A Cira García Domínguez (Leganés, 1975) a veces la abordan mujeres en plena calle. En ocasiones no las recuerda. Pero ellas le dedican “palabras muy bonitas”. Entre otras cosas, le dan las gracias por sus nuevas vidas. Por no vivir bajo amenazas, por haber recuperado la autoestima. La única magistrada de Violencia sobre la Mujer de toda Castilla-La Mancha les contesta con su enorme sonrisa y en ese momento siente, nos cuenta, que su trabajo sirve para mucho. Porque esos son los detalles que compensan los malos momentos de su día a día. Y son muchos. Basta con asomarse a su agenda. Hoy mismo, justo antes de esta entrevista, ha realizado dos juicios rápidos con detenidos. Uno por acoso. Otro por maltrato.
En los poco más de 100 metros cuadrados que suman sus ‘dominios’ en el edificio de los Juzgados de Albacete suelen vivirse momentos de verdadera tensión. Su despacho está contiguo a una pequeña sala de vistas y ambos se accede desde el mismo pasillo. Todo se complica cuando hay declaraciones: “No hay dependencias para asistir a los detenidos. A veces tenemos que estar haciendo artimañas para que no haya confrontación entre la víctima y el agresor, porque puede ser muy impactante. Metemos a las víctimas a mi despacho y el detenido a la sala de vistas. Otras veces, viene la familia del detenido, amenazan a la víctima o la presionan”.
La cuestión del espacio se resolverá después del verano, cuando los juzgados se muden a un nuevo edificio. Pero la falta de jueces de Juzgados contra la Violencia de género no tiene fecha de caducidad. En toda la región, con dos millones de habitantes, sólo existe el de Albacete. Ocurre lo mismo en otras comunidades como Asturias o Extremadura, donde solo hay un juzgado exclusivo contra la Violencia de Género. El presidente del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, Vicente Rouco, lleva años pidiendo tres más: para Toledo, Ciudad Real y Guadalajara.
Cira recuerda lo importante de la especialización de estos juzgados. Por el contenido y por la sensibilización. “Yo soy una privilegiada porque estoy en un juzgado exclusivo. Me puedo organizar la agenda, sé que temas van a entrar. Pero otros jueces tienen un caso de violencia y luego una querella por estafa”, nos cuenta. Esa ausencia de especialización lleva, explica a veces, a que celebre un juicio por maltrato el mismo juez que acaba de terminar uno por el robo de un tractor.
Y es que la sensibilidad, recuerda, es fundamental a la hora de trabajar con la Violencia de Género. La magistrada se encuentra casi a diario con víctimas con crisis de ansiedad, con detenidos que tras pasar horas en el calabozo llegan nerviosos, con mono o con síndrome de abstinencia… La tensión está servida. Asegura que a pesar de los años al frente de este Juzgado -10 años-, no está inmunizada contra lo complicado de algunas situaciones. “Siempre hay alguna situación nueva que todavía te deja más impactada. Es un juzgado que tiene una carga emocional importante y eso a veces pasa factura. A veces nos sentimos desbordados -son 12 funcionarios en total, contando con ella- y no sabemos si la solución que has dictado puede generar más problemas. Sobre todo, cuando dictamos órdenes de alejamiento y ellas no quieren. Te queda la duda si por proteger a esa mujer no la estarás desprotegiendo. Y eso te lo llevas a tu casa”.
-¿Se puede sentir el miedo de una mujer cuando declara?
-Es muy impactante. Ahora mismo me viene una a la cabeza que estaba tan nerviosa, tenía tal situación de pánico que no sólo no era capaz de mantener las piernas quietas. Tampoco de mirar la cara a nadie. Venía con un hijo con Asperger, muy nervioso, que se quedó fuera. Estaba aterrada. Se le gestionó una casa de acogida fuera de Albacete. Él terminó matando a su cuñada. Aquí estamos en primera línea de batalla, aquí venimos con todo muy caliente, con el temor. Las mujeres llegan en estado de shock, a un juzgado que no conocen…
Y luego están los niños. Los recibe en su despacho, bien porque tienen que declarar o simplemente porque esperan a que lo hagan sus padres. Algunos le dejan -o le traen después- dibujos. Muchos cuelgan en el mueble en el que guarda la toga. En otra de las paredes de su despacho hay un lienzo de tamaño gigante. Es de Paqui Fagés, una pintora de Albacete que se define como impresionista/expresionista. Un monstruo amenaza a una niña en lo que podría ser la cocina de una casa de campo. Albacete es la ciudad más grande de Castilla-La Mancha, pero de los juzgados de la capital dependen numerosos pueblos pequeños. Y allí, sí, reconoce la magistrada, no sólo denunciar es más difícil. En ocasiones también es más complicado reconocer siquiera la violencia de género. Ni la física, ni la psicológica.
-Señala la Federación de Asociaciones de Mujeres rurales, Fademur, que las mujeres rurales tardan una media de 20 años en denunciar. ¿Existe ese sesgo rural, del pueblo?
-Sí, sí. Los centros de la Mujer están en los entornos más grandes. Además, hay comportamientos que estas mujeres pueden ver como normales. Mujeres mayores que carecen de recursos económicos y que toda su vida han estado sometidas a esta situación. Es un entorno muy delicado. Hay mujeres mayores que dicen ‘si lleva así toda la vida, toda la vida diciendo que me va a matar. Si se le calienta la boca… El único problema es cuando bebe que se pone muy agresivo, pero luego es buena persona’. Pero, ¿cómo va a ser buena persona si te está diciendo que eres una zorra y una puta y te tira el plato de comida?
Cira lleva 10 años en Albacete. Pasó por Fuenlabrada, Madrid, Orgaz (Toledo) y Getxo (Vizcaya). Al venir de juzgados mixtos, este de Violencia de Género, asegura, le ha permitido tomar más conciencia del papel de los jueces en esta lucha. “Es muy importante la respuesta judicial y sobre todo la confianza en el sistema y eso pasa hasta por el primer contacto visual que tiene una víctima cuando llega a un juzgado: cómo se siente tratada, cómo se le escucha”. Por eso insiste en esa necesidad de la víctima de “sentirse respaldada”, de pensar que la van a creer, para seguir adelante con la denuncia. Porque no todas lo hacen.
-Mujeres que retiran denuncias, ¿cómo se afronta?
-Yo siempre les informo: ‘Que sepan que la orden de alejamiento no la pone ni la quita usted, la pone un juez. Y como comprenderá después de tres días no voy a decir que ya no hay peligro’. Pero muchas veces vienen con él y él está esperándolas en la calle. Cuando una mujer renuncia a una orden de protección, algo ha fallado. Si se ha acordado y se ha valorado que hay un riesgo, ¿qué ha hecho que esa mujer tenga una percepción distinta del riesgo? Una cosa es que el agresor se haya ido a Francia. Pero, ¿que venga tres días después a quitar la orden de alejamiento cuando las circunstancias siguen siendo las mismas? Muchas veces son presiones del entorno familiar, del agresor, que incluso se salta la orden y no se denuncia. Muchas mujeres bastante peso tienen para pedir la orden para tener que denunciar también él si se la salta. Y ellas vienen aquí y dicen yo retiro la denuncia y la orden de alejamiento libre y voluntariamente. Y, ¿hasta qué punto es libre y voluntario?
Esta semana el Ministerio de Igualdad ha presentado un nuevo Plan para luchar contra la Violencia de Género que incluye, por ejemplo, que los comercios puedan convertirse en puntos morados -de ayuda a las mujeres víctimas de violencia-. Cira García insiste en el Pacto de Estado de 2017, que nos recuerda, prevé más ayuda psicológica en los Juzgados. “Vamos a dar cumplimiento a lo que se pactó en 2017 y a dotarlo presupuestariamente. Hay muchas medidas que no se están cumpliendo”. García, como el presidente del TSJ de Castilla-La Mancha, pide más juzgados de Violencia de Género para la región. Y más apoyo psicológico para el suyo y más medios para evaluar a los niños, más puntos de encuentro familiar -dónde se realizan visitas controladas a los niños- en la provincia…
Cira eligió el juzgado por proximidad a su Madrid natal y no tiene intención de moverse. Dice que se siente albaceteña. Tampoco de materia. Lo que no quiere decir que alguna vez no haya pensado en dejarlo. “A veces creo que necesito un cambio. Pero otras veces pienso que estoy en el lugar correcto”. Asegura Cira que “como mujer, a nivel humano”, su Juzgado le permite desarrollar muchas habilidades como “escuchar y empatizar”. Porque a veces, afirma, “hay que dar una respuesta que no es judicial”. Y es que su trabajo implica coordinación con cuerpos como la Policía, con equipos de psicólogos…. Pero sobre todo se va a casa satisfecha cuando ve resultados. Por saber “que esta mujer no va a volver a despertarse mañana con amenazas”. Y entonces piensa: “Estoy en el lugar adecuado y el momento adecuado”.
Aunque, en cualquier caso, es muy crítica con este momento. En lo que va de año 27 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas. ¿Qué estamos haciendo mal como sociedad?, le preguntamos. “Hay una falta absoluta de valores, una falta de formación y educación en Igualdad. Hay una pérdida de autoridad en muchas cosas, incluso en el sistema judicial. Estamos muy avanzados en tecnología y las redes, pero a nivel intrínseco e institucional estamos en un claro retroceso. Esta sociedad de consumo nos lleva a una pérdida de valores importantes”. Por eso insiste mucho en la educación.
Ahora bien, también ve los avances. Y es que el Juzgado también le sirve como termómetro. “Se denuncia más. La gente está más concienciada de que no se puede mirar para otro lado”. Y nos habla de un caso concreto. Una menor con un niño pequeño. La denuncia la ha interpuesto una amiga: tiene unos audios en los que cuenta lo que sufre por parte de su pareja. “La amiga me impresionó, también es muy joven. Me dijo: ‘Mire, seguramente mi amiga no me hable más, pero yo hago lo que tengo que hacer. Y es no mirar para otro lado’”. Y ahí es donde la magistrada ve ese cambio positivo: “Cada vez somos más conscientes y estamos más sensibilizados”. Pero insiste, hay mucho trabajo por hacer. “Está bien que lo establecimientos comerciales sean puntos morados, pero el problema no es ése: el problema es cómo articulamos todos los mecanismos para que esa mujer decida denunciar y decida continuar con la denuncia y con el juicio y que el miedo no la paralice”.
El papel de los hombres
Una de las preguntas que más le hacen los hombres a la jueza es ‘¿por qué hay juzgados de la Mujer y no del Hombre? Y entonces es ella la que pregunta: ¿Cuántos hombres han sido asesinados este año por sus mujeres? Y luego les explica que, en cualquier caso, “estar en el Juzgado no significa una condena segura”. Que ella, como jueza, está ahí “para escucharlos y decidir con todas las pruebas y testimonios”.
-Las nuevas medidas del Ministerio hacen mucho hincapié en las víctimas, pero ¿qué hacemos con los agresores?
-Se focaliza, y con acierto, en las mujeres porque ellas son las víctimas. Pero faltan referentes masculinos, falta trabajar con los maltratadores. Trabajar en una sociedad igualitaria implica trabajar también con los hombres.
Esta madrileña reivindicativa suele llevar en el bolso lecturas feministas. Acaba de terminar "Mi vida en la carretera" de la histórica y recién galardona con el Princesa de Asturias, Gloria Steinem. Y ha empezado con otro ensayo clásico de la teoría feminista: El mito de la belleza de Naomi Wolf.
La magistrada se muestra más que crítica con el sistema patriarcal. Desde el reggaetón a la publicidad. “Esta es una sociedad donde existe un claro papel con un sesgo masculino, patriarcal, muy marcado. El sistema está diseñado para quien está diseñado. Y cuando se tambalea hay que contar con los hombres porque eso significa diseñar un sistema completamente distinto. Requiere de hombres y de mujeres”. Y sigue viendo grandes problemas: “Los vientres de alquiler, la prostitución... La sociedad y el sistema político y económico, tal y como está pensado, hace que todo siga siendo utilizado en beneficio de unos cuantos y en detrimento de las mujeres”.
-¿Hay agresores que consideran que lo que hacen no está mal?
-Muchísimos, igual que hay mujeres que normalizan los comportamientos. Aquí han venido hombres, tras matrimonios de muchos años, que consideran que exigir a su mujer que la comida esté bien o menospreciarla si no lo está no es ningún delito.
-Como jueza, ¿algún hombre la ha menospreciado?
-Ha habido hombres que por una cuestión cultural no reconocen la autoridad de la mujer. Me pasa a veces con marroquíes, ellos no te miran a la cara porque no reconocen mi autoridad como jueza. Sobre todo, en estas culturas especialmente machistas.
-Terminamos. Con la venia, señoría: Y a su hija, -tiene dos, un niño de 10 y una niña de 8- ¿qué mensaje le transmite una jueza de Violencia contra la Mujer?
-Que se quiera mucho, que es la mejor, siempre se lo repito.
La autoestima como herramienta para la Igualdad.