Así es el revelador documental sobre Elizabeth Taylor, la estrella que vivió demasiado rápido y a lo grande
¿Qué ofrece de nuevo Elizabeth Taylor: The Lost Tapes si se piensa que Elizabeth estuvo constantemente expuesta al ojo público, y que fue una actriz comercializada y explotada desde todos los puntos de vista?
13 agosto, 2024 01:36"¿Ya has puesto en marcha tu condenada máquina?", la voz entre divertida y burlona que inquiere es la de Elizabeth Taylor, quien se dispone a entablar una suerte de conversación distendida con su interlocutor.
Para ese momento, en 1964, Taylor está en lo más alto de la fama, tiene 32 años, cuatro matrimonios y cuatro hijos. En ese momento cuenta con 22 años de carrera artística, había ganado un Oscar y hecho Gigante y Un lugar en el sol, como también acaba de concluir Cleopatra, un protagónico que le valió convertirse en la primera actriz (y actor) en ganar un millón de dólares por una película.
Esa grabación, que al final fueron 40 horas de entrevistas a lo largo de todo un año con Richard Meryman, periodista de la revista Life, constituye la columna vertebral del magnífico documental Elizabeth Taylor: The Lost Tapes, dirigido por Nanette Burstein.
Las cintas que recogen estas conversaciones reposaron en un ático polvoriento después de haber sido material para un libro de memorias que se dejó de editar hace mucho tiempo, y fueron descubiertas por la esposa de Meryman tras la muerte de éste en 2015.
Que las mismas hayan ido a parar a las manos de Burstein para convertirlas en un documental (que se puede ver en la plataforma MAX), se debe sobre todo a los herederos de Taylor.
¿Pero qué ofrece de nuevo Elizabeth Taylor: The Lost Tapes si se piensa que la actriz estuvo constantemente expuesta al ojo público, que fue una persona a la que los estudios cinematográficos comercializaron y explotaron desde todos lo puntos de vista, incluso controlando su vida privada?
Quizás la imagen que prevalezca hoy en día sea la de la Elizabeth Taylor mayor, exponiendo sus innumerables y costosísimas joyas, a la que siempre se le presentaba como "la mujer de los ojos violeta" – los tenía azul oscuro, por cierto -, la que se casó ocho veces con siete hombres – repitió con Richard Burton - .
Sin embargo este documental muestra a una mujer que en pocas ocasiones puso de manifiesto su esencia, sus deseos, frustraciones, dificultades y logros personales.
"Es una oportunidad única tener a esta persona legendaria, a la que conocemos solo a través de las cámara de los paparazzi y que intentó sin éxito separar lo público de lo privado, abriendo su corazón en estas entrevistas que estuvieron olvidadas durante 60 años", comentaba Nanette Burstein en el Festival de Cannes donde esta película tuvo estreno mundial.
Durante casi dos horas el relato transcurre de manera cronológica. Con imágenes de archivo, tanto de programas de televisión de la época como de fragmentos de películas caseras, así como también de escenas y detrás de cámaras de la vasta filmografía de la actriz (hizo más de 150 filmes).
Se escucha la voz de Elizabeth abordando una gama de matices e inflexiones, se escuchan sus significativos silencios; el tono es de intimidad, a veces de confesión y reflexivo. En todo caso se siente dolorosamente honesto. A veces también se oye a su interlocutor al hacer una pregunta o al enfrascarse en ciertos diálogos que ponen de manifiesto la fiereza de Taylor.
"¡¿Qué diablos es un sex symbol?!", Elizabeth descoloca a Meryman que insistentemente hace alusión a su despampanante belleza, a su sexualización y a la etiqueta que la catalogaba como un símbolo sexual.
"Soy actriz y mujer, y estoy muy orgullosa de serlo, no soy una diosa. Así que ¡deja de hacer esa pregunta!", zanja Elizabeth, a esas alturas de su vida convertida también en una verdadera guerrera tanto en lo privado como en la profesional.
Burstein enriquece la historia con las voces de amigos cercanos y entrañables como Roddy McDowall, su coprotagonista en Lassie, la cadena invisible (1943), a quien conoció cuando él tenía 13 años y ella 10.
La hija de una ex actriz y un marchante de arte de Beverly Hills, nacida en Londres en 1932, había ganado el pulso con sus padres quienes no se mostraron muy ilusionados con el deseo de su pequeña para incursionar en el mundo del cine.
En búsqueda de la libertad
Para el momento de estas entrevistas Elizabeth Taylor también había vivido la violencia machista de su primer marido Nick Hilton. Relata el inicio de una relación que comenzó como 'un cuento de hadas' y acabó como una pesadilla.
A los 18 años, después de vivir bajo el absoluto control del estudio, tutelada y con chaperonas, con una vida construida en función a las promociones de sus películas, con una imagen creada por otros, teniendo que comportarse como alguien que no era y que distaba de ser lo que ella era en realidad, se le escucha decir: "Quería mi libertad".
El matrimonio con Hilton era una vía de escape, aunque no sospechaba lo que le esperaba. El heredero del imperio hotelero, dado al alcohol y a abusos de todo tipo, la golpeó en el vientre lo que ocasionó un aborto. El matrimonio duró sólo un año. "No quiero hablar de él", corta toda vía de acceso a ese episodio traumático.
Una vez divorciada, lo que no fue de beneplácito para el estudio que velaba para que sus actrices empleadas cumplieran con el modelo de mujer sumisa que imperaba en los años 50, Elizabeth pasó una temporada en Nueva York donde por fin dice que tuvo la tan ansiada sensación de libertad.
El relato del documental ahonda en paralelo en la mujer y en la profesional. "A pesar de ser una megaestrella, se sentía insegura por su educación ya que sólo estudió las pocas horas al día que ofrecía la escuela de la MGM aunque era una mujer muy inteligente", comenta la directora.
"Pero su inseguridad también era por el hecho de que no la respetaban como actriz, la veían como una estrella de cine, lo cual tenía una connotación negativa, y además la consideraban como un símbolo sexual. Ella quería ser vista como la artista que era", explicaba la cineasta nominada al Oscar por el documental On the Ropes (2000).
Elizabeth cuenta que se enfrentó a la hostilidad de los jefes del estudio que la obligaban a asumir roles que no le gustaban. "Estaba muriendo por dentro", confiesa. El poderoso estudio Metro Goldwyn-Mayer (MGM) no solamente la había encasillado en la eterna cara bonita, sino también la hipersexualizó en y fuera de la pantalla cuando apenas era una adolescente.
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"Tenía que comportarme como una mujer sofisticada", se le escucha, "me lanzaron al mundo de los adultos pero en mi propio mundo era una niña aterrorizada".
A lo largo del documental la directora hace un especial hincapié en la edad que tenía Taylor cada vez que sale a colación una película o un episodio significativo en su vida.
En Traición (1949), tiene 16 pero interpreta a una mujer de 24. Mientras que en Gigante (1956) a sus 22 asume un rango de edad que va de 18 a 50 años. "La actriz que interpreta a su hija en esa película era mayor que ella en la vida real", apunta Burstein.
"Es un punto muy interesante", explica, "Elizabeth creció y maduró muy rápido, había vivido mucho y a toda prisa", reflexionaba la directora en esta entrevista desarrollada durante la cita cinematográfica francesa.
"Por la forma en que vivió, que también lo hizo a lo grande, tienes que recordar cuántos años tiene en cada uno de esos momentos porque no es que parezca mayor por su belleza, es que le dieron y acarreó con mucha responsabilidad siendo aún una niña", comentaba Nanette Burstein, la también directora de The Price of Gold y Hillary.
El estigma de ser estrella de cine
En una época en la que "las actrices eran tratadas como un producto y los estudios las manejaban como ganado o una propiedad de granja, y ejercían mucho control sobre ellas y sus carreras", recuerda Burstein, Elizabeth se alzó como una luchadora.
En Elizabeth Taylor: The Lost Tapes Taylor rememora su rebelión y múltiples batallas. Repudiando los roles que le imponía la MGM, "empecé a luchar para poder cambiar la situación", apunta. Como también relata algunos enfrentamientos con directores que la infravaloraron, hasta cierto punto reprochándole su belleza.
Este es otro de los aspectos que Nanette Burstein pone en relieve en el documental. "Quería que la gente comprendiera cuánto le dolía que no la reconocieran por su talento y todo lo que le costó luchar contra los estudios para hacerse valer", aclara la directora.
"Elizabeth quería asumir papeles más desafiantes y complicados, interpretar a mujeres con una fuerte voluntad", explica Burstein, "y para lograr ese tipo de roles tuvo que luchar con uñas y dientes, pero incluso cuando lo conseguía, a veces los directores eran crueles con ella reiterándole que no era una actriz sino una estrella de cine".
En esa constante lucha, Taylor encontró fuertes y fieles aliados en sus colegas gays, que por razones obvias no podían salir del armario. Estando entre Montgomery Clift, Rod Hudson, James Dean y el mismo Roddy McDowall, Elizabeth podía mostrarse tal como era en realidad, y sentirse a salvo de las fieras depredadoras que abundaban en Hollywood.
Esos fuertes nexos de amistad y lealtad con el tiempo decantarían en la creación en 1991 de la Elizabeth Taylor AIDS Foundation, una institución en la que se mantuvo activa hasta el año de su muerte en 2011.
En el momento en el que Elizabeth Taylor se pone frente a 'la condenada' grabadora de Richard Meryman, también se había sobrepuesto al dolor y la tristeza causada por la abrupta muerte de su tercer marido el productor Mike Todd. Sin embargo, se refugió en el trabajo, se dedicó a terminar el rodaje de Una mujer marcada, rol por el que ganó un Oscar.
Mientras Elizabeth habla con Meryman, su filmografía apuntaba a 33 películas, cuenta en detalles cómo fue superar un error personal que le valió el título de "destructora de hogares". Y en ese presente se encontraba en plena relación con el actor Richard Burton (se casaron en marzo del 64), un romance denunciado por el mismísimo Vaticano (todo empezó en Roma durante el rodaje de Cleopatra) y por el que su padre la llamó "puta".
Tal como apunta Burstein, Elizabeth fue consciente de que su imagen la perseguía. "Siempre estuvo bajo un escrutinio público muy negativo, se escribió mucho sobre sus múltiples divorcios, la ridiculizaron cuando engordó… Apenas se escribieron o se dijeron cosas buenas sobre ella", se lamenta.
Para la directora la historia de Elizabeth Taylor "es inspiradora y tiene los matices del sexismo que hasta hoy en día enfrentamos las mujeres".
"Es también el tipo de historias que quiero contar porque creo que a pesar de vivir en plena era del #MeToo y de supuestamente ser más inclusivos y educados en temas de género, no lo somos del todo, y hay mucho aún que se nos escapa".
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En sus 32, Elizabeth Taylor era una gigante en Hollywood, pero el humo generado por la prensa de la época aupado por la sociedad y las represivas reglas de la meca del cine, no dejaban ver todo lo que esta icónica actriz había vivido y logrado. A través de Elizabeth Taylor: The Lost Tapes esa cortina de humo se desvanece, dejando ver mucho de la Elizabeth Taylor verdadera, esa que deberíamos valorar más.