'El precio de ser madre' : 1.000 euros por donar óvulos, 10.000 por recibirlos fecundados
El libro analiza el sector de la fecundación, hablando con donantes y receptoras, en lo que ya se ha convertido en un negocio que atrae incluso a mujeres extranjeras porque en España la legislación es más flexible.
16 diciembre, 2020 01:33Noticias relacionadas
Las mujeres en España retrasamos cada vez más el hecho de ser madres. Cuestiones laborales, sociales, culturales o personales hacen que la edad elegida para quedarse embarazada por primera vez, de media, pase de los 31 años y que una de cada 10 haya ya cumplidos los 40 cuando ve la cara de su primer bebé.
El problema es que a partir de los 30 años, la reserva ovárica se va reduciendo y las posibilidades de un embarazo por medios naturales disminuyen. Y ahí entra el negocio de la fertilidad y la "medicina del deseo", como explica Júlia Bacardit en su libro El precio de ser madre (Editorial Apostroph).
"Es un negocio que mueve mucho dinero. Hay varios escalones: las clínicas privadas, que hay más baratas y más caras, y luego están las farmacéuticas que venden los medicamentos para la hormonación (si eres donante la clínica te lo paga, bueno lo pagan las mujeres que tratan de ser madres) pero si eres tú la que quiere ser madre tienes que pagarlo", reconoce la escritora que ha querido reflejar con entrevistas a donantes y receptoras cómo es este proceso complejo.
La realidad es que la edad media de las mujeres que se someten a tratamientos de reproducción asistida es de 39 años y que más de 33.600 bebés en 2017 llegaron a este mundo con estos sistemas. Muchos niños y muchas madres sometidas a distintos procesos que tienen una facturación muy elevada.
"El proceso con óvulos donados es el más caro, porque hay que pagar los óvulos y mantenerlos. Ese está entre 8.000 y 10.000 euros. El problema es que normalmente los in vitro funcionan en un 25% y hay que probarlo más de una vez. Una cosa es pagar 8.000 euros y otra 24.000 porque lo hagas tres veces", asegura.
Las donantes reciben unos 1.000 euros por sus óvulos: "El cheque me lo dieron cundo terminó todo, sin IRPF ni IVA, 1.000 euros", reconoce en el libro una donante al hablar de una de las clínicas.
Una caja de Menopur, el medicamento que facilita que crezcan los folículos antes de una inseminación, cuesta 340 euros y dura tres o cuatro días. La mayoría de las mujeres necesitan tomarlo durante una semana. Suma y sigue.
"Injusto"
Los testimonios de mujeres que han participado en el proceso revelan una realidad mucho más dura y más injusta de lo que la gente pueda pensar. "Lo primero que pensé es qué injusto para las donantes, ni siquiera se habla de ellas. Pero la verdad es que toda la dinámica es pérfida porque las mujeres a veces sencillamente no podemos ser madres en un momento dado y luego puede que sea demasiado tarde para el cuerpo. Y eso también me parecía muy injusto", explica esta periodista y escritora.
El precio de ser madre es un libro, básicamente, para mujeres. Para las que están pensando en donar óvulo. Para las que están pensando en recibirlos. Para las que no quieren ser madres todavía. Para las que ya lo son. Porque sí habla de un proceso que siempre tiene a la mujer en el ojo del huracán.
"Se juega con el sentimiento de la maternidad. Lo que más me llamó la atención eran los anuncios. La publicidad abusa mucho del sueño de la maternidad. Ese mismo concepto de la maternidad como algo sagrado, pero lo mezclan con que puedes hacerlo como quieras, cuando quieras, seas como seas y a plazos. El marketing es así, el problema es que es un tema distinto: no el mismo vender zapatos que vender la posibilidad de ser madre", insiste.
Es cierto que aunque te vendan que puedes hacerlo cuando quieras no se puede elegir todo. En España está prohibido elegir el sexo de la criatura y el color de ojos. Sin embargo, la legislación en nuestro país es más flexible que en otros países europeos lo que ha generado un "turismo de inseminación" al ser más barato, más fácil y más seguro, gracias a nuestra sanidad.
"La ley permite hasta 6 bebés nacidos de una sola donante pero el sistema es anónimo y ni siquiera se comparten registros a nivel nacional. Entonces, ¿qué control hay?", se pregunta Júlia Bacardit.
De hecho, casi la mitad de los óvulos donados en toda Europa se hace en España, gracias a un sistema de anonimato que no facilita su regulación y que hace que haya muchas más donantes puesto que "no es lo mismo dar óvulos sabiendo que nadie te va a reclamar, que darlos y pensar que igual te localizan". Una práctica de la que se aprovechan tanto las clínicas como algunas donantes.
"Si eres una buena donante, porque resulta que te han hormonado y han sacado muchos óvulos, te vuelven a llamar. Y te pueden llamar hasta tres veces. Una de las entrevistadas es una chica de 23 años que explicaba que lo había hecho por altruismo. Tenía un trabajo bastante precario y ponía mucho énfasis en la parte empática ¡pero la llamaron tres veces!", reconoce la escritora a MagasIN.
Además, si por casualidad necesitas más dinero, una donante podría ir a otra clínica de otra comunidad y volver a donar sin que nadie se percatara de ello. "Es difícil hasta determinar los seis hijos. Porque podrías donar y en una sola vez tener seis hijos, es muy difícil pero no es imposible".
La primera niña que nació en España por la técnica de fecundación in vitro fue en Barcelona en 1984. Era la cuarta en Europa y la sexta del mundo y marcó un hito en fue un hito para la ciencia. Pero 36 años después y con más de 300 clínicas en toda España, el precio de la maternidad ya no es algo tan científico.
"Era un caso de infertilidad física y se vendió como lo que era un progreso, ayudar a alguien a hacer algo que antes no podía. Pero a medida que ha ido avanzando se ha visto el potencial que tiene más allá de las enfermedades y pasa a convertirse en una medicina del deseo, hacerlo porque puedes".
Peligros de donar
Júlia Bacardit reconoce que empezó a escribir este libro porque ella también pensó en donar. Su madre, médico de profesión, enloqueció y su ginecólogo prefirió no opinar: "Creía que era más conservadora y que pensaba en que habría un niño por el mundo, que no es que sea tu hijo, pero sí tiene tu genética. Pero más allá de eso, me dijo eso es peligroso. Y ¿por qué entonces se hace tanto?".
Bacardit advierte de que "los peligros de hormonarse vienen porque son un chute bastante importante". Ya no tanto por el dolor de pincharse, sino que hay riesgos de hiperestimulación ovárica, "que es que se te hinchen de agua los ovarios" y también de torsión, que es más complicado pero está ahí. "Eso es a corto plazo, pero a largo plazo no se sabe mucho de las consecuencias porque no ha habido tiempo para estudiarlas. Tampoco es lo mismo donar una vez que varias", aclara.
Y pone de ejemplo el clomifeno que era antes una de las sustancias que se tomaba para la estimulación ovárica y sí se ha demostrado que aumenta las posibilidades de sufrir un cáncer de mama o del aparato reproductivo femenino. "Al final estás alterando tu cuerpo".
Además, no siempre todas las clínicas hacen seguimiento de su salud ni las tratan en condiciones: "Muchas donantes se han sentido bastante maltratadas en ese sentido. Que la clínica las cuida mucho en la primera sesión y se lo ponen todo fácil para que sean donantes porque van desesperadas, necesitan óvulos, pero cuando tienes un problema o se te complica...".
Según explica, "solo una donante me comentó que sí la llamaron al cabo de unos días y luego después de un año. Ella se sorprendió pensando qué le podría haber pasado en ese año para que la llamaran para asegurarse".
Para ser donante en España hay que pasar un test psicológico pero muchas de las mujeres que han hablado con la autora han dejado claro que casi contestes lo que contestes, lo apruebas: "Algunas me dijeron que cuando les preguntaron si escuchaban voces o habían tenido experiencias peculiares, contestaron que sí y fueron adelante".
Es difícil separar donde existe el bien social, la ciencia, y el negocio. "La gente espera muchas cosas antes de ser madre y de eso viven las clínicas. Pero hasta qué punto tenemos que alimentar ese artificio, sobre todo sin pensarlo bien antes porque hay muchas implicaciones éticas que estaría bien hablar como sociedad. Yo me centro en España y en Cataluña, pero es un problema que pasa en todo el mundo".