Ayuné durante siete días y perdí cinco kilos: ésta fue mi experiencia en la clínica Buchinger
Diez días en la clínica Buchinger Wilhelmi, centro de referencia del ayuno terapéutico y donde Isabel Preysler iba con Mario Vargas Llosa. Esto es lo que ocurrió en mi cuerpo y mi mente, paso a paso.
30 mayo, 2023 16:16Este año, la clínica Buchinger Wilhelmi celebra su 50 aniversario en Marbella. Por ella pasan al año más de 6.000 pacientes, la gran mayoría para hacer ayuno terapéutico, en el que son un referente. Les avalan más de 70 años de experiencia clínica, desde que creara el método de ayunoterapia el médico Otto Buchinger. En mi anterior artículo os conté los cinco primeros días, y éste es el diario de los últimos cinco.
[Así he vivido siete días de ayuno en la clínica por la que han pasado Isabel Preysler y Tamara Falcó]
Día 5: Quererte más
En mi quinto día, ya me siento como en casa en la Buchinger. Cada día, tras pesarme y que me tomen la tensión, salgo a caminar, desayuno y hago las terapias que me toquen, trabajo y voy al comedor de ayunantes. Me ponen un enema, luego la compresa hepática. Duermo la siesta. Bajo a nadar o hago Yoga o Pilates. Leo mucho y, aunque trabajo menos tiempo que en casa, soy más productiva. Lo de la claridad mental del ayuno no es un dicho en balde.
Hoy voy a ver a la doctora Thomsen que tiene mis análisis hormonales. Apenas hay inflamación en mi cuerpo, dice, lo cual es bueno. Pero ando baja de vitamina D, lo cual es malo pero con fácil solución: me receta un suplemento. Además, me confirma su sosprecha, tengo hipotiroidismo de Hashimoto. Me recomienda tomar selenio, que hay en los coquitos de Brasil, y me da los análisis para que se los lleve a mi médica de familia. “Que lo valore, pero te van a tener que medicar. Verás que bien te va a sentar”, me anima. “¿No te sentías muy cansada y triste?”, pregunta.
De regreso en mi habitación, sigo pensando en su pregunta. Me doy cuenta de que así era, he pasado un año duro. Pero, aunque estaba agotada y a ratos con una desconcertante pena negra, seguía adelante sin quejarme. ¿Cuántas mujeres estarán en una situación parecida?, ¿para cuántas la solución sería, simplemente, un análisis completo? y que les prestaran atención.
Qué necesario sería empezar a querernos más. ¿Cuánto tiempo te has dedicado a ti misma en el último mes?, ¿has llegado alguna vez a dedicarte diez días enteros? Creo que poder hacerlo es parte de la magia de este lugar. Decido llamar a mi jefa en MagasIN, María Ubago, y le cuento lo interesante que me parece esto, tanto que da para dos reportajes. Me dice que perfecto. Ella comparte mi curiosidad, y la de mucha gente, por el ayuno.
Por la tarde acudo a la consulta de medicina tradicional china, una sorprendente aliada para la salud de la mujer. “Por ejemplo, los sofocos de la menopausia se pueden tratar con acupuntura y ofrecen opciones para evitar dolores menstruales”, explica la médica Mónica Rodríguez, que subraya que “no podemos estar tomando antiinflamatorios siempre que tengamos la regla, cuando se puede solucionar de otras maneras”.
Rodríguez trabajaba en un hospital sevillano cuando un problema de salud la dejó postrada. “No conseguían dar con qué me pasaba, perdí fuerza muscular, estaba agotada”, recuerda. Hasta que un compañero médico la trató con acupuntura y empezó a mejorar. “Cuando me recuperé, decidí ir a Estados Unidos a estudiar en una universidad de medicina china”, cuenta, “la medicina integrativa amplia las herramientas terapéuticas en beneficio del paciente”.
Rodríguez recuerda que “el cuerpo es una máquina perfecta, que va perdiendo fuelle según se cumplen años, pero no hay que desanimarse porque hay rutas metabólicas que podemos activar para compensar y tener una vejez activa y sana”. Salgo de su consulta empoderada y con una idea clara: “el dolor ni es normal, ni tenemos que asumir que forma parte de la salud femenina”.
Día 6: Barrer bajo la alfombra
Hoy apenas he bajado un gramo. La enfermera dice que es normal, que iba muy rápido. De momento he bajado tres kilos y medio. Ya no tengo tripa, ni gases. Claro, me río yo sola, ¡si no hago digestiones! El caso es que me siento bien así, tan vacía…
Durante la semana me hacen tratamientos reductores, con calor y frío, masajes subacuáticos, shiatsu y aromaterapia. Hoy asisto a un taller de recetas sanas y deliciosas de una de las cocineras, María José Azcárate. Nos enseña a hacer paté de tomates secos, muesli Kousmine, pudding de chía… Ver tantas delicias ahí delante es una prueba de fuego. Pero, aunque se me hace la boca agua, no tengo sensación de hambre. ¡Alucino! También con que en la sala llena –somos 14 personas– no haya un solo hombre.
Por la tarde, me toca psicoterapia, otra de las grandes herramientas de la clínica. La psicóloga y coach Gabriele Gross me explica que vamos a tratar de saber qué quiero. Para ello, me enseña a utilizar la visualización. A través de un juego, en el que imagino que hay una pantalla de cine y tengo que verme dentro de la película de mi vida, dejo fluir mi mente para conocer mis deseos profundos.
Visualizar es una potente herramienta de terapia que sirve para reducir el estrés y la ansiedad, o entrar en una relajación profunda. También es muy útil para tomar decisiones, o comprender qué deseas en el fondo de ti misma… Y así ocurre, para mi sorpresa.
Junto a Gabriele entiendo que mi mayor reto es cuidarme. Para hacerlo tengo que conseguir lo que más pereza me da: integrar el deporte en mi vida. También aprendo que hay que afrontar el conflicto. No desaparece por mucho que barras bajo la alfombra. Otto Buchinger decía que el ayuno es para nuestra psique lo que el arado para el campo. Si la tierra está dura, plantar semillas es difícil. “Pero si aras la tierra, estará preparada para la siembra”, dice Gabriele, “del mismo modo, tu mente ahora está preparada para lograr tus objetivos”.
Día 7: A romper el ayuno
Ha llegado el gran día, vuelvo a comer. Aunque, si me preguntaran, yo preferiría ayunar 21 días. Así de bien me siento. Con todo, celebro la compota de manzana con unas almendras que me dejan en la habitación. Como despacito, lo poco que me cabe.
Hoy es, también, mi tercera sesión de ozonoterapia, algo que siempre relaciono con los deportistas de élite. “Sí, lo usan mucho, pero en sus vacaciones porque produce tanta energía que se considera doping”, me confirma la médica Elixabet Maisterrena, “es una terapia multifuncional, que entre otras cosas, ayuda a eliminar los radicales libres. El antienvejecimiento es su función principal, pero también estimula el sistema inmune”. Seis meses después, recuerdo sus palabras: sigo sin haberme resfriado.
Por la noche, me toca la sopa rompe ayuno en el comedor. Una vecina de la mesa de al lado cuenta que lleva más de 30 años viniendo aquí. Dice que son sus vacaciones reales, y que no las cambia por nada. La comprendo.
El camarero que me trae la sopa me da la enhorabuena. Él lleva 18 años aquí, ha ayunado varias veces y entiende cómo estamos. Me cuenta un truco. “Haz fotos de la comida con tu mano al lado, como referencia. Sírvete eso y no te fuerces a comer más”, dice y me advierte que al tercer día suele 'despertar' el estómago y es crucial escuchar tu cuerpo. Comer concentrado, sin televisión, ni móviles, ayuda. Alimentación consciente, tomo nota en mi cabeza.
Día 8: Mi estómago dormido
Por la mañana voy a Antares, la casa de la inspiración, un espacio junto a la clínica –hay que cruzar una calle–, dedicado a la creatividad. Enar, la profesora de arte, ayuda a perder el miedo al lienzo en blanco. “Mi objetivo es ayudarles a lanzarse a dibujar, escribir poesía, hacer barro… lo que sea para activar el lado creativo de tu cerebro”, me cuenta. Junto a ella, es fácil sentirte una artista. Y no hay que olvidar que dar rienda suelta a la creatividad libera endorfinas y disminuye la ansiedad.
Sigo en el proceso de adaptación tras ayunar. El menú tiene unas 800 calorías por día, pero no consigo acabar nada, ni me fuerzo. Eso sí, los canelones de calabacín de la cena son deliciosos, siento pena al dejar la mitad. Este ha sido el primer plato que ha conseguido despertar a mi estómago dormido.
Día 9: Tres centímetros y cinco kilos menos
Hoy es mi última consulta con la doctora Thomsen. Cuando le confieso, sorprendida, que llevo más de una semana sin dolor en las articulaciones, sonríe. “Quienes tenéis dolores articulares, artrosis y artritis lo notáis mucho, porque al ser antiinflamatorio el ayuno, disminuye el dolor notoriamente”, me explica.
La doctora me recuerda los cuidados a seguir al volver a casa. Durante dos semanas, debo evitar los fritos, la carne roja, el alcohol, los alimentos ultraprocesados. Tampoco nada de azúcar, harinas blancas y productos refinados. Además, hay que beber mucha agua. Me explica mis últimos análisis. En general todo mi cuerpo se ha deshinchado, he perdido bastante grasa y tres centímetros de cintura y tres de cadera. Mi vientre luce totalmente plano. ¡Aleluya!
Me cuenta que para muchas personas, con el trabajo y las tareas familiares, es complicado seguir cuidándose. Por eso han creado una aplicación, con la que puedes seguir conectada a la filosofía del ayuno desde cualquier rincón del globo y han lanzado una caja de ayuno a domicilio, con lo necesario para seguir un programa de cinco días, por 199 euros.
A mediodía, tomo el almuerzo con Katharina Rohrer-Zaiser, directora de la clínica con su primo Victor Wilhelmi. Katharina tiene muchos recuerdos de María Buchinger, ya que pasó su infancia en Marbella. La recuerda como una mujer orgullosa, empoderada y muy elegante.
“Imagina, abrir la clínica aquí, en los 70, una mujer y sin hablar español, fue una aventura. Pero ella estaba enamorada de Andalucía. Decía que su sueño era ayunar con este clima, que era una combinación perfecta: una clínica española, con organización germana y alma andaluza”, cuenta, y confiesa que “cuando me presento a los pacientes, más de uno me dice: ‘Te conozco de niña. Nunca te perdías una velada de flamenco’”.
Ante mi entusiasmo por lo vivido, me confirma que el ayuno es “como una cebolla, con un sinfín de recursos”. Por eso, el 70% de los pacientes regresa cada año. Para su familia, asegura, lo más importante es seguir divulgando el ayuno como herramienta terapéutica. “Nuestro objetivo es que la gente pierda el miedo al ayuno. Todavía hay muchísimas personas, médicos incluidos, que no conocen esta herramienta preventiva, que ayuda a vivir más tiempo con buena salud”, me dice.
Tras la comida, me quedo de charla con Ulla Hoehn, la responsable de nutrición, para despedirnos. Me pregunta cómo era yo de niña respecto a la comida. Cuando le digo que no me interesaba demasiado, me dice que así es como soy realmente. “Hay que dejar de comer por costumbre y revisar nuestros hábitos alimentarios”, afirma. Mientras la escucho recuerdo que, como a toda una generación, me obligaron de pequeña a comer hasta acabar el plato. Y decido reconectar con la niña que fui. ¿Seré capaz?
Día 10. Despedida, con picnic
La enfermera me pesa por última vez. Bingo, ¡he perdido cinco kilos! Justo los que le dije el primer día que quería perder. Me parecía un objetivo inalcanzable. Claro que también me parecía imposible estar siete días sin comer. Ahora entiendo que el ayuno es mucho más que perder peso, aunque sienta genial ver descender la báscula. Me siento ligera y feliz.
Pero al bajar al desayuno, lo hago con cierta tristeza. Pese a mis ganas de volver a casa, el viaje personal que he realizado en la Buchinger me ha sentado tan bien, que me noto reacia a marcharme. Esto es como una burbuja de cuidados, lo más parecido al vientre de una madre que voy a conocer conscientemente, pienso. Me siento afortunada de haber pulsado el botón de reinicio aquí, tan bien rodeada. Y siento que me llevo un conocimiento que nunca me abandonará.
Al bajar a recepción para marcharme, ya con mi maleta, recojo una cajita de picnic que me han preparado, para que la vuelta a la realidad post-ayuno no sea tan dura. La abro ya en Galicia, en mi último tramo de viaje. Saboreo el arroz integral con frutos secos y verduras. Me sabe a gloria. Vale que a la Buchinger se suele ir a no comer, pero poco se habla de lo bien que cocinan. Mucho arte.
Seis meses después, al escribir estos reportajes, sonrío mientras recuerdo mis días allí. No he cogido peso, ni he vuelto a tomar antiinflamatorios más que puntualmente. Además, aunque me ha costado, voy al gimnasio regularmente, mi gran objetivo. Pero, sobretodo, me siento más fuerte mentalmente desde que me enfrenté al ayuno. No sé explicarlo de otra forma. Quizá por eso, empiezo a notar que necesito volver a ayunar y, cuando lo pienso, mi sonrisa crece más y más.
Las herramientas
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Dieta mediterránea, adaptada a tus necesidades. Intenta comer productos de temporada, cocinados al vapor, horno o sartén, sin apenas aceite. Si quieres aceite, añádelo en frío, midiéndolo con una cuchara para no pasarte (nunca más de una cuchara sopera).
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Come de forma consciente, mejor con tenedor o cuchara pequeños. Mastica despacio, deja que la comida se deshaga en tu boca para sentir todos sus sabores. Te llenarás antes, pero además disfrutarás al alimentarte.
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Hazte aguas infusionadas. Beber agua es primordial y vi que en la Buchinger, además de tener una gran variedad de aguas minerales a tu disposición, las tenían infusionadas, para hacerlas más gustosas. Mis favoritas, con limón, jengibre o pepino.
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Aprende a visualizar. Herramienta de terapia psicológica muy útil al tomar decisiones, comprender qué deseas en el fondo de ti misma… Vaya, para un montón de cosas.
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Dedica un rato cada semana a crear. Lánzate, sin miedo. Compra libros de colorear o apúntate a un taller. Recuerda, así activas los dos hemisferios de tu cerebro.
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Caja de ayuno Buchinger Wilhelmi (199 €). Contiene lo necesario para un programa de 5 días: sopas diarias, puré de manzana y anacardos para romper el ayuno, tés de hierbas, suplemento de minerales y aceite de lino para aderezar. Además incluyen Ketosticks y una cinta métrica para percibir tus progresos, y su completa guía del ayunante. También ofrecen la posibilidad de conectarte online con la comunidad y disponer de vídeos de sus expertos en ayuno. Para ampliar el rango de personas que puedan tomarlo, está realizado sin gluten y también está indicado para vegetarianos.
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Programa de ayuno de diez días en la clínica Buchinger Wilhelmi desde 4.190€ por persona, con dos consultas médicas, controles diarios de enfermería, pensión completa y actividades diarias. Estancias cortas, sin ayuno, desde 350€ por noche.
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Dedica un rato cada semana a crear. Lánzate, sin miedo. Compra libros de colorear o apúntate a un taller. Recuerda, así activas los dos hemisferios de tu cerebro.
- El gazpacho Bughinger: Uno de los favoritos de quienes van a la clínica, esta versión fit de la tradicional sopa fría andaluza es un as en la manga para compensar comidas copiosas, por ejemplo tan unas vacaciones de excesos. Les hemos pedido la receta para los lectores de MagasIN de El Español: Agua fría, vinagre blanco al gusto, sal, tomate maduro, pimiento rojo, pepino y cebolla. Se mezcla todo en la batidora y listo. Sin una gota de aceite, está muy rico y es un chute de vitaminas, sin apenas calorías.