Un estudio científico auspiciado por la profesora de Historia de la Universidad de Cádiz Ana María Niveau de Villedary y la antropóloga Milagros Macías ha podido determinar que el esqueleto que se hallaba en el interior del sarcófago femenino de origen fenicio, encontrado hace 40 años en la capital gaditana, no era de una mujer sino de un hombre.
A esta conclusión han llegado ambas investigadoras tras analizar los huesos, lo que también les ha permitido calcular su edad cuando falleció y algunos rasgos físicos, según la presentación del estudio realizada en el Museo de Cádiz.
Niveau de Villedary relató que el estudio forma parte de una investigación más amplia sobre restos óseos fenicios encontrados a lo largo del Mediterráneo, dentro de las actividades desarrolladas por el Grupo de Investigación HUM 509-Phoenix Mediterránea en el marco del Proyecto internacional Paleogenetic Study of the Phoenician Period, codirigido por los doctores Pierre Zullua y Lisa Matisoo-Smith.
El sarcófago antropomorfo femenino apareció el 26 de septiembre de 1980 y suponía el segundo en Cádiz, tras el masculino hallado en 1887. Niveau de Villedary y Mila explican que cuando acudieron al Museo de Cádiz para iniciar su investigación y cuando les entregaron los restos óseos, con el esqueleto casi completo, la antropóloga se preguntó si aquella caja no era una confusión porque, a simple vista, se podía intuir que eran restos de un hombre y no de una mujer.
"Claramente eran huesos de un hombre, pero había que comprobarlo científicamente", explica Niveau de Villedary, de ahí que hayan dedicado este último año a finalizar esta investigación.
Se hizo mediante una inspección macroscópica y una oseometría, que corroborararon la masculinidad del individuo enterrado mediante las medidas la pelvis, el cráneo o el aspecto general del esqueleto. Los huesos, además, tienen inserciones musculares muy marcadas, lo que revela que se trataba de un hombre robusto.
Muy alto
También este estudio ha podido determinar que no era un hombre joven cuando murió, sino que rondaría entre los 45 y los 50 años, y se estima que medía entre 1,68 y 1,72 metros, una altura bastante considerable para la época.
El análisis ha podido comprobar que presentaba algunas lesiones en costillas y vértebras, cierta artrosis, pérdida de algunos dientes y que tenía muy desarrolladas una rodilla y un hombro, algo propio de algún deporte. Niveau de Villadery ha contado que en el sarcófago apareció un sello que representaba a un hombre lanzando una honda, una actividad que podría provocar las afecciones que presentaba el cuerpo.
La investigación abre hipótesis sobre por qué se usó un sarcófago con forma de mujer para enterrar a un hombre, como que pudo ser una reutilización familiar del sarcófago, y que, incluso esta reutilización pudo no ser fenicia, sino romana o de una época posterior.
El mal estado de los huesos ha impedido hasta ahora que hayan dado resultados o conclusiones definitivas las pruebas de Carbono 14 o ADN para determinar la edad del individuo y su antigüedad, aunque algunas muestras siguen en laboratorios esperando resultados.
La investigación sigue viva y, de hecho, se cree que, igualmente, los restos del sarcófago masculino hallado en 1887 pertenecían en realidad a una mujer