Corría el año 2012 cuando Feng Jianmei, una joven de 23 años del noroeste de China, fue abducida por funcionarios de planificación familiar del Gobierno y forzada a abortar a su segundo hijo. Estaba entonces embarazada de siete meses. Las autoridades destituyeron a los funcionarios después de que se hiciera público el escándalo.
Éste es quizás el ejemplo reciente más macabro de la política demográfica china que impide tener más de un descendiente y que este jueves el Gobierno abandonará tras casi cuatro décadas en vigor, según la agencia estatal Xinhua. Las parejas chinas podrán tener ahora dos hijos.
La medida fue implantada en 1979 por el Partido Comunista para controlar la explosión demográfica que vivía el país, que hoy tiene unos 1.300 millones de habitantes. Las autoridades afirman haber prevenido 400 millones de nacimientos, informa The Guardian. La realidad es más dura. Se han producido abortos forzados y esterilizaciones. Y la presión para que el único hijo sea varón ha llevado a muchos a abortar cuando esperaban una niña.
Esto ha llevado a un envejecimiento de la población y también a que el ratio de hombres y mujeres esté descompensado. En los últimos cinco años, la proporción ha sido de 116 niñas por cada 100 niños, según The Economist.
Las políticas de planificación familiar en China se han ido flexibilizando en los últimos años. En 2013, se autorizó a parejas en numerosas partes del país a tener un segundo hijo si uno de los padres era hijo único. La reforma, anunciada el mismo día que el régimen comunista aprueba su XIII Plan Quinquenal para el lustro 2016-2020, supone un paso más en la relajación de las estrictas políticas demográficas.
Los observadores ya esperaban que en el plenario del PCCh de esta semana, celebrado a puerta cerrada con los máximos líderes del régimen comunista, cambiase esta política, aunque se ignoraba hasta qué punto iba a llegar el cambio.