Noelia Tomoshigue, la pastelera japoandaluza que triunfa en Getafe: "Estamos entre los mejores del mundo"
- Su pastelería, en la que encontrarás el tradicional dorayaki, ha entrado en la lista de las mejores del mundo gracias a sus dulces de Alta Costura.
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Pastelera sevillana de padres japoneses hermanados con el flamenco. De pequeña, esta japoandaluza nadaba, de jovencita trabajaba con el retail de lujo en la milla de oro madrileña y ahora, como milleniall de 34 años, fusiona la repostería francesa con la japonesa y le llueven los premios.
Ella es Noelia Tomoshige, una mujer emprendedora que se ha propuesto hacernos la vida más dulce con menos azúcar y condensar su creatividad despachando pasteles en Monroebakes, su negocio, cuyo nombre es un homenaje a Marilin Monroe: "Marilin me ha gustado siempre, desde pequeña. Y mis nombres de usuario siempre tenían algo que ver con ella; de ahí que decidiera bautizar mi pastelería como Monroebakes, en su honor".
Noelia define sus postres como dulces con corazón japonés, tradición española y técnica francesa. Una fórmula con la que se ha convertido en pastelera viral y que ha conquistado el paladar de muchos, incluido el de nuestro presidente del gobierno, pero Noelia, no quiere hablar de Pedro ni de su paso por su obrador. Es, además de talentosa, discreta. Y nosotros lo respetamos.
Lo que sí que nos cuenta es cómo fue su desembarco en el mundo de la repostería, a la que llegó rompiendo moldes, algo constante en su vida: "Desde que nací siendo japonesa-sevillana los he ido rompiendo".
Uno de esos moldes fue el que rompió cuando, tras dos semanas escasas de curso de pastelería en Tokio, se presentó para hacer un Cordon Bleu y, siendo la última de la fila, acabó con honores. "Fue en el verano de 2019. Mi profesora japonesa había estudiado en la escuela Le Cordon Bleu de Tokio, y al volver a España vi que había una sede en Madrid y decidí mandar mi carta de motivación" relata. En enero de 2020 comenzó su diploma y, pandemia por medio se graduó en diciembre.
"Aproveché los meses de confinamiento para practicar mucho desde casa y crear la identidad de mi futura pastelería. Para cuando volví a retomar el diploma ya tenía una pequeña cartera de clientes que me hacía pedidos a través de Instagram y venían a recogerlo a casa". Su recuerdo del primer día es intimidante "me di cuenta de que era casi la única de la clase que no tenía nada de experiencia en pastelería. Los demás alumnos se habían apuntado al diploma para extender conocimientos" y ante aquello "lo único que pensé fue que tenía que trabajar más duro para poder estar a la altura. En mi graduación recibí la mención de honor y creo que eso ya es prueba de lo mucho que me esfore".
¿Qué pasó para que dos jóvenes japoneses, tus padres, se instalaran Sevilla?
Ganaron un concurso de flamenco organizado por la embajada de España en Tokio. Eran los años 70 y ambos tenían 23 años. Mi padre guitarrista y mi madre bailaora. El premio era una beca de estudios de flamenco en Sevilla, formándose con los mejores del momento. Cada uno desarrolló su carrera en el mundo del flamenco y mi padre sigue en activo como guitarrista; de hecho, ahora mismo se encuentra de gira por Japón.
Tienes ADN japonés y alma sevillana. ¿Cómo te ha marcado ese mix?
El hecho de haber nacido en Sevilla y tener padres japoneses ha sido la base de mi identidad y lo que me ha hecho diferente. Haber viajado mucho desde pequeña y haber vivido brevemente en Estados Unidos ha hecho que tenga una visión muy internacional.
Hay dos culturas muy distintas conviviendo dentro de mí. Los españoles dicen que soy muy japonesa y los japoneses dicen que soy muy española. A pesar de llevar ya 15 viviendo en Madrid, aún conservo un poco de acento andaluz sobre todo cuando me relajo...
Noelia, en ti todo es curioso. Por ejemplo, que te dedicaras a la natación de competición desde los 5 años.
Mi padre decidió que al menos una de sus hijas iba a ser nadadora profesional ya que era uno de sus sueños, y me tocó a mí. La natación es un deporte que requiere de mucha disciplina y fuerza física. Esa parte de mi vida me ha servido para mis trabajos posteriores. Llegué a competir con la federación andaluza y la federación española de natación, en campeonatos de Andalucía, de España e incluso fuera del país como en Portugal. Lo dejé con 17 años porque pensé que era momento de seguir mi propio camino.
¿Es ahí cuando te vas a estudiar a EE.UU.?
Sí. Fue un momento oscuro para mí ya que había dedicado toda mi vida al deporte y después de dejarlo no me sentía identificada con una adolescente normal.
Mi madre me mandó a Estados Unidos para despejarme y rodearme de otra cultura y compañía diferente. Estuve en la universidad de New Hampshire y en la de Tufts en Boston estudiando inglés. La verdad es que fue una de las mejores etapas de mi vida, donde hice muchos amigos que a día de hoy sigo conservando. Al volver a España dejé Sevilla y me mudé a Madrid, empecé a estudiar un grado en Turismo en la Universidad Complutense de Madrid.
Estudias Turismo, pero te dedicas a ser vendedora en tiendas de lujo. ¿Qué pasó por tu cabeza para trabajar en retail de lujo?
Al llegar a Madrid recorrí toda la calle Serrano repartiendo curriculums por todas las tiendas para probar suerte. Y lo que iba a ser un trabajo temporal se acabó convirtiendo en toda una carrera de más de 10 años en la que empecé como vendedora y acabé como subdirectora de tienda en mi último trabajo, que fue en Balenciaga. Y en 2019 algo hizo click en mi cabeza y sentí la urgencia de construir algo mío. Y fue así como me decanté por la pastelería ya que siempre me había atraído ese mundillo.
Y de nuevo, sorpresa, te haces un Cordon Bleu y montas tu primera pastelería de lujo en Getafe.
Sí, hago el Cordon Bleu, pero tener el título no te garantiza nada, pues hay millones de personas que lo tienen. Lo que hace que un negocio funcione o no depende exclusivamente del esfuerzo, pasión y el saber hacer de la persona detrás del proyecto. Abrí mi pastelería en Getafe porque es donde vivo y me pareció un sitio ideal para abrirla ya que estaba cerca de mi casa y había poca oferta y mucha demanda. Mucha gente no confió en mi proyecto al principio, pero creo que he demostrado a lo largo de estos tres años que donde quiera que abras tu negocio puede funcionar si te dejas la vida en ello.
¿Cómo definirías a tu cliente habitual?
Una cosa que me sorprendió mucho desde el principio fue que en Getafe vive mucha gente que ha viajado a Japón, que conoce la cultura y que le gusta su gastronomía. Eso fue un punto a favor. Por la zona viven muchas familias jóvenes que, al igual que yo, se compraron la casa aquí, y tienen gustos muy gourmet.
¿Y cómo se lleva pasar de envolver pañuelos de seda a pasteles de té matcha?
Empaquetar cientos de corbatas y pañuelos lo he cambiado por empaquetar miles de tartas, pastas de té y demás. Mis diez años trabajando en el mundo del comercio de lujo ha desempeñado un papel muy importante en mi oficio de pastelera, ya que en cierto modo la pastelería es igual a la moda de lujo. Antes de comprar un pañuelo por su calidad siempre entra antes por los ojos, igual pasa con las tartas. Trabajamos las mismas campañas: Navidad, San Valentín, Día de la madre, Día del padre…
¿Dirías entonces que tus dulces son la alta costura de la pastelería?
La influencia de la moda en mi vida es inevitable. Me encanta desde siempre porque sirve para definir nuestro estilo, nuestra identidad y para expresar lo que no podemos decir con palabras. Para mí, la pastelería es igual, pues me encanta expresar a través de las elaboraciones, experiencias que he vivido, viajes que he hecho…
Con un postre llamado Furusato ganaste en 2023 el Premio al Pastelero Revelación de Madrid Fusión. ¿Por qué ese nombre y qué hay de los premios que te han llegado después en cascada?
Furusato significa en japonés el lugar al que deseamos regresar porque lo consideramos nuestro verdadero hogar y justo representa mis dos lugares de origen que son España y Japón, por eso lo llamé así. Después han llegado un solete de la guía Repsol y, el pasado junio, el premio de talento del año de La Liste en París. Hemos entrado en la lista de las mejores pastelerías del mundo, pero mi padre siempre dice que el objetivo no sea el ganar premios sino seguir amando lo que haces. Y yo siempre digo que mi mayor premio es levantarme cada día y seguir ilusionándome con las elaboraciones que hacemos.
Y por si te supiera a poco, en mayo de este año has publicado tu primer libro de recetas titulado: Monroebakes, pastelería japonesa y francesa y has comenzado a impartir cursos de pastelería.
El libro ha tenido buenísima acogida, mejor de lo que habíamos pensado. Sin embargo, hay que concienciarse de que la pastelería no es fácil, si lo fuera no existirían los profesionales del sector. Por eso, también desde mayo impartimos cursos en un espacio que se llama The Patissier, al lado de la puerta de Alcalá. Vienen todo tipo de alumnos, muchos de ellos profesionales del sector, pero también otros muchos con diversas profesiones que nada tienen que ver con la pastelería. Y me llama la atención que sobre todo se apunten abogados y sanitarios, que encuentran en la pastelería una manera de desconectar.
Uno de tus dulces más solicitado es el dorayaki, el pastel que se hizo famoso en la serie de dibujos animados Doraemon. Dinos algo sobre la historia de este postre japonés y como lo haces tú.
El dorayaki tiene cientos de años de historia en la historia de la pastelería japonesa, pues entra en la categoría de “wagashi” que es la rama de pastelería tradicional japonesa. A España han llegado muchísimas imitaciones elaboradas por aquellos que no sienten especial cariño por esta elaboración, y esto ha contribuido a que la mayoría del público tenga una idea equivocada de lo que es el auténtico dorayaki, como ha pasado con otros importantes platos japoneses como el sushi.
Entiendo que por desconocimiento es difícil atisbar el original, por lo que me propuse vender un único tipo de dorayaki: el tradicional, relleno de judía roja dulce. Como embajadora de la cultura japonesa siento el deber de acabar con ciertas imitaciones y presentar lo auténtico. Últimamente está triunfando también un nuevo postre de sésamo negro, yuzu y chocolate blanco. Y a mí personalmente me encanta la cheesecake japonesa, que a diferencia de la tradicional que es cremosa ésta es esponjosa.
¿Podríamos decir que, en tu pastelería, tú pones la música y tu marido la letra?
Mi marido trabaja conmigo sí. Yo me dedico a hacer los postres y él se dedica a venderlos en la tienda. Y cuando digo venderlos me refiero a ofrecer al cliente la mejor experiencia de comprar que se podría dar en la tienda. Cuando él atiende estoy tranquila, porque aparte de ser un excelente vendedor, nuestra clientela lo adora, y siempre que le ven, entran con una sonrisa a la tienda.