Beatriz Magro y Nuria Morales, tras el imperio de la Kombucha que emplea a mujeres rurales: "Somos chicas de pueblo"
- Tras dar la vuelta al mundo juntas, estas dos amigas de Fregenal de la Sierra crearon en esta exitosa empresa que hoy da empleo a las mujeres de su pueblo.
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"A las mujeres del pueblo nos han pintado como señoras mayores que se pasan el día haciendo ganchillo al lado de la estufa. ¡Pero míranos a nosotras! Somos emprendedoras y llevamos nuestra propia compañía, somos mujeres y jóvenes, tenemos un producto innovador que enseñar al mundo... ¡Y lo hacemos todo desde un pueblo remoto de Extremadura!", dice Beatriz Magro, una de las creadoras de Komvida Kombucha.
No hay fecha más apropiada que el 19 de noviembre, Día Internacional de la Mujer Emprendedora, para contar su historia y la de su socia y amiga del alma, Nuria Morales. Ambas son claros ejemplos de jóvenes líderes, modernas y rompedoras, que han conseguido crear un imperio de la nada, generando beneficios millonarios en solo unos años. Solo este año van a facturar 12 millones de euros.
Todo comenzó con una bonita amistad cuando bailaban jotas extremeñas en su localidad natal, Fregenal de la Sierra (Badajoz). Después vino un viaje y un descubrimiento inesperado por parte de una de las protagonistas de este dúo. Fue como si lo dictara el destino: "Decidí dar una vuelta al mundo porque sentía que tenía que encontrar algo. No era una vuelta al mundo de drogas, sexo y rock and roll, era para encontrar un propósito. En 2015 empiezo la aventura con una mochila y todos mis ahorros, que eran 16.000 euros y a los diez días encontré la kombucha", cuenta Beatriz.
Por rocambolesco que pareciera crear una empresa para comercializar esta bebida tan desconocida, fue eso precisamente lo que hizo junto a Nuria. Ahora no solo son inspiración para muchas, también forman parte del tejido empresarial de su tierra y dan trabajo a decenas de sus paisanas, pues el 75% de sus empleadas son mujeres. Es más, cuando visitas Fregenal de la Sierra y preguntas por la kombucha, no hay nadie que no sepa de qué o de quién estás hablando, según ha comprobado el equipo de Magas al llegar a su visita a la fábrica.
Radiografía de Komvida
"Decidimos ser empresarias porque queríamos mejorar nuestro entorno", dice Nuria. "Decidimos quedarnos en nuestro pueblo para apostar por lo rural, pero no como estaba en aquel momento. Nuestra intención era cambiar las cosas a mejor", añade Bea. Fundaron Komvida Kombucha el 2 de marzo de 2017 y, desde entonces, no han parado de cosechar éxitos.
Sin ir más lejos, el año pasado facturaron 12 millones de euros, aunque han llegado hasta los 50 millones. "Y lo hemos hecho sin referentes. Hemos sido innovadoras porque en España no existía un mercado de la kombucha y no nos podíamos fijar en un país como Estados Unidos, donde la mayoría de productos que funcionan allí, aquí no", explica Bea.
"Tuvimos claro que la kombucha tenía que convertirse en un producto de consumo masivo, o al menos de acceso masivo"
Han logrado introducir en España una bebida 'peculiar' y hacerla popular. Tanto que la mismísima Reina ha sucumbido a los encantos de este producto, siendo una de sus clientas VIP. "Letizia ha sido nuestra mejor embajadora. Tuvimos que duplicar esfuerzos para fabricar más después de que los medios publicaran que le gustaba la kombucha. Empezamos a recibir muchísimos pedidos".
Pero no solo han sido innovadoras en ello. "También hemos sido vanguardistas en apostar por el vidrio. Cuando hace ocho años todos trabajaban con plástico, nosotras nos decantamos por lo ecológico y creamos un producto que no impactara en el medioambiente", explica Nuria.
Otro de sus hitos fue comercializar su bebida a través de Internet. "Todo el mundo debía tener la opción de probarla, no solo la gente de las grandes capitales", explica Nuria. "Aunque la botellita son 2,50 euros de media, no es para todos los públicos, lo entendemos, pero sí para los que quieran invertir en su salud", añade.
"Nuestro objetivo desde el primer momento era conseguir que donde hubiera una nevera, hubiera una kombucha"
A día de hoy, cuentan con un equipo de casi 100 empleados y están en más de 115.000 puntos de venta. Sin embargo, uno de sus mayores éxitos ha sido crear una empresa eminentemente femenina. El 75% de su plantilla está formada por mujeres, la mayoría pertenecen al propio pueblo: todo queda en casa.
La kombucha es femenina
Al entrar en la fábrica de Komvida, lo primero que llama la atención es una caja de bombones encima de la mesa principal. "¡Sí! ¡Muy ricos! Es que ayer celebramos el cumpleaños de una de nosotras", explica una trabajadora de unos 20 años. Lo segundo destacable es que el resto son igual de jóvenes que ella. Al preguntar, la plantilla lo confirma: "Muchos cumpleaños, pero ninguna jubilación hasta el momento... ¡Y eso que la empresa va a cumplir una década!".
La media de edad de las empleadas es de 39 años, algo poco habitual en los negocios de los alrededores. Además, la mayoría vienen de zonas rurales. "Estamos muy orgullosas de emplear a mujeres de pueblos", afirma Bea. "Muchas de nuestras trabajadoras son jóvenes y han encontrado aquí su primera experiencia laboral. Esa es nuestra intención, porque así retenemos el talento y generamos oportunidades en zonas de España como esta", añade mirando por la ventana de su oficina, tras la que se ven el verde del campo y las vías de un humilde y antiguo ferrocarril.
Bea: "A las mujeres de pueblo nos han pintado como señoras mayores haciendo ganchillo al lado del brasero, y eso ya no es así"
"También hay algunas empleadas de más de 50 años que han encontrado aquí su primer trabajo. Llevan toda la vida cuidando de sus hijos o encargándose de la casa y ahora quieren aportar más riqueza a su pueblo", explica Nuria.
Aunque el perfil de la mujer rural ha cambiado, aún hay muchos estereotipos que superar. "Yo hablo cuatro idiomas, he viajado por medio mundo y me considero una mujer que podría vivir en Los Ángeles si quisiese", explica Bea. Nuria interviene para poner el 'pero': "Todavía es una realidad que muchas siguen las estructuras familiares tradicionales, en las que el marido sale a trabajar y la mujer se queda en casa sin remuneración cuidando a la familia. No queremos que renuncien a ella, pero sí que tengan la oportunidad de ser independientes y tener solvencia si lo desean".
Ambas creen que están dando un paso a nivel global y esperan que su proyecto sea un referente para otras mujeres y para cambiar las cosas."He volado a decenas de países y mi abuela, por ejemplo, murió sin ver el mar... ¡Y lo tenemos a dos horas en coche! Entre una realidad y otra solo hay una generación de por medio, así que tenemos que seguir en este camino", dice Bea.
Maestras
En este relato falta una protagonista: la madre de una de las socias. Ella también ha tenido un papel fundamental en la empresa, ya que fue la primera trabajadora y ahora es la gran maestra kombuchera. "Obtuvo su primer empleo a los 53, en Komvida, y no lo hizo porque fuera la empresa de su hija, sino porque es una profesional excepcional, entregada, responsable", explica Beatriz.
"Lo que pasa es que tuvo tres hijos cuando era muy joven y vivía en una zona donde nadie le dio una oportunidad", replica Nuria. Hay muchas más historias personales para destacar dentro de este proyecto. "Por ejemplo, nuestra querida María entró como becaria y ha ido evolucionando en la empresa. Fue responsable de calidad y certificación, y hoy es manager de producción y lleva a los equipos de envasado, expedición y aprovisionamiento. Y si te das un paseo por aquí, encuentras muchos más ejemplos", prosigue.
Beatriz: "En todo proyecto exitoso se cuenta con el factor suerte y el factor esfuerzo. Nosotras tuvimos ambas"
Y así es. Al pasear por las plantas bajas de la fábrica, se puede ver cómo los equipos de mujeres se encargan de los envasados y organizan las naves industriales. "¡Buenos días!, ¡encantadas!", dicen casi al unísono al pasar por su lado. Pero, de entre todas ellas, llama la atención una joven menuda que maneja las pesadas máquinas como si lo hiciera de toda la vida. "¡Pero si solo llevo un año!", exclama con una sonrisa.
Esta chica se llama Rebeca, tiene 27 años y lleva cinco de ellos trabajando en Komvida. "Al principio estaba en la zona de expedición y me dedicaba a hacer los pedidos online y offline, luego me ofrecieron el puesto de carretillero porque había muchos hombres y querían a una mujer para organizar un poco más el trabajo", comenta. Es la única que maneja la máquina apiladora: "Me paso todo el día con los hombres de Komvida. Nos cuidamos muy bien entre nosotros. Hace un año falleció mi padre y mis compañeros me han ayudado mucho en el día a día. Me despejan la cabeza y me hacen reír".
"Emprender es jodido"
Pero no todo han sido risas en esta compañía, al menos para sus creadoras. Volvamos al principio y recordemos que es el Día de la Mujer Emprendedora. "Aunque nos hayamos rodeado de un equipo femenino increíble, emprender es muy jodido y más en estas condiciones", comienza Nuria. "Vaya por delante que mi padre es agricultor y el de Bea funcionario, y que hemos ido a la universidad gracias a becas", añade.
"Emprender es dificilísimo en Madrid o Barcelona, así que imagínate en Fregenal de la Sierra. Al final somos dos chicas de pueblo, dos amigas que al principio no teníamos ni idea de lo que hacíamos, pero nos estábamos dejando la piel por hacerlo lo mejor posible", explica Nuria.
"Y seguimos peleando", añade su socia. "Yo me organizo extremadamente bien porque tengo gente pagada, y a veces sin pagar, que me ayudan con todo. Estoy aquí porque la empleada en mi casa hace la comida para mis hijos. Y también cuento con mi marido, que es mi mitad, igual que Nuria con el suyo. No digamos que el emprendimiento es todo maravilloso", reclama Bea.
Nuria: "A veces nos confundimos porque no somos robots, somos mujeres que empaquetamos las botellas una a una y a mano"
"No, no es para todo el mundo. Hay que tener resiliencia y aguante. Has de estar dispuesto a la renuncia, a vivir situaciones incómodas y a que cada día sea un reto. Los comienzos fueron muy duros, y más con un producto tan innovador y tan revolucionario, pero teníamos una causa social muy grande: conseguir el bienestar de nuestro pueblo, sobre todo para mujeres como nosotras", explica Nuria.
Entonces, ¿el secreto de su éxito? "Nunca nos planteamos que no fuera posible, y creo que esa es la clave", dice Bea. "A pesar de las trabas, del miedo, de que nunca se había hecho antes... Ese ha sido nuestro secreto, meter en una coctelera todos esos ingredientes y unirlos a un propósito real", finaliza Nuria. Y, tras batir la coctelera durante diez años, ha dado como resultado una exquisita kombucha.