“Es un mensaje muy simple (…) Estaré por encima del presidente”, afirmó la líder de la oposición birmana, Aung San Suu Kyi, esta semana a la prensa. “Dirigiré el Gobierno”, dijo la Premio Nobel de la Paz. “La Constitución no dice nada sobre estar por encima del presidente”.
Suu Kyi, de 70 años, capitanea la Liga Nacional por la Democracia (LND). Si su partido gana las elecciones generales que Birmania -también conocida como Myanmar- celebra este domingo, asegura, liderará el país a pesar de que la Constitución se lo impide. El artículo 59F de la Carta Magna estipula que no podrá ser presidente quien tenga hijos que deban lealtad a poderes extranjeros y los dos hijos de la opositora tienen pasaportes británicos. Este verano, el Parlamento votó conservar esta barrera legal.
“A ella le gustaría que el presidente fuera de su partido y, como líder de la formación, controlaría en efecto a esa persona, lo que es un problema constitucionalmente porque la Constitución dice claramente que el presidente es la persona más importante en el país”, dice Bill Hayton, experto en Birmania del think tank británico Chatham House, que considera que las afirmaciones de Suu Kyi son controvertidas. “Y esto pone nerviosos a los militares, porque obviamente construyeron esta Constitución casi explícitamente para mantenerla fuera del poder”.
Cinco décadas de régimen militar
Birmania acude a las urnas para elegir a su presidente por primera vez desde que en 2011 se instauró un gobierno civil tras las cinco décadas de dominio militar que siguieron al golpe de estado de 1962 -aunque el 25% de los escaños del Parlamento están reservados para los militares. Estas elecciones generales podrían ayudar a consolidar y propulsar el proceso de transición democrática que vive el país en los últimos años. Pero este proceso se enfrenta a desafíos como la exclusión de millones de personas de los comicios de este domingo. Y el Ejército, que se ha negado a aceptar la victoria de la oposición en el pasado.
El LND ganó abrumadoramente en las urnas en 1990, pero los resultados fueron ignorados por los militares. No hubo más elecciones hasta 2010 y las autoridades no dejaron a Suu Kyi participar en ellas. Dos años más tarde, la opositora fue elegida al Parlamento y ahora espera poder sortear la Constitución y dirigir el país desde la sombra, ya que está insatisfecha con las reformas democráticas que ha llevado a cabo Birmania desde el establecimiento del gobierno civil. “Yo tomaré todas las decisiones apropiadas e importantes”, dijo en conferencia de prensa.
Hija del general Aung San, un héroe de la independencia birmana, Suu Kyi, conocida como 'La Señora' se convirtió en un símbolo de la resistencia al régimen militar tras pasar 15 años en arresto domiciliario con intermitentes periodos de libertad. Fue apresada por primera vez en 1990 y fue libertada de manera definitiva seis días después de las elecciones de 2010. Poco antes de que su marido falleciera de cáncer al final del milenio, el Gobierno militar le ofreció visitarlo en Reino Unido, pero rechazó la oferta por miedo a no poder regresar a Birmania.
Es probable que el partido de Suu Kyi sea el más votado este fin de semana. En los comicios anulados de 1990, el LND se llevó el 52,5% del voto y obtuvo 392 escaños de los 492 que tiene el Parlamento. En los comicios de 2012 en que se disputaban 45 escaños del Parlamento, la formación consiguió 43 y un 66% de las papeletas. Y Suu Kyi es su líder y el símbolo de la oposición. “Tiene una autoridad moral enorme, atractivo personal, y la gente votaría por ella, en parte por lo que defiende pero también porque creo que la gente está orgullosa de ella porque tiene una reputación internacional y es recibida como una heroína dondequiera que vaya, y creo que a la gente le gusta por esas razones”, dice Hayton.
Pero al LND va a costarle mucho tomar el poder. El hecho de que un cuarto de los escaños del Parlamento estén reservados para los militares le obliga a tener que lograr una supermayoría para dirigir el país. Las minorías étnicas votarán con probabilidad a partidos específicos que las representen. Y el LND tiene que competir con el gobernante Partido de la Unión Solidaria y el Desarrollo (USDP), vinculado a los militares.
Cuatro millones de personas no podrán votar
Aunque se espera que sean unas elecciones limpias, tampoco estarán libres de tropiezos. Ha habido numerosos problemas con el registro de votantes. El New York Times cifra en cuatro millones las personas que no podrán depositar su papeleta, entre los votantes que no están presentes en las listas y expatriados que no lograron registrarse. Este número incluye también a la minoría musulmana rohinyá, a la que no se permite participar en el proceso electoral. El LND y Suu Kyi han sido criticados desde el exterior por no defender los derechos de la minoría musulmana.
“Lo más probable, sin embargo, es que sea algo intermedio, con un proceso menos que satisfactorio que produzca unos resultados razonables y frene el desarrollo de reformas por ahora”, opina para ABC News Damien Kingsbury, profesor de Política Internacional y coordinador de la misión observadora de Australia en Birmania, acerca del desarrollo de los comicios.
Y si la formación de Suu Kyi logra su victoria, el ejército podría negarse a aceptar el resultado. El presidente de Myanmar, Thein Sein, afirmó el viernes que tanto el Gobierno como los militares respetarán el resultado de los comicios de este domingo. “Aceptaré el nuevo Gobierno”, aseguró Sein.
“Es mucho mejor de lo que era, por ejemplo, la atmósfera, donde la gente puede hablar abiertamente y criticar”, dice Hayton, de Chatham House, acerca de la situación política en Birmania. “Pero [los miliatares] están paranoicos con [Suu Kyi] y si hace algo que amenace la unidad del país como, por ejemplo, intentar cambiar la Constitución o poner en riesgo el poder del ejército, estoy seguro de que intervendrían de alguna manera”.