Assumpta Bou, experta en alta joyería: “A Leonor le haría un anillo de ánade, que simboliza el camino en la vida”
Assumpta es orfebre y su formación en Bellas Artes y Filosofía han sido peldaños que le han guiado irremediablemente hasta lo que es hoy.
9 enero, 2024 01:32Igual que el Indiana Jones, arqueólogo, recorría el mundo en busca de reliquias históricas y piedras misteriosas, Assumpta Bou (Barcelona, 1980), tan aventurera como Harrison Ford en sus famosas películas, ha recalado en la sabia Roma y en la antigua Grecia, en busca de su Santo Grial: materiales exclusivos para crear joyas únicas.
Assumpta es orfebre y su formación en Bellas Artes y Filosofía han sido peldaños que le han guiado irremediablemente hasta lo que es hoy: una de las poquísimas maestras joyeras arqueológicas del mundo que trabaja sus gemas y sus metales para transformarlos en joyas de autor.
Y lo hace en su boutique-taller, ubicado en los bajos de un antiguo monasterio, en el barrio gótico de Barcelona y muy cerca de la catedral. Ese es su templo, nada maldito, en el que hoy se inspira intentando habitar el modo de hacer de los antiguos, pero con la practicidad de hoy; y en el que sus clientes entran buscando joyas y piezas diferentes y salen con tesoros labrados a medida de sus sueños.
Tu especialidad es la joyería arqueológica. ¿Podríamos decir que eres la Indiana Jones de las joyas?
No diría tanto, pero ojalá hubiese podido estudiar también arqueología o restauración de arte antiguo. ¡Eso ya lo dejo para otra vida! Lo que estudié fue Filosofía por mi pulsión de entender el mundo y lo que está velado, pero me decepcioné del mundo académico y empecé Bellas Artes.
Allí me guie por el pálpito de dar forma a lo inmaterial y durante muchos años estuve en búsqueda. Tendía a hacer objetos simbólicos muy pequeños, pequeños tesoros, y un amigo me sugirió hacer joyería, cosa que nunca me había interesado.
Tú eres orfebre, ¿qué diferencia hay entre una joyera artesana y una orfebre?
En realidad, muy poca. Un orfebre es un maestro que trabaja el metal, a mano, con distintas técnicas antiguas de conformado de formas, como el repujado y cincelado.
Técnicamente, un orfebre es el artesano que hacía las figuras religiosas de iglesias y los objetos como bandejas y enseres en plata. Su técnica es impecable. El resto somos joyeros artesanos. Quizá hoy en día, para diferenciarnos de toda la joyería industrial, usamos este término también para los artesanos.
En la mitología griega, el rey Midas transformaba en oro lo que tocaba. Tú transformas el oro en…
En objetos de poder, en amuletos personales con los que tener una relación íntima, que te recuerden el camino de quién eres y a dónde vas. En símbolo. En objeto emocional, porque mis clientes vienen con sus historias de vida y yo trato de darle forma, una que sea valiosa.
¿Qué te sugieren las palabras Roma, Florencia, Todi? ¿Fueron la cuna de tu formación?
Roma fue mi portal a este mundo tan especial de la joyería… Cuando decidí estudiar sabía que quería hacer un módulo de joyería antigua y Roma me pareció un lugar sacro. No sabía italiano y me fui sin ni siquiera una habitación alquilada. Estuve dos semanas en un hostal recorriendo toda Roma y esta me acogió. Allí asistí a la Accademia di Salvatore Gerardi y conocí a mi maestro Antonio Antonelli.
De allí salté a hacer un curso de alto nivel con Giovanni Corvaja, en Todi y en Florencia. El hecho de haber estado en contacto con este grandísimo maestro en mis comienzos me dio la perspectiva de la humildad y el tesón.
Una vez de vuelta de mi periplo romano, he encontrado grandes maestros aquí como Jaime Díaz, de la escuela “El taller”.
Les agradezco muchísimo. He encontrado maestros muy generosos y me quedo con esto, dar y enseñar en lugar de cerrar y recelar.
Tus piezas son lecciones de historia. ¿Te atreves a darnos una clase maestra como las que has comenzado a impartir en tus talleres?
En mi boutique/atelier suelo enseñar técnicas como granulación etrusca y cadena antigua. Luego ya hemos impartido cursos con profesores externos como el fantástico Calixto Sánchez con su talla en cera. Toda una maravilla que rescatar.
¿Quién se interesa en un mundo tan digital y tecnológico por algo tan ancestral?
Hay un interés cada día mayor en las artes. A mis cursos de técnicas antiguas llegan personas de todas las edades movidas por el espacio interior que desarrolla justamente el expresarte en materia.
¿Te hubiera gustado vivir en otra época? ¿Qué habrías rescatado para traerte al siglo XXI?
Me gusta el misterio y me gustan los orígenes, así que por manido que parezca, habría ido a la época prerromana, donde el mundo tal y como lo conocemos estaba gestando sus bases. Creo que así podría entender mejor de dónde venimos.
Pero si me viera ahí de pronto me traería algo para escuchar música, aunque no creo que encontrase un cable usb en esa época. La música me eleva como nada.
Assumpta, ¿tú te sientes más cómoda fusionando la historia con la moda moderna o prefieres las filigranas y las geometrías clásicas?
El tema estilístico o de diseño es algo que dejo fluir, pero tengo muchas cábalas con ello. Yo no hago reproducciones del mundo antiguo, estudio motivos, formas y símbolos que contengan información del pasado y trabajo con ellas. Intento habitar el modo de hacer de los antiguos, pero con la practicidad de hoy.
Piensa que muchas piezas de la antigüedad eran funerarias. Son inmensamente bellas y magnéticas, pero no aguantarían el uso. Yo intento unir esas dos ideas. Supongo que fundo varias corrientes, pero es algo que brota.
¿De pequeña eras de las que coleccionaba cromos o eras más de piedras y monedas?
De pequeña era exactamente igual que ahora. He cambiado y evolucionado mucho, pero he vuelto a revivir mis pasiones infantiles. Un amigo me preguntó si la niña que fui estaría orgullosa de la mujer que soy hoy y la respuesta fue un sí inmediato, porque he conseguido seguir jugando toda mi vida.
De pequeña no jugaba con muñecas, lo que yo quería era construir, lo que fuera, pero hacer. Creo que he hecho cestería, madera, cerámica, marquetería, he cosido, he hecho lámparas de papel…
Hasta hace poco trabajabas en un taller, y ahora lo haces desde un escaparate a la calle. ¿Cómo ha sido ese cambio?
Hasta hace poco solo tenía el taller en el que hacía citas concertadas y el boca a boca empezó a hacer efecto. Pero quería tener una boutique de cara al público porque me encanta la gente, me gusta mucho hablar con cada cliente que entra y construir juntos. Es algo que me aporta muchísimo.
La mayoría de mis clientes son mujeres especiales, con gran amor por el arte y la cultura, lo sutil, lo auténtico, atemporales y vitales. ¡Y cada día son más jóvenes!
¿Qué tipo de joyas son sus favoritas?
Los anillos de montura romana con turmalinas maravillosas. Confieso que estoy obsesionada con estos anillos. Hago cinco veces más anillos que nada buscando esa forma perfecta que sueño y no logro encarnar. ¡Me encanta! También me piden colgantes de monedas con mucha simbología y significado y piezas con diamantes, salt and pepper.
¿Crees que son tus joyas las que eligen a sus futuras dueñas?
Por su personalidad, forma de expresarse, vestir… según ves a una clienta sabes qué joya está destinada a ella. Y cuando el cliente es un hombre que desea regalar a una mujer, le pido que me enseñe alguna imagen.
¿Te compran algunas de tus joyas de inspiración arqueo-mediterránea para una pedida de mano o algún compromiso de ese calado?
Más que de pedida, que suelen ser con piedras muy talladas a la moderna, hago anillos de boda. Me encanta hacerlos porque siempre es un baile de dos.
Ahora se llevan mucho las joyas personalizadas. Las tuyas lo son todas porque no hay dos gemas iguales, pero ¿añades algo más para personalizarlas al máximo?
Por supuesto hago grabados con lo que me pidan, pero la personalización está en la pieza en sí, ya que la mitad de mi trabajo son encargos personalizados que proyecto junto al cliente.
¿Y realizas ediciones limitadas?
Sí, por supuesto, porque la mayoría de gemas que uso son únicas y no hay manera de hacer dos piezas iguales. Ediciones limitadas sería el nombre a poner a un golpe de inspiración que tengo cuando compro gemas, o perlas o diamantes que me excitan la imaginación. Hago piezas con ello y cuando se acaban paso a otro lugar.
¿En un mundo en el que cada vez se valora más la sostenibilidad y la producción ética, utilizas materiales sostenibles, éticos o reciclados, para fabricar tus joyas?
Creo que la artesanía tendrá futuro en la medida que seamos compradores éticos, y eso es un gran compromiso. Entiendo que comprar a los precios que lo hacemos comporta un eco de insostenibilidad detrás que no vemos de primeras, pero todos tendríamos que hacer ese ejercicio. Igualmente, tengo mucha fe en la gente joven que viene detrás nuestro.
Por mi parte, intento cada vez más ser sostenible en la medida de lo posible. Voy a ser sincera, es dificilísimo ser del todo ético en este marco y también se tiene que ser valiente para decirlo alto.
El mundo de la joyería usa muchos materiales químicos, desechos y materiales de procedencia lejos de la ética y voy trabajando para ajustarme a lo que querría.
De entrada, uso oro reciclado y uso metales de los clientes para, además, llevar puesto en forma de nuevo anillo, ese anillo de tu abuela que tanto amas, y que no te pones.
Por otro lado, vivimos en una sociedad consumista y en la que todo va rápido. ¿Crees que estamos preparados para valorar lo artesano en su justa medida?
Afortunadamente sí, aunque sea por contraste, todo lo artesanal está siendo revalorizado y espero que siga siendo así cada día más, porque aporta un valor.
Cada pieza artesana que compras es porque hay un enamoramiento del todo, de la pieza, el autor, su filosofía, y eso perdura en el tiempo. Da belleza al mundo y coherencia, y además cuidamos la masificación de productos que hay en la actualidad.
Prefiero una pieza atemporal y de calidad que me durará para siempre y que reforzará mi estilo personal que veinticinco piezas industrializadas que son un mero producto de consumo. Aquí consumo yo y con corazón.
Háblanos de tus piedras favoritas y por qué lo son
Me apasionan las turmalinas verdes y azules, por su riqueza de matices. Si las consigues naturales su belleza es irresistible. Algunas, como mirando a través de una bola mágica, tiene mundos y arcoíris dentro. Cada una llama a una persona que las elije y hacemos la pieza con ellas.
Mi segundo amor son los diamantes Fancy grises, porque simbolizan la belleza de lo imperfecto en contraposición a los diamantes perfectos. ¡Son más ricos en registro, y además los adquiero en un lugar de diamantes éticos!
También te gusta trabajar con monedas ¿Qué te cuentan las monedas?
Las monedas son pedacitos de historia y costumbrismo de cada época. Estoy muy especializada en monedas grecorromanas y sasánidas. Las monedas griegas son mis enamoradas, porque tienen motivos más simbólicos como cálices, ánforas, animales, que contienen más mensajes que las típicas con cara de emperador y cruz.
Y la mitología, ¿qué espacio ocupa en tu taller?
La mitología es un motor básico en mis creaciones porque es a través de ello que simbolizo. Paralelamente a mi trabajo de atelier, hago mucha búsqueda y estudio de las diferentes mitologías, porque muestran arquetipos muy interesantes que complementan los que hay ahora en la sociedad actual. Y porque revisando las bases de nuestros orígenes, comprendes desde dónde hemos construido, tanto estilísticamente como en cuanto a referente social.
Tus joyas son muy regias. ¿Si tuvieras que recomendarle una joya a la reina Letizia, cuál sería? ¿Y a sus hijas, Leonor y Sofía?
Sin duda a la reina Letizia le recomendaría unos pendientes de moneda de medusa, la gorgona – mujer ingobernable, fuerte, con principios propios.
A sus hijas Leonor y Sofía unos anillos de ánade, el ganso egipcio que simboliza el camino en la vida.
¿Y a una influencer, tipo Victoria Federica?
A Victoria Federica, que es más atrevida, unos pendientes de alas de escarabajo, que dan una luz increíble y son algo muy exótico.
¿Haces alguna joya para los hombres?
Actualmente, estoy trabajando en una colección pequeñita para hombres en “electrum”, que era una mezcla a partes iguales de oro y lata muy usada en el mundo grecorromano. Me parece muy poética esta mezcla de lo femenino y lo masculino y el resultado es un color amarillo pálido, muy elegante.
¿Cómo se cuida una joya arqueológica para que dure millones de años?
Cuando la pieza es enteramente de oro y piedras como turmalina, zafiro o diamante, es una joya todoterreno, puedes hasta meterte en la piscina con ellas, pero no así con piedras porosas como turquesa, lapizlazúli o perlas. Lo mejor es no mojarlas y evitar los productos químicos. Cuando lo que lleva la joya es una moneda antigua, lo mejor es alejarla de la humedad para que no estropee la pátina.
Tienes tres hijos. ¿Alguno apunta maneras para ser tu sucesor?
Sí, tengo tres hijos, Jimena de 9, Vega de 8 y Guido de 3. Mis luceros, mi alegría y mis maestros de vida. Mis dos hijas mayores ya hace tiempo que rondan por mi atelier haciendo sus piecitas. Cuando están en el taller dedico siempre un ratito a hacer alguna cosa rápida con ellas, como un anillo martilleado o con palabras selladas. Jimena incluso me ha hecho ya hasta el cartel de un curso para niños que quiere que haga.
Tu joyería es artesana pero también de lujo. ¿Cuál es la horquilla de precios?
Mis precios van desde unos pendientes pequeñitos de botón con piedra por 450 euros hasta cadenas hechas a mano por 3500. Un anillo de montura romana oscila de 1500 a 2450 euros.
¿Cuál es tu próxima parada? ¿Algo contemporáneo?
No, estoy eternamente fascinada por lo antiguo. ¡Ese misterio y la búsqueda que supone no tiene fin!