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Mirenchu Villa (Bilbao, 1962), directora general adjunta de Internacional y Participadas de Mutua Madrileña, quiso esquivar al destino cuando llegó a la universidad, pero éste, como hacía a la muerte Sherezade, la hija del visir, en las Mil y una noches, siempre te espera al doblar la esquina.
Estudió Historia Medieval porque le apasionaba y realizó su tesis de Licenciatura sobre Fernando II de León, "un rey al que nadie conocía pero me publicaron la tesina. Mi trabajo explicaba por qué su hijo, Alfonso IX, convoca las primeras cortes en León, que fueron las primeras en España". Mientras su cabeza recorría este tiempo que "muchos ven oscuro pero que es riquísimo", su padre, que se dedicaba al negocio de los seguros, le advertía a su única hija que el camino más seguro era precisamente ese. "Cuando le insistí en que iba a estudiar Historia, él sólo me dijo 'por lo menos saca buenas notas', y las obtuve ya que me gradué con sobresaliente".
Mirenchu Villa habla de los reyes cristianos, de la Reconquista y hasta de los reinos de taifas —"empecé a estudiar árabe porque quería hacer un trabajo sobre un municipio de la época califal"—, con la misma pasión con la que desarrolla la explicación de cómo Mutua Madrileña ha pasado de ser, lo que el mercado consideraba, "un elefante dormido en el mundo de los seguros" a un gigante expandiéndose internacionalmente. Y ella tiene mucho qué decir en este crecimiento ya que ha participado activamente en dicho cambio.
"Cuando acabé la carrera en 1985, ríete tú del paro en aquella época, e hice los cursos de doctorado, me dije que tenía que hacer otras cosas, pero sin drama. Conseguí una beca para el CDTI, que es el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial, y cuando me iban a contratar ahí, apliqué a McKinsey y me cogieron".
Era justo la esquina donde le estaba esperando el destino. Ahí, desde el principio, le pusieron a hacer temas de seguros y le han acompañado 30 años por Cesce, Aon y Mutua. "Estaba en Aon llevando temas de estrategia y Grandes Clientes cuando el director general se vino a Mutua y me dijo que me viniera con él; y no lo dudé ni un minuto porque yo había admirado mucho siempre esta compañía. Me parecía una auténtica joya".
De eso hace ya 16 años. "Entonces Mutua estaba sólo en Madrid, abría sus puertas y tenía gente esperando para asegurar sus coches todos los días y era necesaria la recomendación de dos mutualistas para poder entrar", aclara.
Pero el Consejo de Administración ya había tomado la decisión de iniciar un proceso de diversificación y crecimiento, Mirenchu Villa se incorporó al equipo que tenía que llevarlo a cabo. "Hacer cambios en una compañía cuando va mal es relativamente fácil porque ves lo que falla y lo arreglas. Pero cuando una cosa va muy bien y tienes que hacer que evolucione a algo mejor y más grande... ya es más complicado. Yo decía 'hay que hacer las cosas muy bien, el reto es enorme y no se puede fallar'".
Los resultados avalan que no sólo el juguete no se ha roto sino que se ha convertido en el mayor gigante de seguros no vida de España, cerrando 2019 como líder del sector por segundo año consecutivo, y con un crecimiento en el volumen de primas de No Vidas de un 4,41%, un punto por encima de la media del mercado.
- Pregunta.- ¿Ha tenido que demostrar más por ser historiadora o por ser mujer?
- Yo he sido peleona desde que nací. Soy una persona de retos y la verdad es que haber estudiado Historia y trabajado en una consultora estadounidense donde todos eran ICADE e ingenieros de Caminos tampoco fue fácil. Pero sí que entendían la diversidad. Yo siempre he hecho lo que creía que tenía que hacer y las cosas han ido saliendo poco a poco. El hecho de ser mujer tiene sus dificultades pero también sus ventajas. Lo que está claro es que los buenos profesionales son buenos ya sean hombres o mujeres.
Aunque parezca increíble, esta bilbaína ha conseguido que sus estudios en Historia Medieval sean algo más que motivo de una conversación exótica tras una reunión de trabajo y reconoce que conocer el pasado es muy importante para tener claro los errores y los aciertos en el futuro. "Un día, un headhunter me dijo que tenía un currículum muy británico pero aquí somos muy poco receptivos a que alguien de letras esté en una compañía, especialmente en determinados puestos. En Reino Unido o en EEUU puedes estudiar filosofía u otras carreras de Humanidades y acabar trabajando de CEO en una empresa".
Y esta visión más anglosajona está basada en resultados de éxito: "Está demostrado que la gente que estudia una carrera de letras tiene una visión de las cosas diferente a un ingeniero o a un matemático, una estructura mental distinta. El problema está en las empresas que no lo aprecian. ¡Hombre, todo tiene que ser equilibrado porque tampoco vas a tener una compañía de seguros llena de historiadores! Pero tiene que haber de todo y yo creo en esa diversificación y en el valor que la misma aporta a las compañías".
- Pregunta.- ¿Qué queda de la historiadora en su trabajo diario?
- Es curioso pero me sigue quedando mucho. Impartí clase de 'Competencias Directivas' en un Máster en Cunef donde se hablaba de liderazgo, trabajo en equipo y técnicas de presentación, que la gente se piensa que es sólo poner colorines y no, es algo muy importante. Ahí hacíamos casos prácticos basados en la historia: como la batalla de Balaclava, o la expedición de Shackleton. Se trataba de comparar el liderazgo dentro de una empresa y las técnicas del líder en hechos históricos o hazañas de distinto tipo. Veíamos que la falta de comunicación y el desencaje entre lo que dices y lo que haces que aparecía en la historia es un ejemplo permanente de lo que puede ocurrir una corporación. ¿Por qué se perdió la batalla? Porque faltó capacidad de visión, faltó comunicación, falta de liderazgo de los mandos militares… y eso pasa igual en las empresas.
Sin culpas
Mirenchu Villa es muy habladora y clara en sus exposiciones. La respuesta en su mente surge antes de que pueda contestar, pero la experiencia de quien sabe bien qué es estar en una mesa sola como mujer rodeada de hombres centra siempre su mensaje: "Tradicionalmente, el mundo financiero en España, y en general, en las empresas, ha estado muy masculinizado. Pero ha ido cambiando y aún tiene que evolucionar más. A mis alumnas les decía que cuando quisieran algo lo pidieran. En general, las mujeres somos muy trabajadoras pero tenemos mayor timidez par ciertas cosas. Cuando hay un puesto al que optan un hombre y una mujer, a veces nos quedamos en el despacho esperando en lugar de ir a por él".
Como muchas otras directivas echan la vista atrás e insisten a las que vienen, más que como un consejo casi como un ruego, que no tengan vergüenza de vender bien sus puntos fuertes, de pedir lo que quieren y de aspirar a lo que se merecen. "La frustración en las mujeres en ese sentido es mucho mayor. Es como si sintiéramos falta de seguridad, y mira que normalmente somos más seguras que los hombres".
A ella no la frenó haber estudiado Historia, ni ser joven, ni ser mamá de familia numerosa. "Yo tuve a mis tres hijos en McKinsey y no pasó nada. Nunca he tenido ese sentimiento de culpa por no estar a la vuelta del colegio para darles la merienda, pero espero haber aportado a mis hijos buenos valores y principios, eso sí, a mi manera, que no digo que sea la única ni la mejor, pero es la mía".
"En el tema de la maternidad cada una tiene que tomar sus decisiones. Ojalá todas las mujeres fueran libres para elegir. Yo siempre he querido trabajar porque creo que es muy enriquecedor para mí, para mis hijos, para mi familia...", insiste.
No está dispuesta, por encima de su cadáver, a renunciar a que es persona, además de madre o profesional, por eso decidió hace años que la culpa no podía ser su compañera para escalar la montaña. "No he tenido sentimiento de culpa nunca porque yo a mis hijos o a mi madre, cuando estaba mal de salud, los he cuidado siempre y he estado pendiente de ellos. Son lo primero junto a mi marido".
Y eso que no se ha librado de las típicas frases de "mámá, dile a tu jefe que te deje venir a cenar conmigo", de "ir a buscar hojitas para el herbario del mayor a la una de la mañana", de "estar pendientes de las zapatillas de ballet de la segunda" o "del palo de hockey del tercero"... "No me he sentido nunca malamadre o malahija. He estado en todo, he hecho auténticos juegos malabares para poder estar en los momentos que yo consideraba que eran importantes para ellos. Respecto a eso tan manido de lo del tiempo de calidad, pues habrá habido momentos de calidad y momentos de no calidad", aclara.
Auténtica historia de una directiva. De hecho, interrumpe la entrevista un segundo para ver cómo está su perrita que la tuvieron que ingresar la noche anterior y que lamentablemente se ha ido. "Ahora tenemos tres y los quieres mucho". Tres responsabilidades más por si le falta algo a Mirenchu. "No pasa nada, todo va saliendo", aclara.
Sobre todo para esta mujer que se acaba de convertir también en la presidenta de Bci, la filial de seguros de Mutua en Chile, y que apuesta siempre por desdramatizar las cosas. "Yo viví un año de lunes a viernes en Lisboa cuando tenía un niño de cinco años y había veces que estaba malito y me iba llorando en el avión. Mi abuela me decía siempre que para hacer felices a los demás tienes que ser feliz tú y siempre demostrar pasión por lo que haces". Otro consejo del pasado que está el primero en su agenda.
Teletrabajo
Por eso, al contrario que otras profesionales, cree que el teletrabajo es una oportunidad de oro para muchas mujeres. "La gente que tiene que pasar una hora de camino a la oficina, levantarse prontísimo, dejar al niño en la guardería a primera hora, correr a trabajar… con el teletrabajo ha ganado tres horas al día de calidad para lo que ella quiera". Eso sí, advierte de la perversión que esta nueva normalidad tiene: "Hay que saber parar porque las primeras semanas del confinamiento fueron de pegarse un tiro. Yo que trabajo mucho con Latinoamérica me daban las 3 de la mañana y reconozco que tenía que ponerme un horario. El teletrabajo debe tener un horario siempre".
Mirenchu Villa apuesta por la alegría y el entusiasmo casi como primeras categorías en cualquier situación de la vida. Sabe que la gente tiene que volver a la alegría de comprar, mover dinero para levantar la economía, y destaca el entusiasmo que "deberíamos tener muchas mujeres en los comités de dirección o en los consejos de administración para dar nuestras opiniones y contribuir proactivamente en los mismos".
Pero se pone seria cuando se habla de que el talento femenino es real. "Si de verdad las mujeres lo hacemos bien, debería de haber una especie de selección natural. Hay mucho talento femenino y hay que asumirlo en las empresas. Las mujeres somos distintas a los hombres y además es que no tenemos que ser hombres, somos mucho más pasionales, más cercanas, nos involucramos más en la vida de la compañía... Los hombres salen de trabajar y muchos se olvidan de lo que dejan atrás. Tú, en cambio, sales y vas en el coche pensando en el problema que hay en el trabajo y sigues y sigues".
Por eso acaba posicionándose, como muchas directivas que han llegado muy arriba en las grandes empresas españolas, a favor del sistema de cuotas casi por descarte: "Al principio no creía en las cuotas porque me parecen muy injustas pero en mi opinión, probablemente no exista otra solución porque de forma natural el proceso de incorporación de mujeres a la alta dirección se alargará muchísimo más. Llevamos un montón de años intentando que las mujeres suban y no suben. Entonces hay que forzarlo de alguna forma, porque se habla de al elegir entre un hombre y una mujer con perfiles similares para un puesto, hay que elegir a la mujer. Pero, ¿cuándo son iguales dos personas? Nunca".
Su discurso se completa con su propia experiencia. "La Mutua es un caso diferente por que hay una preocupación tremenda por la diversidad de género, algo que viene desde el presidente y el Consejo de Administración. La compañía ha crecido mucho y se han incorporado muchas mujeres a puestos de responsabilidad y liderazgo de equipos. Pero también cuidamos al género masculino. Fuimos pioneros en ampliar la baja por paternidad dos semanas más de lo que marcaba la ley, lo que además, también contribuye a facilitar el ascenso de la mujer porque facilita la corresponsabilidad. Como decía, tenemos mucho cuidado a la hora de potenciar y mimar el talento femenino en la organización. Yo nunca me he sentido discriminada ni por ser historiadora ni por ser mujer".
Viajera incansable le gusta visitar países exóticos, "me encantan los países árabes y Latinoamérica", comer cosas diferentes, ver cosas distintas. "Ayuda a no encasillar a nadie, ni a nosotros mismos". Pero si se le pregunta por cuál es su personaje histórico favorito vuelve a lo castellano más esencial: "La reina doña Urraca. De hecho quería poner a mi hija Urraca. Pero no me dejaron y se llama Arancha porque soy de Bilbao. Esa mujer cómo era. ¡Qué personalidad!". Como la suya. De ese tipo de gente que apuntarías siempre la primera a la hora de organizar una comida relajada.
Y encima da el mejor consejo para cualquier empresa, líder o emprendedor: "Ya sabemos que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla. Pues lo mismo sucede en las empresas. Las que no conocen su historia y no saben cómo aprender de sus errores, y muy especialmente de sus éxitos, están condenadas a perder oportunidades". Quizá por eso Mutua Madrileña tiene entre sus altas directivas a una experta en el pasado y en el futuro.