Rosario Sánchez Mora, apodada 'La dinamitera'.

Rosario Sánchez Mora, apodada 'La dinamitera'.

Magas-Mujeres en la Historia

Rosario Sánchez, la miliciana española que combatió en la Guerra Civil y que inspiró al poeta Miguel Hernández

A. Gómez
Publicada

[Rosario, dinamitera, sobre tu mano bonita celaba la dinamita sus atributos de fiera. Nadie al mirarla creyera que había en su corazón una desesperación, de cristales, de metralla, ansiosa de una batalla, sedienta de una explosión]

Rosario Sánchez Mora (Villarejo de Salvanés, Madrid) tenía tan sólo 17 años cuando decidió alistarse voluntariamente como miliciana de guerra para luchar contra las tropas del fascismo que pretendían tomar Madrid en una guerra civil que acababa de comenzar. Era julio 17 de julio de 1936.

Siendo una de las primeras mujeres en unirse a las milicias republicanas, llegó al frente decidida, con un mosquetón de siete kilos de peso y sin más nociones de armas que las que había recibido en las trincheras. Apodada 'La Dinamitera', perdió su mano derecha manejando cartuchos cuando fue destinada a la sección de dinamiteros de la contienda.

Por su ejemplo de lucha, fiereza y valentía en el bando republicano, es considerada una de las heroínas de la Guerra Civil española, y su figura quedó plasmada para siempre del puño y letra de Miguel Hernández, que escribió para ella y para la historia el poema Rosario, dinamitera

'La Dinamitera' 

Rosario nació en el municipio madrileño de Villarejo de Salvanés, el 21 de abril de 1919. Hija de Andrés Sánchez, propietario de un taller donde se fabricaban carros, galeras y aperos de labranza, se mudó a la casa de unos amigos de Madrid a los 16 años, debido a la muerte de su madre. 

A su llegada a la gran ciudad, se hizo militante comunista y consiguió un puesto de trabajo como aprendiz de corte y confección en un Círculo Cultural de las Juventudes Socialistas Unificadas. Fue tan sólo un año después cuando decidió incorporarse a las Milicias Obreras del Quinto Régimen, el mismo día en que el ejército español se rebeló contra la Segunda República Española.

Partió hacia Somosierra para detener a las tropas del general Mola, siendo una de las pocas mujeres en el frente de defensa de Madrid. Tras dos semanas de enfrentamientos, en las que Rosario se mantuvo fuera de las clásicas tareas de auxiliar y enfermera que solía ocupar una mujer, la guerra en la sierra dejó de ser una batalla abierta para convertirse en una batalla de posiciones.

Rosario preparando la dinamita.

Rosario preparando la dinamita. Wikipedia

Rosario fue destinada entonces a la sección de dinamiteros, convirtiéndose en la única mujer del grupo. Fue entonces cuando se la empezó a conocer como 'La Dinamitera', apodo que se mantuvo durante todo el periodo de guerra. 

En este nuevo puesto, aprendió a confeccionar bombas de mano y explosivos caseros. Una mañana de septiembre, Rosario y sus compañeros aprendían a efectuar una descarga con cartuchos de dinamita, mucho más fáciles de manejar que las bombas lata. 

Cuando prendió su mecha, el cartucho estalló en su mano derecha, que quedó destrozada por encima de la muñeca. Herida de gravedad, la operaron en el hospital de la Cruz Roja de La Cabrera, donde consiguieron salvarle la vida. Durante su estancia en el hospital, fue visitada personalmente por el filósofo español, José Ortega y Gasset.

Un poema para Rosario

[Era tu mano derecha, capaz de fundir leones, la flor de las municiones y el anhelo de la mecha. Rosario, buena cosecha, alta como un campanario, sembrabas al adversario de dinamita furiosa y era tu mano una rosa enfurecida, Rosario. Buitrago ha sido testigo de la condición de rayo de las hazañas que callo y de la mano que digo]

Tras su salida del hospital, se reincorporó a la división, pero ya fuera de los terrenos de guerrilla. Trabajó como encargada de la centralita del Estado Mayor Republicano, en la Ciudad Lineal de Madrid. Fue allí donde Rosario conoció a algunos de los poetas al servicio de la causa republicana, como Vicente Aleixandre, Antonio Aparicio y Miguel Hernández. Este último fue quien la dejó plasmada para siempre en las hojas de la historia, con un poema llamado Rosario, dinamitera

Había pasado un año de guerra cuando se le presentó la ocasión de volver al frente. En el verano de 1937 intervino en una ofensiva hacia Brunete para intentar atrapar en una bolsa a las fuerzas sublevadas que sitiaban Madrid desde el suroeste, pero una orden del Gobierno de que todas las mujeres abandonaran el frente hizo que Rosario fuera nombrada jefa de cartería de su división, con la categoría de sargento, encargada de ser el nexo con el Estado Mayor en la capital y de llevar la correspondencia de los soldados.

Portada del libro que Carlos Fonseca escribió contando la historia de 'La Dinamitera'.

Portada del libro que Carlos Fonseca escribió contando la historia de 'La Dinamitera'. Iberolibros

Sin embargo, continuó ayudando a los republicanos y sus aliados durante el resto de la guerra. Un año después, en 1938, trabajó con Dolores Ibárruri, presidenta y secretaria general del Partido Comunista conocida como 'La Pasionaria', para reclutar mujeres que ocuparan los puestos de trabajo que dejaban los hombres que habían ido a luchar contra las fuerzas nacionalistas.

Allí conoció a un joven sargento republicano, Paco Burcet, con quien poco después contraería matrimonio y formaría una familia junto a su hija. Pero casi inmediatamente, Paco se vio obligado a acudir a la lucha en Teruel, y la pareja perdió el contacto durante el resto de la guerra Civil Española.

En el 39, cuando las fuerzas nacionalistas se concentraron en Madrid y ya se vislumbraba la derrota para el bando republicano, Rosario decidió enterrar sus fusiles y quemar los papeles que la involucraban en la causa. Después de eso, se encargó de dejar a su hija en buenas manos y se fugó a Valencia.

Allí se rencontró con su padre, también republicano, y pusieron rumbo hacia Alicante con intención de huir en barco hacia algún lugar seguro. Sin embargo, los barcos que esperaban nunca llegaron a aparecer y ambos fueron interceptados por el gobierno franquista. Al poco, el padre de Rosario fue ejecutado y ella, condenada a muerte. 

[¡Bien conoció el enemigo la mano de esta doncella, que hoy no es mano porque de ella, que ni un solo dedo agita, se prendó la dinamita y la convirtió en estrella! Rosario, dinamitera, puedes ser varón y eres la nata de las mujeres, la espuma de la trinchera. Digna como una bandera de triunfos y resplandores, dinamiteros pastores, vedla agitando su aliento y dad las bombas al viento del alma de los traidores]

'La estanquera de Vallecas'

Rosario fue condenada a muerte por "unirse a la rebelión". Sin embargo, su sentencia fue conmutada por 30 años de prisión, de los cuales finalmente cumplió tres años en la cárcel. Cuando fue liberada en el año 1942, fue decidida a encontrar de nuevo a su marido pero, para su sorpresa, el gobierno franquista había disuelto todos los matrimonios civiles republicanos. 

Cuando por fin dio con Paco, descubrió que al declararse la nulidad el matrimonio, el se había vuelto a casar y tenía dos hijas. Esto dejó a Sánchez como madre soltera de una niña pequeña aunque, años más tarde, tuvo otra hija de padre desconocido. 

Rosario Sánchez Mora, a la izquierda, junto a María Teresa Fernández de la Vega, Gaspar Llamazares y Carlos Fonseca en la presentación del libro de este último, en mayo de 2006.

Rosario Sánchez Mora, a la izquierda, junto a María Teresa Fernández de la Vega, Gaspar Llamazares y Carlos Fonseca en la presentación del libro de este último, en mayo de 2006. Fernando Alvarado EFE

Después de este revés, Rosario se buscó la vida como pudo, y montó y operó un puesto de venta de cigarrillos en Madrid. Concretamente en Vallecas, lo que dio paso a que la gente pasara de conocerla como 'La Dinamitera' a conocerla como 'La estanquera de Vallecas'. 

Así se mantuvo hasta su jubilación. Coincidiendo con la muerte de Franco y, por ende, el fin de la dictadura franquista, empezó a hablar de sus experiencias durante la guerra. Decidió a escribir sus vivencias como mujer participante en la Guerra Civil española. Gracias a ello, cuando cumplió los ochenta años, fue reconocida formalmente como una de las mutiladas de guerra de España.

A la edad de 88 años, Rosario acabó falleciendo en Madrid, el 17 de abril de 2008