La periodista, en una foto cedida.

La periodista, en una foto cedida. Cedida

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Almudena Ariza: “Esta guerra me está doliendo. Tanto odio y rencor pesan incluso a las optimistas como yo"

La periodista recibió el premio Maga de Magas a la mejor reportera por su visión humana de los grandes conflictos.

22 junio, 2024 01:57

Entrevisto a Almudena Ariza (Madrid, 1963) tras su directo en el telediario de las 15 h desde Jerusalén. Luego intervendrá en el de las 21 h, en 24Horas y en algún programa más. Su cobertura del conflicto entre Israel y Palestina y su capacidad para transmitir historias humanas de manera rigurosa le han otorgado el premio Maga de Magas a la mejor reportera

“Reportera y enviada especial por medio mundo con TVE. Corresponsal en Pekín, NY, París. maratoniana y salsera", así se define la periodista. A través de ella hemos conocido la conmoción de los atentados del 11S, el infierno de tsunami de Indonesia, el de Japón que arrasó la central térmica de Fukushima... Ha cubierto las guerras de Irak, Afganistán y Ucrania. Hace reportajes, documentales, podcasts y tiene 33.000 seguidores en Instagram

Hace años se propuso no estar nunca más metida en una redacción. "Se lo dije hace poco a mi jefe de informativos -explica a Magas-. Quiero que la noticia me pille en la calle, en un mundo que me interese. Es como una planta a la que pones en un rincón y no la riegas. Esa soy yo en una redacción de informativos".

Su vital curiosidad por el otro y su empatía hacen que su vida sea rica en historias. Personas y personajes como aquel flamenco, Manuel 'El enterraó', que le daba clases de guitarra mientras los demás dormían la siesta en aquellos largos veranos infantiles. De familia numerosa, hija de gaditana, Almudena recuerda que en su casa siempre había cante y música. Las historias, sobre todo, las contaba su abuela.

Almudena Ariza, durante uno de sus reportajes.

Almudena Ariza, durante uno de sus reportajes. Cedida

Ha recibido el Premio Maga de Magas por su visión humana de los grandes conflictos.

A los periodistas nos dan tantos palos todos los días, que un premio así te da ánimos para seguir. Siempre se agradece. Además, fue una oportunidad poder compartirlo y estar con esas mujeres que tanto admiro. De Rosa Montero lo he leído todo. Ángeles Caso fue una mujer rompedora en televisión, con mucho carisma y personalidad. Elvira Lindo, Susanna Griso y Victoria Prego... Fue una noche muy bonita, con una energía muy buena de sororidad. 

Media vida en primera línea contando esos conflictos. ¿Hay alguna historia que le vuelva una y otra vez, o se van superponiendo?

En mi cabeza y en mi corazón las historias están como en cajitas. Tengo unas presencias constantes -familia, hijos, parejas-, pero el resto de las personas que he conocido van acomodándose en alguna parte de mi interior. Y de vez en cuando reaparecen.

Hay muchas tragedias en mi labor profesional, pero también historias poderosas de gente muy heroica, que incluso en los momentos más duros, pelean, luchan y ayudan a otros. Al fin y al cabo, es el reflejo del ser humano. Encuentras miserias, pero también luz. Me quedo con la luz. 

"Los corresponsales casi nunca hablamos de lo ocurrido. Además, no soy nada de contar batallitas. Salvo que insistan mucho"

El premio Magas reconoce también su "mirada profunda, fresca, rigurosa y cotidiana". ¿Qué le hace tratar cada historia como si fuera única y no caer en el hastío o la indiferencia? 

Yo cuento historias de manera natural porque me interesa todo lo que pasa alrededor. Esa energía por saber y conocer es muy útil en mi labor como periodista y, afortunadamente, no se ha agotado. Incluso cuando no estoy trabajando sigo haciéndome preguntas, interesándome por todo. ¿Quién será ese vecino que ha llegado? ¿O el señor de esa tienda? Eso trasladado a un lugar difícil, donde se vive con tal intensidad vital y emocional, da historias muy poderosas. 

Cuando una persona cuenta su historia por primera vez es un momento hermosísimo. Agradece tanto que las escuches… Y yo, su confianza. Esa es la maravilla de cuando estás en la calle buscando ese tipo de personas. Te iluminan sobre lo que está sucediendo y a la vez te da esa sensación de verdad, de frescura.

¿Cómo reducir tanta intensidad a minuto y medio en un informativo?

Es horrible. Y todavía nos dicen que el telediario es muy largo. La pérdida de atención se está convirtiendo en un problema y los medios de comunicación somos cómplices al recortar las cosas por miedo a aburrir. Hace unos años empecé un pódcast con entrevistas en profundidad, para salir de esa sensación de prisión del tiempo, Plano Corto

"La guerra es el único fenómeno humano en el que todos son víctimas, todos pierden, todos terminan infelices", escribió Kapuscinski. Usted habla del dolor de los vivos. 

Aquí, en el oeste de Jerusalén donde hay mayoría judía, están muy traumatizados por los asesinatos del 7 de octubre. Además, todo el mundo tiene alguien cercano en la guerra. Hace unos días murieron 11 soldados. En ese momento estaba haciendo la compra en el supermercado y la gente sólo hablaba de eso, con verdadero dolor.

También está el dolor de la otra parte, 30.000 víctimas palestinas. Esta guerra es horrible para todos. Hasta el último ser humano de este territorio está viéndose afectado y sufriendo. Es la pescadilla que se muerde la cola y el cuento de nunca acabar y, cuanto más se prolongue, más traumático será y más difícil de encontrar soluciones.

Uno de sus entrevistados de una serie del pódcast 'Plano Corto', el argentino Joaquín Sánchez Mariño, decía que del reporterismo de guerra "uno sale herido, con una energía oscura en la espalda".

Cuando vuelves, la gente te pregunta ¿qué tal? ¿Cómo ha ido? ¿Qué puedes contestar? ¿Siéntate aquí conmigo 3 horas o dos días, que voy a empezar a contarte mis sentimientos y todo lo que he vivido? Aprendes a dar respuestas automáticas. La gente no se puede hacer una idea.

Los corresponsales casi nunca hablamos de lo ocurrido. Además, no soy nada de contar batallitas. Salvo que insistan mucho, no suelo hablar de mi profesión. Pero todo va quedando ahí, como las toxinas que no acabas de eliminar. 

En la guerra de Ucrania vivimos cosas muy duras. Para dar salida a esa especie de sombra u oscuridad hice una serie de entrevistas a periodistas que habían estado allí. Casi todos habíamos vivido experiencias parecidas, momentos de peligro, escenas muy dramáticas, vidas rotas por la muerte, el dolor… Fue terapéutico y muy interesante.

¿Cómo se readapta cuando vuelve a casa? 

La verdad es que enseguida vuelves otra vez a meterte en el círculo vicioso de los problemas del primer mundo. Cuando mis hijos eran pequeños les decía que no iba a haber Reyes, porque con un juguete tenían bastante, que de donde yo venía los niños no tenían tantas cosas. Me cabreaba con el consumo excesivo. Mis hijos me miraban como diciendo "qué le ha pasado a mamá".

Recuerdo después de otro viaje que una amiga empezó a contarme que estaba muy estresada por la reforma en su casa. Es complicado lidiar con esta esquizofrenia de unos tanto y otros tan poco. Estás en este mundo capitalista de consumo y no puedes cambiar la vida de todo el que te rodea. Tienes tus propios conflictos internos. 

Hoy salía la noticia de que el número de niños fallecidos en conflictos globales se triplicó en 2023 con respecto al año anterior. Luego está la gente que dice que no quiere oír más noticias porque se estresa. Sí, pero tenemos que saber qué está pasando e indignarnos para intentar mejorar las cosas.

¿Qué suele hacer en vacaciones?

Intento compensar la ausencia de familia de todo el año. Alquilo una casa grande por la que van pasando mis hijos, mis hermanos, sobrinos… Con mi madre estoy todo el mes. Este año intentaré desconectar, sobre todo de la tecnología. 

¿Cómo es un día en la vida de Almudena Ariza cuando está destinada? 

Empiezo con ejercicio físico. A las 7 de la mañana estoy corriendo o en el gimnasio. Pilates o yoga. Es vital para mí como comer y trabajar. Si no hay rodaje, estoy pendiente de las noticias, de hacer directos, falsos directos… Nunca sabes cuál es la noticia que vas a dar ese día, ni cómo la vas a trabajar. Esto implica buscar entrevistas o preparar un reportaje. Cada día es una sorpresa. Es bonito. 

Yo en TVE tengo libertad 100%. Motiva mucho tener la capacidad de decidir dónde vas y lo que cuentas. La pega es que estás 24 horas al día, 7 días a la semana. Encima, tal y como está la actualidad, aquí no te puedes despistar. No puedo ni ir a Tel-Aviv a la playa una tarde. 

Tel-Aviv es una ciudad abierta.

Muy cosmopolita y liberal, con mucha gente joven. En Jerusalén hay más tensión. En Tel-Aviv podría parecer que no hay guerra hasta que hablas con la gente. Uno te dice que la semana siguiente se va a Gaza, o que su compañero de universidad está herido, o que a fulanita la han matado. Esta guerra ha trastocado todo. Los israelíes sienten, incluso los más liberales, que tienen que defenderse de esta cosa terrible que les ha pasado.

Como enviada especial en Jerusalén ha declarado que informar con neutralidad de esta guerra es un desafío constante. 

El tema crucial es que no estamos en Gaza porque Israel no nos permite entrar a los periodistas internacionales. Paradójicamente, nunca habíamos visto tantas imágenes de lo que está pasando. Todos los palestinos están teléfono en mano grabándolo todo. Entonces nos tenemos que fiar de lo que nos dan los periodistas locales. En cuanto a los datos concretos sobre el número de víctimas, probablemente no sea cierto todo lo que cuenta Hamas.  

Por otro lado, en Israel hay mucha censura. Tenemos que entregar las informaciones para que las revisen cuando son asuntos que afecten a la seguridad del Estado. La gente piensa que todos los que están muriendo son terroristas y que tendríamos que estarles agradecidos. 

Si criticas la guerra parece que estás favor del terrorismo de Hamás y eres antisemita. No hay matices. Ese es el horror. Ellos saben que la prensa da matices. No nos quieren, y menos aún a los españoles después del reconocimiento del Estado de Palestina. Sacas una cámara en la que pone TVE y ya te están insultando.

¿Ha encontrado palestinos que critiquen a Hamás por utilizar a la población civil como escudos humanos?

A Gaza no he ido, pero en Cisjordania no te defienden en masa a Hamás. Lo que quieren es vivir en paz y trabajar. Que se acabe la ocupación y tener oportunidades.

De todas sus corresponsalías y destinos, la de París debió de ser la más tranquila.

Sí (se ríe). Además, viví ahí la pandemia. Afortunadamente, no hubo desgracias en mi entorno familiar. Como en Francia podíamos salir en un radio de 10 km, yo iba a correr por los Campos Elíseos. Estaban vacíos. Fue un tiempo muy productivo, pero me faltaba un poco de intensidad informativa. 

¿Qué lleva siempre en la maleta cuando va a una misión?

Mira que he hecho mudanzas en mi vida… Cada vez llevo menos cosas y tengo menos apego a lo material. A Jerusalén vine con dos maletas. Hay quienes viajan hasta con los muebles. Ahora mismo me podría ir con el vaquero y una camiseta y, por supuesto, el ordenador y el teléfono móvil. Y la nube. Para salir al aire necesitamos un mínimo de tecnología que funcione adecuadamente. Casi todo lo demás puedes encontrarlo allá donde vayas.

Las galardonadas de la segunda edición de Maga de Magas; de izda. a dcha: Elvira Lindo, Ángeles Caso, Almudena Ariza, Rosa Montero y Susanna Griso, junto a Cruz Sánchez de Lara.

Las galardonadas de la segunda edición de Maga de Magas; de izda. a dcha: Elvira Lindo, Ángeles Caso, Almudena Ariza, Rosa Montero y Susanna Griso, junto a Cruz Sánchez de Lara. Sara Fernández

La situación del periodista es ahora más precaria. Sin embargo, usted señala que nunca ha habido tantas herramientas para contar historias. 

Es un poco paradójico. Si tienes ganas y pasión por contar historias puedes hacerlo. Hay muchas herramientas. Otra cosa es que te de suficiente para poder vivir holgadamente. No conozco a nadie que se haya hecho rico haciendo periodismo y sí a mucha gente empobrecida. Pero si no te pones, no te va a caer del cielo. Es lo que digo a los jóvenes. 

La función del periodista es tan relevante… Sin embargo, no solo está mal pagada, sino que tampoco está reconocida socialmente. Lo dice el último informe que ha sacado el Instituto Reuters sobre el desapego de la gente hacia la información.

"En las redes nos insultan entre 3 y 5 veces más que a los hombres. A lo mejor, son falsos perfiles con ganas de ensuciar el diálogo"

Usted, en el fondo, es optimista… 

Soy de los que ven la botella medio llena. Siempre me levanto pensando que las cosas no están tan mal. Y eso que esta guerra me está doliendo. Tanto odio y rencor pesa incluso a los optimistas como yo. Generaciones y generaciones marcadas por la guerra y el horror.

Qué pena que se nos olvide lo importante que es tender puentes incluso con quienes piensan diferente. Pero si los gobernantes no apuestan por ese diálogo, los que están abajo, menos. 

Aun así, confío en la humanidad, en los valores de las personas. Siempre hay un destello de luz. 

Al recoger el premio Magas dijo que las reporteras en Afganistán fuisteis una rareza. ¿Cuál es vuestra situación ahora? 

El periodismo ha cambiado muchísimo, tanto como ha cambiado el mundo. En todos los sectores sigues encontrando al paternalista y al que te da lecciones, aunque sepas más que él. 

La parte positiva del síndrome de impostora que todas tenemos es que te hace creer que te queda mucho por saber y por conocer. Quizá por ello te prepares obsesivamente el trabajo, pero sale mejor.  

Lo que sí es verdad es que en las redes nos insultan entre 3 y 5 veces más que a los hombres. A lo mejor, son falsos perfiles con ganas de ensuciar el diálogo. Esto se ha incrementado con esta guerra. Te desprestigian de cualquier manera, por el físico, te llaman periolista, mamporrera… Yo hace tiempo que no contesto, salvo que vea a alguien de buena fe. Solo publico. 

Usted dejó su carrera de concertista de guitarra clásica por el periodismo. ¿Sigue tocando?

Toqué mucho en la pandemia, pero luego he vuelto a la dinámica de la marabunta esta del periodismo y la guitarra está cogiendo polvo otra vez. Es como esa amiga que tienes y nunca te falla. Si estoy con la pena, la cojo un poco y siempre me reconforta.