El sacrificio de las patinadoras junior: madrugar y trasnochar para preparar el Mundial
Hablamos con las integrantes del Team Mirum, su entrenadora y el padre de una de las patinadoras para conocer qué hay detrás de su danza sobre hielo.
18 noviembre, 2022 03:22Velocidad, hielo, sincronización, elegancia y armonía son algunas de las cosas que cualquiera que tenga la suerte de ver un programa de patinaje sincronizado podrá percibir. Pero la fascinante danza sobre el hielo tiene detrás muchas horas de esfuerzo y sacrificio que pocos conocen, y en MagasIN queremos darlo a conocer.
Llegamos a La Nevera (Majadahonda), la pista de patinaje en la que entrena el equipo Team Mirum Majadahonda. Un equipo junior de patinaje sincronizado compuesto por diecinueve patinadoras y un patinador de entre 14 y 18 años, al que entrena la patinadora rusa Elya Matveeva.
El patinaje sincronizado es una disciplina poco conocida en España, pero quien la conoce se vuelve adicto. Es imposible despegar los ojos de quienes bailan, al son de la música, sobre el hielo.
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El objetivo de este deporte consiste en realizar figuras con fluidez técnica y elegancia de manera sincronizada con el resto del equipo, en el que participan entre ocho y veinte patinadores, hombres o mujeres, pues es un deporte mixto, aunque es mayoritariamente practicado por mujeres. De hecho, en el equipo Mirum hay un solo chico.
Las competiciones se dividen en dos partes: el programa corto, más técnico, y el libre, que es más largo. Un programa es una coreografía que debe mostrar velocidad, técnica y sincronización. El corto debe incluir cinco elementos obligatorios, mientras el largo deja más libertad.
Un jurado puntúa a los equipos por su sincronía, precisión, velocidad, la dificultad técnica de los programas, la interpretación de la música y la expresividad de los patinadores. Anualmente, los mejores equipos nacionales se reúnen en el Campeonato Mundial de Patinaje Sincronizado, que suele estar dominado por los equipos de Suecia, Finlandia, Estados Unidos y Canadá, donde la práctica de este deporte es más habitual.
Las españolas, poco a poco, se van haciendo paso con el Team Mirum. En el último mundial consiguieron quedar dentro del top 20, concretamente las 18ª.
La Nevera
A veinte kilómetros de la capital, el equipo Mirum se prepara para las competiciones de tan alto nivel como es el Campeonato Mundial.
Llegamos a La Nevera en la calle Fresa 14, entre el Equinoccio, el polígono industrial El Carralero y el Hospital Puerta de Hierro.
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Nos encontramos una acogedora cafetería en la que encontramos a un grupo de padres charlando. También está la entrenadora, con quien hablaremos después.
Las chicas del equipo están en ballet. Este tipo de danza aporta múltiples beneficios: mejora la elasticidad, corrige la postura, relaja y libera adrenalina, aumenta la concentración, potencia la creatividad y fomenta el trabajo en equipo.
Además, las patinadoras no hacen otra cosa que bailar con una técnica impoluta sobre el hielo, por lo que el dominio del ballet es fundamental.
Mientras las avisan, entramos a la zona en la que se encuentra la pista. En ese momento nos damos cuenta de lo apropiado que es ese nombre para la pista de hielo, la sensación de entrar en una nevera debe ser similar. Eso hace que nos asombre aún más ver a un grupo de gente patinando en manga corta.
Desde la pista miramos hacia arriba y vemos tras un cristal a las veinte chicas del equipo en la barra de ballet haciendo los ejercicios correspondientes.
Llegan las tres patinadoras: Elsa, Daniela y Paula.
Todo por un sueño
Elsa, Daniela, Paula y los otros diecisiete integrantes de Mirum son más que un equipo. Son amigos, son una auténtica piña y así nos lo demuestran en la pista. Pero también cuando nos cuentan los madrugones que pasan juntas, también los días de trasnochar, los fines de semana y los viajes.
Paula, segunda capitana del equipo, se dio cuenta de que quería patinar de muy pequeñita. “Tenía cuatro años cuando vine a un cumpleaños aquí en La Nevera. Me gustó mucho, le pedí a mi madre que me apuntara a clases y así empecé”.
Elsa y Daniela empezaron con la misma edad y cuando vieron lo que era el patinaje sincronizado se decidieron a probar.
Elsa, la capitana, lleva ocho temporadas en “sincro”, Paula siete y Daniela cuatro. Aunque la complicidad que se percibe entre ellas hace pensar que llevan juntas toda una vida.
Paula nos explica que para entrar en el equipo Mirum debes escribir al Instagram del equipo o al de la entrenadora y ellos explican el proceso. “Normalmente, hay unos try outs en los que vienes a probar y ya la entrenadora te dice lo que piensa de ti”.
En el equipo hoy son veinte, pero solo pueden competir dieciséis, los otros cuatro se quedan en la reserva. “No siempre tienes un puesto asegurado”, cuenta Elsa. Ahora bien, Daniela nos aclara que no tienen posiciones como pueden tener los futbolistas.
Lo que sí tienen son capitanas. Paula explica que su principal función es ser mediadora entre la entrenadora y el equipo. “Es estar más puesta en el equipo, ser más responsable y transmitir a la entrenadora las cosas que queremos”, dice Elsa.
Estas jóvenes conocen bien lo que es el sacrificio, el esfuerzo por un sueño. Todos los lunes o martes entrenan a las 5:45 de la mañana, después van al colegio. Lo que implica que se levanten a las cinco como tarde. Los jueves entrenan por la noche, tras las clases y el estudio, acabando algunos días a las once y media, incluso doce. También entrenan durante el fin de semana, tanto sábado como domingo, que suelen ser dos horas en hielo y la preparación física. Además, tienen otros entrenamientos complementarios: ballet y preparación física, un día a la semana cada uno.
Paula explica que calientan quince minutos, se ponen los patines “y al hielo”. Ya en la pista hacen un calentamiento y después practican sus “programas”, que son las coreografías que realizan con los patines de manera sincronizada.
“Los lunes o martes nos levantamos para venir a entrenar antes de ir al instituto o colegio. Después por la tarde estudiamos. Los jueves después del estudio tenemos entreno sobre las ocho o nueve y luego los fines de semana tenemos bastantes horas de entreno”, dice y comenta que cada mes les envían un calendario con los distintos horarios. “Es cansado, pero merece la pena”.
Preguntamos a las tres jóvenes cómo llevan hacer deporte a tan alto nivel con los estudios. Las tres aseguran que lo llevan bien, aunque les cuesta un poco. “Hay que planificar mucho y aprovechar el tiempo lo más que puedas para poder en cualquier momento estudiar”, destaca Daniela.
Además, no deben faltar a los entrenos. “Al ser un deporte de equipo, si falta una persona ya descuadra un poco todo el programa”, apunta Paula, “entonces todos los viajes y cosas en familia, al tener unos horarios tan extraños te los sueles saltar”.
Pero, pese al sacrificio, les merece la pena. “Porque es algo bonito, es algo que te compensa a la hora de estar feliz y relacionarte con gente. Es hacer algo que realmente te gusta”, cuenta Elsa.
“A mí me gusta mucho la velocidad que sientes al bailar sobre el hielo”, dice Daniela. Y Paula suma estar con el equipo y los viajes.
Viajan porque participan en competiciones internacionales y en el campeonato mundial. “El mundial es la última competición de la temporada. Entonces llevamos toda la temporada entrenándonos para ella y vamos a un intensivo antes de la competición”, explica Paula.
“Nos preparamos con una temporada muy intensa, aprovechando mucho los entrenamientos y con mucho compromiso”, cuenta Elsa.
Y poco a poco, van dominando a los nervios previos, como dice Daniela “intentamos respirar y nos intentamos calmar antes”. “Para mí personalmente ha sido un proceso”, destaca Paula.
Ahora se preparan para su próxima competición que será el Campeonato de Madrid, los días 6 y 7 de diciembre.
Una entrenadora exigente
Un equipo no es nada sin un buen entrenador. En este caso la entrenadora es la patinadora rusa Elya Matveeva. Nos avisa que habla poco español, pero aun así se lanza a conversar con nosotras.
Cuenta que comenzó a patinar, igual que las chicas del equipo, a los tres-cuatro años. Y compitió. De hecho, su primera competición fue a los cinco años.
Elya Matveeva empezó a entrenar equipos a los 17 años, primero individuales. Se lanzó a entrenar equipos de patinaje sincronizado hace tres años, aquí en España, con el Team Mirum.
En La Nevera entrena a los tres equipos divididos en categorías por edad: infantil (10 a 14 aprox.), junior (14 a 18 aprox.) y senir (18 a 24 aprox).
Le gusta entrenar adolescentes porque son muy abiertos para trabajar. Pero con los seniors, que es un equipo mayor, es un poco más complicado para ella, pero tiene más pie a improvisar. “Con ellos se puede hace más complicado su programa”.
Preguntamos por los horarios a los que entrena a los equipos y con una sonrisa y alguna risa que se le escapa responde “son horas un poco horribles, sí, porque tenemos lunes o martes por la mañana a las 5:45; los jueves por la noche, de nueve a doce, el viernes por la tarde a los pequeños con un buen horario y el sábado y domingo es cuando más entrenamos durante el día”.
Con estos horarios no podemos evitar preguntarle cómo se organiza su descanso. “Yo tengo mi día libre que es el miércoles”, dice feliz.
Ahora bien, si tienen competiciones, el entrenamiento aumenta, incluso los miércoles, su día libre. A las competiciones llegan con dos programas, uno corto y un libre, y estas duran unos cuatro días.
Nos explica que realizan sus programas y el jurado puntúa. Se enfrentan con equipos mixtos de España y de otros países.
La próxima competición que tienen es el Campeonato de Madrid, que empieza el seis de diciembre. Después irá el de España y están decidiendo si se presentarán a competiciones en Austria, Polonia o Alemania. Ahora bien, viajar para ella es complicado, por su nacionalidad y los visados que se necesitan.
Pero pese a cualquier inconveniente, Elya Matveeva destaca que lo mejor de su trabajo para ella es poder enseñar cosas nuevas “y ver sonrisas”.
Le pedimos un mensaje para todas aquellas niñas y jóvenes que, como ella quieran patinar. “Lo primero es disciplina. Ellas deben saber que el deporte y los estudios están a igual nivel”.
La vemos en la pista rodeada de su equipo, que la mira con admiración mientras les marca las pautas en inglés.
Y a los padres les pide ánimo, pues para ellos también será un auténtico sacrificio.
El sacrificio de los padres
Los padres son fundamentales en esta ecuación. Hablamos de niñas y adolescentes, que les necesitan en cualquier decisión que tomen.
Hablamos con Alejandro, padre de Jimena, y le preguntamos qué pensó la primera vez que su hija le dijo que quería patinar. “Pues la verdad es que siempre hemos pensado que el deporte es bueno para los chavales. Tanto mi hijo como mi hija llevan haciendo deporte desde que son súper pequeños y cuando dijo que quería patinar, pues era una opción más entre otras muchos, así que apoyarla en su deseo de patinar, lógicamente”.
¿Y para un padre qué implica que su hija patine a tan alto nivel?
Implica muchísimo. Implica esfuerzo. Esfuerzo personal, esfuerzo económico, por supuesto. Al final tenemos unos horarios con muchísimos madrugones, trasnochamos muchísimo, viajes y al final todos los costes los sufragan los padres, tanto los costes de entrenamiento como vestidos, viajes, material… Lo primero que yo creo que se tienen que plantear los padres es ¿podemos asumir esto?
¿Recibís algún tipo de ayuda o subvención?
La única subvención que reciben es cuando van al Campeonato del Mundo que reciben una beca de la Federación Internacional por participar. Bueno, realmente reciben dos, una por participar en el campeonato, y otra beca de ayuda, lo que llaman ellos un scolarship, que es como para material escolar, en este caso material deportivo. Peor bueno, cantidad es muy pequeñita.
Podemos estar hablando, entre las dos becas, de seiscientos euros, siempre que vayan al Mundial. Si no van, evidentemente no hay beca, los gastos se multiplican por diez.
Entonces, ¿por qué le han apoyado en esta decisión?
Bueno, nos gusta, nos gusta que haga deporte, nos gusta que haga deporte en equipo. Pensamos que el deporte en equipo es bueno para su crecimiento personal, para su crecimiento como deportista. Y siempre nos ha gustado más el deporte en equipo que el individual.
Cuando ella dio el paso del apostar por el patinaje sincronizado, me acuerdo de la frase de mi mujer que me dijo “prepara la tarjeta”, porque ella sabía lo que venía detrás, pero bueno, apoyarla. Siempre hay que apoyarlo.
Danza sobre hielo
Comienza el entrenamiento y vemos a las diecinueve chicas y al chico sobre el hielo calentando. Elya Matveeva les da unas instrucciones en inglés, que matiza la segunda entrenadora, y empieza el show.
Suena la música en los altavoces de La Nevera y dieciséis patinadores comienzan a ejecutar el programa. Pronto irá una finlandesa experta a verlo y valorarlo.
Preguntamos por las cuatro patinadoras que se encuentran a un lado de la pista.
Una de ellas es Elsa, que está lesionada. Las otras tres no podrán estar el día que acudirá la ojeadora. En cualquier caso, nos recuerdan que solo 16 pueden competir.
Nos asombra que, a tan baja temperatura, a medida que ensayan se van quitando las chaquetas.
Paran la música, las entrenadoras dan algunas correcciones. Play. Los dieciséis que preparan el programa, ejecutan todos los movimientos con una armonía y elegancia que se disfruta como quien ve a un grupo de bailarinas danzar sobre el hielo.