Están por todos lados. En los pasillos de las estaciones de trenes, a las entradas de los aeropuertos, en los correos, en los edificios públicos. Y son ellos los que están en primera línea, cada día. De forma anónima. Son los miles de agentes de seguridad privada que trabajan en la ciudad de París. La gran mayoría son ciudadanos de origen extranjero. Magrebíes, subsaharianos, indios… Nabil Belkacemi es uno de ellos. Tiene 43 años y aquí cuenta en primera persona cómo pasó de no tener papeles a trabajar como agente de seguridad en la Gare du Nord, la principal estación ferroviaria de Francia.
"¿Por qué los empleados de las empresas de seguridad privada somos, la gran mayoría, gente de origen extranjero? La respuesta es muy sencilla: es un trabajo mal pagado y peligroso. Estamos en lugares sensibles, estaciones, aeropuertos, edificios públicos pero no tenemos la misma situación contractual de los policías, ni la misma protección, ni los mismos medios.
No podemos llevar armas. Aquí está prohibido llevar armas si no eres un policía o un militar. Ni ellos, de hecho, pueden llevarlas fuera del horario de servicio. Ayer en la televisión hablaban de esto ¿Hay que permitir que los agentes lleven las armas a su casa? ¿Habrían podido hacer algo si hubieran estado allí con sus armas al lado del Batalcan? Lo dudo."
Vigilantes indefensos
"Nos hacen cursos de formación, cursos de seguridad, cursos de prácticas de reanimación, cursos de intervención en casos de emergencia... En cambio, no nos forman para atender a la gente o sobre cómo tratar con los jóvenes drogadictos o borrachos que entran en la estación. Yo lo hago porque quiero. Me acerco a ellos, les hablo, les hago entender que es mejor que se vayan antes de que llegue la policía y tengan problemas. Yo no llamo a los agentes. Intento solucionar el problema hablando.
Tampoco estamos obligados a dar informaciones. Pero nos hacen poner un chaleco fosforescente lo que nos expone más al riesgo. Abajo no tenemos un chaleco antibalas. Pero nosotros también participamos en la defensa de esta democracia, de este país... Cuando controlamos mochilas o maletas sabemos que si hay algo puedo estallar junto con la maleta. Lo asumimos."
Discriminación laboral
"Porque es tu trabajo. Tampoco es que muchos tengan alternativas. Es un trabajo para el que no se requiere una especialización. No te piden títulos y por esto es la primera salida para muchos. Yo tengo compañeros que son licenciados, ingenieros, profesionales, pero al no ser franceses, al llegar aquí, no han encontrado una opción mejor. Porque aquí en Francia los puestos mejores son para los franceses.
El salario medio es de 1.200-1300 euros al mes. Es poco dinero por la responsabilidad que tenemos y es un trabajo cansado. Yo me he negado a trabajar en la garita, allí parado, durante doce horas. Primero, porque es peligroso y si alguien viene y me ataca yo no puedo hacer nada. Y, segundo, porque no se puede trabajar así. Por esto me ha caído más que un aviso desde la empresa. También porque me niego a llevar corbata."
Sin visado a Reino Unido
"La contradicción en lo que hacemos se ve en cosas como ésta: mira, ésta es mi placa. Con esta puedo entrar por ejemplo en el Eurostar [el tren que une Francia a Reino Unido] y nadie me para. En cambio, si como argelino quiero ir a Londres, tengo que pedir un visado. No es normal.
Pero, no, no hay riesgos. Los que nos metemos en empresas de seguridad estamos muy controlados. Antes de darnos la placa tiene que llegar una autorización del prefecto. Te controlan los antecedentes penales y si tienes alguna condena no entras. Esto es así. Hay gente que ha tenido alguna denuncia por cuestiones familiares y les han echado. La autorización se renueva cada cinco años.
Con mis colegas hemos hablado muy poco de lo que ha pasado el viernes. Yo no tengo miedo por lo que pueda pasar. Y ellos tampoco. ¿Y sabes por qué? Porque la mayoría viene de países donde han vivido la guerra. Argelia, Congo..."
Nueve años sin papeles
"Cuando tuve los papeles decidí meterme en una empresa de seguridad para tener un trabajo estable, un sueldo, una nómina que me permitiera alquilar un piso. Me costó nueve años tener los papeles ¡Nueve años! ¿Mucho tiempo, verdad? Y me buscaba la vida. Trabajaba como electricista, porque en Argelia no acabé los estudios pero hice un curso de formación de electricista. Ganaba el doble trabajando en negro antes de tener la residencia.
Llegué en el año 2000 con un visado. Eran los años en los que Chirac decidió conceder muchos visados a los argelinos [según las cifras oficiales fueron 57.000 en 1997, 83.000 en 1998, 147.000 en 1999, 178.000 en 2000 y 277.000 en 2001]. Sabían que la mitad de la gente se quedaría. Cuando llegué pedí el asilo territorial, no el asilo político. Es decir que pedí asilo y protección porque en mi país podría morir a manos de terroristas. Me lo denegaron.
Me uní a los colectivos de 'sin papeles' y más tarde a otro que ayudaba a los jóvenes sin techo. Siempre he sido militante. Por esto frecuento el Centro cultural internacional que se encuentra cerca de la rue Charonne donde hicieron los atentados. Por suerte ninguno de mis conocidos está entre las víctimas.
Para trabajar aquí antes de tener papeles compré documentos falsos. Había desde 40 hasta 2.000 euros. Yo compré el más barato. Era muy fácil entonces. Y hoy también se pueden conseguir en París documentos falsos. Con dinero se puede. Con el documento que obtuve conseguí un contrato de trabajo en una empresa que entonces gestionaba la red de Internet de París ¿Te imaginas? Sin papeles y en un sitio en el que me pasaban por las manos muchas cosas.
Pero esto ya ahora no sería posible. Desde hace tres años los empleadores tienen la obligación de enviar el documento de identidad del empleado a la prefectura para que controlen si es falso o no."
El recuerdo de Argelia
"Yo trabajé en Argelia para el ejercito como agente de seguridad pero civil. Eran los años de la guerra civil. Una guerra que no fue como la de Siria, porque no había bombardeos en las ciudades, se luchaba fuera, en las montañas. Cuando acabó la guerra si hubiera querido podía haber tenido un puesto como militar pero no quería quedarme allí. Decidí dejar Argelia porque era un país militar, no era un país democrático. No podía quedarme allí.
Soy de origen bereber. Mi apellido da el nombre a algunas calles en mi país. Porque a mi abuelo, Amer Belkacemi, que pertenecía al Frente Nacional de Liberación, le torturaron y le ejecutaron los paracaidistas franceses en la batalla de Argelia durante la guerra de Independencia. Es uno de los mártires de la independencia. En mi familia tengo 35, entre la parte materna y paterna."
La vida en Francia
"En Francia vivo bien. Durante unos meses se viene mi padre a visitarme y también tengo a mi hermana aquí que es profesora de francés en un instituto de formación profesional. El domingo ellos estaban en la Plaza de la República cuando hubo la falsa alarma por un petardo. Mi hermana se asustó mucho. Ella es atea, al igual que mi padre que no entiende porqué yo, en cambio, soy creyente. Aunque no voy a menudo en las mezquitas. Prefiero rezar en casa.
Esta noche creo que yo también iré a llevar flores y velas a Plaza de la República. Y dejaré un mensaje. Algo así como 'con el coraje, venceremos'".
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