donde despertó su deseo de expulsar a un enemigo que venía de fuera.
Junto a su marido trabajaba como tejedora y el matrimonio nunca tuvo hijos. Sumergida en una vida rutinaria, el alzamiento del 2 de mayo en Madrid en contra de los franceses cambió por completo su vida. La insurrección popular se extendió rápidamente por toda España y Josefa Bosch abandonó su trabajo en el taller por las armas.
De esta manera, la guerra llegó a Morella y a la vida de Josefa. Los españoles alzados, muchos de ellos campesinos o trabajadores que jamás habían empuñado un arma, no podían enfrentarse a los franceses en una batalla a campo abierto. La táctica militar pasaba por una fusión de la tradición militar y planificación de guerrilla. Tal y como escribe el historiador Geoffrey Parker en Historia de la guerra (Akal), desde que el líder francés instalara a su hermano José en el trono, "provocó una lesión permanente que sangró a Francia y consumió sus recursos durante cinco años".
Sin embargo, es por ese mismo motivo por el cual apenas existen informes o partes de los ataques de Josefa y los demás alzados, quienes apodaron a la heroína como La Pardala. Peleo, oficial del Estado Mayor francés, siempre describió cómo los guerrilleros intentaban destruirlos "al por menor, cayendo sobre pequeños destacamentos, masacrando a hombres enfermos y aislados, destruyendo convoyes y secuestrando mensajeros".
Entre esas actividades debió oscilar la actuación de la mujer turolense. Recorriendo las montañas que se encuentran alrededor de Morella, La Pardala filtró todo tipo de información que ayudara a los guerrilleros y proporcionó armas allá donde se requerían. Algunos historiadores relatan que participó en el asalto al castillo de Morella en 1810, controlado por los soldados franceses. En aquella intervención se quedaron a las puertas de hacerse con el castillo aunque dañaron considerablemente la moral y los recursos del ejército invasor.
"Esta apreciable mujer deberá nombrarse siempre que se mencione la empresa de Morella; y la patria agradecida debe no olvidar sus heroicos sacrificios", escribió el coronel Mora, tal y como plasma Fernando Martínez Láinez en El canto de la Pardala: La guerrillera de Morella.
Torturada y ahorcada
La figura de La Pardala se popularizó entre los ciudadanos de Morella y los franceses trataron de encontrarla por todos los medios. Los guerrilleros también respetaban y admiraban a su valiente integrante, a quien trataron de ocultar en la medida de lo posible. La Junta de Valencia, en enero de 1811, declaró a Josefa Bosch "patriota benemérita".
Finalmente, La Pardala fue apresada en el propio castillo de Morella por esconder otros guerrilleros morellanos como Antoni Falcó o José Milán. Fue torturada durante el tiempo que pasó encerrada y el 17 de agosto de 1811 ejecutada. "La torre donde pasó siete meses fue bautizada por el pueblo con su mote. Fue colgada de un travesaño entre los conventos de San Francisco y las monjas, durante el gobierno del afrancesado caspolino Agustín Quinto el año 1811", indica uno de los carteles del castillo de Morella.
Aquel día de 1811 terminó la vida de María Josefa Bosch, pero no su recuerdo. Tras haber sido colgada durante la dominación napoleónica el pueblo bautizó con su nombre la torre del castillo donde estuvo encerrada durante siete meses. La Torre de la Pardala sigue existiendo en el castillo de Morella en honor a su heroína.