Estados Unidos ofrecía una recompensa de 10 millones de dólares por Mohamed Emwazi, un joven británico nacido en Kuwait en 1988. Este jueves un ataque aéreo ha intentado acabar con su vida en Raqqa (Siria). Aunque el premier británico, David Cameron, ha declarado que aún no se puede asegurar el “éxito” de la operación, fuentes estadounidenses citadas por The Guardian aseguran que están “seguros al 99%”.
Antiguos rehenes del Estado Islámico han afirmado que pertenecía a un grupo de tres o cuatro británicos apodado “los Beatles” que ejercían de guardianes de algunos de sus prisioneros en Siria, informa la BBC. Está acusado de participar en la decapitación de varios rehenes, algo de lo que él mismo ha presumido -machete en mano- en varios vídeos publicados por el EI. En ellos aparecía totalmente cubierto dejando a la vista únicamente sus ojos.
Javier Espinosa, periodista de El Mundo, y el fotoperiodista Ricard García Vilanova estuvieron bajo su control durante seis meses hasta su liberación en marzo de 2014. Aunque sobrevivieron, no se libraron de sus torturas y amenazas.
“¿Lo notas? Está frío, ¿verdad? ¿Imaginas el dolor que te produciría si te lo clavara? Un dolor inimaginable. Con el primer golpe te cortaría las venas. La sangre se mezclaría con la saliva. La segunda acometida te abriría el cuello. Ya no estarías respirando por la nariz sino directamente por el esófago. Hacéis unos divertidos gritos guturales. Lo he visto antes. Os retorcéis como animales, como cerdos. El tercer golpe te arrancaría la cabeza. Te la colocaría sobre la espalda”. Es lo que 'John' dijo a Espinosa en una ocasión y él pudo narrar en su periódico tras volver a España.
Didier François, una periodista francesa de la radio Europe 1, estuvo secuestrada – asegura que junto a otros 18 rehenes occidentales- bajo la vigilancia de “los Beatles” durante diez meses. Ha relatado en su propia emisora que John, como lo llamaban entre los rehenes al no conocer su nombre real, era el jefe del grupo. “Era uno de los peores, que pegaba y torturaba sin la (más) mínima contención (…). Era el más tranquilo, pero también el más decidido, sin el más mínimo escrúpulo”, ha asegurado François.
Emwazi vivía desde los seis años al norte de Londres, donde acudió a la escuela Quintin Kynaston Community Academy de Saint John's Wood. La que fuera directora del centro, Jo Shuter, tuvo un trato cercano con él durante su adolescencia. Lo recuerda en una entrevista concedida a la BBC como un alumno “silencioso” y “razonablemente trabajador”. Cuenta que tenía “algunos problemas (como) acosos escolar y chicas y cosas normales”. Pero asegura que lo trabajaron con él y parecía que se había asentado. Shuter no cree en absoluto que su radicalización comenzara en la etapa escolar. “Mis conversaciones con Mohamed no tenían relación alguna con la imagen que veo en las noticias. Es absolutamente repugnante”.
Se licenció en informática por la Universidad de Westminster en 2009 y su última dirección conocida antes de que partiera al extranjero se ubicaba en el noroeste de Londres. El MI5 le empezó a seguir la pista ese mismo año, informa la BBC, por sus posibles vínculos con los terroristas de Al Shabab en Somalia.
Había viajado a Tanzania junto a otro británico y un alemán. Les denegaron la entrada e interrogaron, porque según las autoridades aeroportuarias “trajo caos al aeropuerto”, fue “maleducado y ruidoso” y se comportaba como un borracho. Tanzania asegura que no tenían instrucciones extranjeras para denegarle la entrada. Tras el episodio, Emwazi denunció que le habían amenazado a punta de pistola y pidió asistencia a Cage, una institución británica que vela por los derechos humanos en la “guerra contra el terror”, que más tarde también lucharía por evitar la ejecución de Alan Henning, un taxista británico que había acudido a Siria para prestar ayuda humanitaria y acabó decapitado (el anuncio por vídeo lo hizo, como con otros rehenes extranjeros, 'John, el yihadista') .
El director de investigación de Cage, Asim Qureshi, ha sido el defensor de 'John, el yihadista' en los medios tras salir a la luz su presunto papel en el Estado Islámico. Asegura que perdió contacto con él en 2013, pero él no detectó signo alguno de extremismo. cuando le asistió desde Cage . Se encontraron menos de una decena de veces en persona, aunque sí intercambiaron muchos correos electrónicos, asegura. de este centro lo recuerda como un “hombre estupendo”. En declaraciones a la cadena Channel 4 contó que era “el tipo de persona que a uno le gustaría que tuviera nuestra sociedad”. Defiende que era “amable” y “muy considerado hacia los demás”.
Los servicios de inteligencia británicos creen que se trasladó a Somalia para unirse al también grupo yihadista Al Shabab, aunque a Qureshi le cuesta creerlo y defiende que trató de “usar el sistema” para cambiar su vida. “Si odiaba tanto a Occidente, ¿por qué intentó durante tanto tiempo (más de tres años) poner su denuncia, (y por qué) intentó usar a los medios, la ley, la política o (por qué) fue a su embajada para intentar resolver los problemas que tenía?”, plantea al renombrado periodista británico Jon Snow durante la entrevista.
“La persona que yo conocí es tan distinta de la que veo ahora”, lamentaba.
Cameron ha calificado el ataque contra 'John, el yihadista' como “defensa propia”. De confirmarse su muerte, habrá fallecido el decapitador más mediático del Estado Islámico, aunque aún no se ha podido esclarecer cómo realizó la transición de aquel chaval tímido al que le gustaba jugar al fútbol a uno de los más duros torturadores de los rehenes occidentales del grupo yihadista.