Si no hubiese sido por ella, probablemente tú, que estás leyendo estas líneas, no podrías votar. O no podrían hacerlo tu madre, tu hermana, tu hija, tu pareja o tu amiga. Si Emmeline Pankhurst (1859-1928) no hubiese existido, ¿qué habría sido de las mujeres británicas? ¿Y de todas las sociedades a las que inspiró? Ella fue, ni más ni menos, la madre de las sufragistas, artífice de esas suffragettes que pasaron a los anales de la historia.
Inmortalizada en la gran pantalla por Meryl Streep, "las suffragettes son un ejército y ella su comandante". Así la describe escritora y traductora Gloria Fortún en el prólogo de Mi historia (1914), la autobiografía de Pankhurst y "documento histórico imprescindible de la campaña política más radical del siglo XX" que ahora edita en español Capitán Swing.
En 1903, esta británica, cuya "obstinación" forzó a la Cámara de los Comunes a aprobar el sufragio femenino, creó la Unión Social y Política de las Mujeres (WSPU), una organización formada íntegramente por mujeres. Aunque era afín al Partido Laborista, se desmarcaba y oponía de forma constante a los partidos políticos británicos. De ahí surgieron las suffragettes, nombre que utilizaría el Dailiy Mail para burlarse de ellas y del que Pankhurst se reapropiaría con orgullo.
Así, las mujeres de la WSPU se distinguían del resto de sufragistas británicas, mucho más moderadas. Y es que no podemos olvidar que las suffragettes de Pankhurst eran las rebeldes, las que se alzaban y las que provocaban, cuanto menos, desconcierto.
"Se colaban en los mítines donde las mujeres tenían prohibida la entrada y gritaban sus reivindicaciones, acababan apaleadas en protestas callejeras, eran encarceladas y sometidas a la tortura de la alimentación forzada a causa de sus huelgas de hambre y sed, hacían escraches, lanzaban piedras a las ventanas de los edificios más emblemáticos, boicoteaban el correo y el turismo, quemaban mansiones y campos de golf…", escribe Fortún.
Todo eso –y mucho más– lo explica con todo lujo de detalles la propia Pankhurst en su autobiografía. Pero, como recuerda su traductora, aunque su lema era "hechos, no palabras", estas mujeres "jamás pusieron en riesgo vidas humanas que no fueran las suyas propias".
Una familia 'feminista' victoriana
Durante toda su vida, Pankhurst se rodeó de personas que defendía los derechos de las mujeres y, cómo no, el voto. Nacida en Manchester como Emmeline Goulden, creció en el seno de una familia más bien progresista para la Inglaterra victoriana.
Hija de Robert Goulden, defensor de los derechos civiles de hombres y mujeres, y Sophia Crane, que contaba con una amplia genealogía de defensores de los derechos de las mujeres, educaron a sus 10 hijos acorde a los valores que ellos mismos defendían.
Desde bien pequeña, pues, Pankhurst vivió rodeada del sufragismo. Incluso llegó a acudir a su primer mitin en defensa de los derechos de las mujeres con tan sólo 14 años. A los 20 años conoció y se enamoró del que sería su marido: Richard, un abogado 24 años mayor que ella y un arduo activista por el sufragio femenino.
En 1879 y tuvieron 5 hijos; las mayores, Christabel y Sylvia, acompañarían a su madre a tomar las calles para reivindicar su derecho a votar. Una década después, el matrimonio materializaría su actividad política en la Liga de Mujeres, una organización que buscaba dar formar al movimiento feminista en auge en la sociedad inglesa de la época. Pronto, las autoridades consideraron a esta asociación como radical.
Fue tras la muerte de su marido en 1898 cuando Pankhurst creó su Unión Social y Política de las Mujeres. Y con ella, las sufragistas empezaron a hacer ruido de verdad. Tras un parón de actividad reivindicativa, que duró lo que la Primera Guerra Mundial, en 1925 la activista se integró al Partido Conservador británico. Tres años después, llegaría el sufragio femenino a Reino Unido –ocho años después que en Estados Unidos–.
Ese mismo año y tras conseguir aquello por lo que había luchado toda su vida, Pankhurst fallecía en Londres. Con su marcha, quedó todo un legado de sufragismo feroz que inspiró al movimiento en el mundo entero y que, aún hoy, sigue dando forma al activismo femenista.