La actriz Esther Acebo.

La actriz Esther Acebo.

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La actriz Esther Acebo: “Soy dual y contradictoria, pero así es como soy”

Charlamos sobre éxitos y fragilidades con la actriz española que estrena en agosto De perdidos a río, una comedia gamberra rodada en Canarias, Portugal y Río de Janeiro.

11 julio, 2023 02:42

Habla deprisa y apasionadamente de su profesión y de la vida, es inquieta, caótica y súper organizada, curiosa, alegre y también melancólica, timidísima, pero arrolladoramente expresiva y empática, frágil y fortísima. Sí, todo eso cabe en Esther Acebo (Madrid, 1983), actriz de cine, teatro y televisión, presentadora, reportera y deportista, que hizo un salto de altura a la fama en 2017 interpretando a Estocolmo en la serie de éxito mundial La casa de papel.

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Esther tiene más de 6 millones de seguidores en Instagram, mucho camino recorrido y un futuro que construye con los pies en la tierra, el corazón entregado a su pequeñaja y la cabeza rizada llena de sueños nuevos que cumplir y proteger.

Inicia su carrera como presentadora en 2007, presenta el programa Non Stop People en 2015; debuta en el cine con Los encantados en 2016 y se sube al escenario de la mano de Íñigo Guardamino o Magüi Mira, entre otros muchos; ha hecho cine de terror con Ignacio Tatay en 2022 y es fichada en la segunda temprada de la exitosa serie Operación Marea Negra dirigida por Daniel Calparsoro.

Este verano estrena película en la gran pantalla, De perdidos a río, dirigida por Joaquim Mazón, una comedia luminosa, de humor disparado y disparatado, en la que ella, sin embargo, pone un poco de sensatez y cordura.

Muchas localizaciones en diversos países y comedia pura. ¿Fue tan loco y divertido rodar De perdidos a río como lo es la película?

Fue un rodaje trepidante, viajamos mucho, a Canarias y Portugal para terminar en Río de Janeiro, lo cual supone estar fuera de casa mucho tiempo. Sí, el rodaje se refleja en la peli, mis compañeros no paraban de hacer chistes y bromas. Pero eso no quiere decir que no fuera duro, tuvimos muchos rodajes nocturnos, difíciles. Todo muy intenso pero genial gracias a mis compañeros y a Joaquín Mazón, el director.

La película refleja, en tono de comedia, la inmadurez y la torpeza con la que los hombres se enfrentan a la crisis de los 40. ¿Las mujeres vivimos nuestras crisis con mayor madurez y conciencia, o con menos ingenuidad y gracia? ¿Por qué nuestras crisis no se reflejan habitualmente en la ficción con tanto sentido del humor?

Qué interesante reflexión. Aunque me encantaría decir que no, sí creo que las mujeres lidiamos con nuestras crisis existenciales de forma diferente a los hombres. Parece que ellos se vuelvan más tontorrones, son más de salir y descontrolar, como queda reflejado en la peli. Sí, en la ficción es un tema recurrente y divertido, las crisis existenciales masculinas se llevan a la comedia, a la locura.

Si hay menos ficción alrededor de las crisis de las mujeres, y es un tema menos llevado a la comedia, creo, sinceramente, que sería interesante plantear que lo hagamos más, porque no hay mejor manera, para lidiar con las crisis, que a través de la comedia.

Nosotras sostenemos con inteligencia emocional más profunda, y atreviéndonos a entrar en los conflictos, estas crisis. Pero la comedia alivia, siempre.

¿Cómo es la mujer a la que da vida, en medio de este lío de hombres en crisis?

Tengo que reconocer que, cuando leí el guion de la peli, le dije a Joaquín, el director: “¿tú te das cuenta de que junto a estos tres hombres que son divertidísimos y en chiste constante, el personaje femenino que está ahí, todo el rato con ellos, no puede tener menos gracia?”.

Me contestó que lo interesante es que yo pusiera un poco de cordura y entidad en medio de esa jauría de locos. Mi personaje entra para calmar la situación, es una abogada que, además, tiene una cosa muy bonita en relación a Pedro, el personaje que interpreta Pablo Chiapella, que consigue ver su fondo bueno, más allá de esa patosidad de la que hablábamos, y entiende que hay que rascar un poco para descubrir lo que realmente está pasando por debajo.

Yo tenía esa misión, un poco ingrata, de poner orden, de ser menos graciosa, de dar integridad o pararles un poco en esa locura postadolescente. Fue muy bonito.

¿Su decisión de ser actriz es algo que va madurando y se conforma poco a poco, o lo tiene claro desde jovencita?

Es una decisión que tomo desde muy jovencita, pero no con la cabeza, más bien con el cuerpo, el alma, el corazón. De pequeña tenía muchísima vergüenza y timidez, muchos complejos, pero cuando hacía teatro en el cole, y luego en el instituto y en la universidad, me sentía absolutamente libre y lo pasaba genial, era mi refugio.

Yo quería estudiar la carrera de Arte Dramático, pero en mi familia nadie se dedica a nada relacionado con las artes o la cultura, y me dijeron, con sus mejores intenciones, que tenía que estudiar una carrera “de verdad”. Seguir el camino de la interpretación es muy complicado, pero creo que, a día de hoy, todos los caminos son complicados.

En ese momento hacía atletismo, así que estudié Educación Física, terminé la carrera y empecé a trabajar, pero siempre buscaba el modo de hacer teatro, cortos, publicidad. Creo que la decisión ya estaba tomada, pero yo todavía no lo sabía.

Tuve la fortuna de empezar a trabajar en televisión como presentadora de un programa infantil y, a partir de ahí, cada vez me iba ocupando más tiempo la profesión. Fui dejando de lado mi otra carrera.

Creo que ser actriz es una profesión que hay que elegir cada día, tanto cuando tienes mucho trabajo y estás feliz de la vida, como cuando tienes menos y hay que hacer un ejercicio de fe y de confianza, elegirla una y otra vez y seguir siempre formándote.

Fotograma de la nueva película de Esther Acebo.

Fotograma de la nueva película de Esther Acebo.

Aquellas señas de identidad que nos diferencian, y que en la niñez o adolescencia pueden ser motivo de burla o bullying, ¿son las mismas que, más adelante, pueden impulsarnos, convirtiéndose en logros o características positivas?

Absolutamente. Yo, para bien o para mal, soy un ejemplo con patas de eso, tanto por mis rasgos físicos como por las cosas que me interesaban de niña y que me hacían ser diferente de la masa, y me convertían en objeto de bullying, efectivamente.

Mi pelo se ha llevado todos los motes malos y peores que se te puedan ocurrir, lo cual parece una cosa superficial, pero cuando tienes nueve años y se meten tanto contigo, es traumático, yo dormía con un gorro de piscina para ver si se me aplastaba el pelo.
Es curioso, ahora mucha gente me comenta lo bonito que les parece mi pelo y todavía, a día de hoy, me cuesta creérmelo, no sé si me lo dicen de verdad o me están vacilando.

Y luego estaba esa timidez que encontraba su lugar de libertad en el teatro. Con 15 años las niñas de mi clase querían ir a centros comerciales o quedar con chicos y yo estaba en otra, quería ir a mis ensayos de teatro. Era la rara. Recibía rechazo e insultos de las niñas de mi edad porque yo era diferente.

He conseguido que esa diferencia se transforme en algo especial, en beneficio propio. He aprendido a disfrutar de esa diferencia. Ser distintos es, precisamente, lo que nos hace especiales.

Por eso es tan importante hacer fuertes a los niños o los jóvenes en aquello que realmente son y tienen de característico o especial, sacar el mayor partido posible a eso, en lugar de intentar camuflarlo, quitarlo o cambiarlo.

Lo que tú eres hay que abrazarlo muy fuerte, potenciarlo y quererlo, eso es lo que nos hace estar en paz con nosotros mismos y nos hace brillar en esta profesión o en la que sea.

A raíz de su éxito internacional en La casa de papel, los demás la descubren, la ven, la miran en el más amplio sentido de la metáfora. Y usted, ¿se mira a sí misma de otra manera?

Al ser un proyecto de una envergadura tan increíble, ha provocado mucha aceptación ajena, pero yo llevaba trabajando mucho tiempo. Claro, de repente hago una serie que se ve en todos los países del mundo y no hay escondite posible. Por supuesto que hay aprobación, desde fuera, pero yo, desde dentro, intento no buscar ese éxito o satisfacción, o percepción de éxito a través de la ficción, y creo que ese es un trabajo que hay que intentar hacer.

Intento buscar el éxito a través de una cosa más personal, más que nada por supervivencia mental y emocional. Sé que el fenómeno La casa de papel ha enorme y, sinceramente, no creo que volvamos a vernos en una de esas, en nuestras vidas.

Yo espero seguir trabajando dignamente como actriz, seguir participando en proyectos que, ojalá den la vuelta al mundo, pero hay días que salgo de un curro o de un casting y pienso, qué buen trabajo he hecho, y otros días que digo, esto no ha funcionado bien.

Intento hacer mi trabajo de autocrítica sin que sea de autodestrucción, y no agarrarme a la sensación de éxito, desde fuera, o de los otros, porque es muy peligrosa y no está en mi mano ni en mi poder; trato de confiar en mi esfuerzo, mi energía y mis ganas.
Aunque asumo que, de cara al gran público, obviamente el haber hecho ese papel en La casa de papel, me ha puesto en un lugar.

¿Cuáles son y porqué, el tipo de personajes que habitualmente le ofrecen? ¿Le gustaría hacer otro tipo de trabajos?

foto esther acebo 2

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Cuando se te ve mucho en un personaje, es muy fácil que lo que te ofrezcan se parezca un poco a ese personaje, ahí es donde hay que hacer la labor, con tu equipo, de decidir lo que te interesa, o no, hacer.

Lo más sencillo es ofrecerte algo que se asemeje a cómo tú eres, al rollo que das, a la energía que tienes, es comprensible, pero yo siempre intento darle a cada personaje algo que lo diferencie.

Me parece súper interesante poder hacer también otros personajes que no tienen nada que ver contigo, entrar en procesos creativos arriesgados, y eso lo estoy pudiendo hacer ahora, en el teatro.
No siempre es fácil conseguir eso y menos para una serie, porque tiene que haber alguien que quiera ver en ti lo interesante de ese cambio, cogerte de la mano y hacer contigo ese camino creativo.

¿Qué le regala el escenario que no encuentra delante de una cámara?

Hay algo que no se puede explicar, algo energético, del teatro, que es mágica. - ¡Es tan bonito y se siente tanto vértigo antes de entrar a escena! Es adictivo.

Es muy gozoso poder empezar una historia e ir contándola hasta el final, algo que en audiovisual no podemos hacer. El teatro es algo orgánico, es ir a favor de “natura” el hecho de poder contar la historia de principio a fin, y cada función es diferente. Tienes que reponerte y recomponerte si hay un error, perdonarte muy rápido y seguir. Esa magia te la regala el teatro.

¿Qué relación tiene con las redes sociales y con esa faceta de su profesión en la que debe exponerse sin personaje alguno que la proteja? Y no sólo en redes, también en fiestas, galas, estrenos… ¿se divierte, se cansa, se agobia?

Siendo cien por cien honesta, creo que he pasado por todas esas sensaciones. La primera vez que me colocaron en un photocall fue en el estreno de La casa de papel, imagínate, no era vértigo era pánico.

Imaginaba a los actores famosos como un ente poderoso, y de repente, al verme ahí, tan expuesta y vulnerable, me sentía pequeñita y aparecía mi vergüenza, la timidez, el miedo, el susto, no saber que contar si me preguntaban…

A lo largo de estos años, al ir atravesando ese camino, hablando con compañeras y compañeros, he sabido que no es algo que solo me pasara a mí, sino que esa exposición que vulnerabiliza, es algo muy común.

La clave está en lo que tú hagas con esas sensaciones o sentimientos, en poder revertirlo, en divertirse, en celebrar, en aprender a manejar situaciones incómodas, que son cosas que les pasan a todas las personas, solo que en nuestro caso siendo observadas por un millón de ojos.

Por eso es tan importante hacer un trabajo con uno mismo, profundo. Yo voy a terapia y creo que casi todos deberíamos hacerlo, para ayudarnos en estas situaciones que son desbordantes, colocarlas en un sitio sano, aprender a no sufrir con ellas sino a disfrutarlas un poco.

Ni en la ficción ni en la realidad, las personas somos estereotipos, ni nos comportamos como tales, aunque traten de definirnos con fórmulas sencillas, pero usted, ¿cómo se balancea entre el optimismo y la fragilidad, la organización y el caos, la timidez y el don de gentes, la valentía y el miedo?

A mí, me generaba un problema pensar que yo era dual. A veces tengo una sensación de fragilidad potente, pero de pronto llego a un casting y me siento a tope, estoy todo el rato viviendo en esa dualidad.

Hasta que entendí, o alguien me dijo, que somos absolutamente duales y contradictorios, que una persona que tiene, por ejemplo, miedo de enfrentarse a un casting, no es una persona miedosa sino valiente, porque se está enfrentando a algo, al fin y al cabo. Realmente estoy dualizada, por un lado, tengo un optimismo grande dentro de mí, y de repente, un día, dudo de todo y lo veo fatal, y eso me pasa día a día y con todo. Soy dual y contradictoria, pero así es como soy. Además, ahora tengo familia y eso te cambia, te recoloca cosas, te hace frágil y muy fuerte.

¿Qué le ha enseñado la profesión sobre la vida y sobre sí misma?

La profesión me ha enseñado que hay que atreverse. Si cometes errores, pues los cometes, es normal, pero atreverse. A veces, pedir perdón o pedir permiso te deja fuera. Incluso en los momentos en los que crees que es no, hay sacar fuerzas, y quizá eso te cambie la vida.

Y ¿la maternidad?

Me está enseñando mucho de esa fortaleza que tengo y que ni sabía que tengo. Me he visto en los momentos más vulnerables de mi vida, o cansada, con muchos miedos nuevos, pero me ha hecho darme cuenta de que, pese a todo, y aunque tenga más ojeras que hace un año, soy una mujer fortísima.

Y no tengo ni idea de cómo se concilia porque todavía, cada vez que empiezo un trabajo, me vuelvo un poco loca con mi logística, pero sigo para adelante, estoy feliz con mi curro y con mi peque y lo voy cuadrando como buenamente sé.

¿Este verano descansa, trabaja, o ambas cosas?

Estoy abrazando la incertidumbre, no lo sé, tengo parón de verano en los ensayos de la obra de teatro que estoy preparando, estoy improvisando y viviendo el día a día.

¿Irá a votar o ya ha votado?

Por supuesto que sí.

¿Le preocupa la situación política española, especialmente en lo referente a la cultura?
Mucho. Está habiendo demasiados casos de censura, - ¿en qué siglo estamos?

Empieza a darme miedo, sinceramente. Es importantísimo ejercer nuestro derecho al voto y este año más, si cabe.

Espero que nos gobierne alguien que no nos haga retroceder a otro siglo, y que no sigan creciendo los ataques de odio y otros movimientos que dan mucho miedo, contra la cultura y otras muchas cosas.