La pasada Nochevieja la fiesta se desdibujó para decenas de mujeres alemanas que durante esa misma noche, la mañana de Año Nuevo o hasta una semana después, denunciaron agresiones sexuales, amenazas y robos en masa. En principio se contaron casi un centenar de casos sólo en la ciudad de Colonia pero este miércoles se han conocido más de cincuenta adicionales, en Düsseldorf y Hamburgo.
Crecen los casos
El escándalo surgió a raíz de las primeras 90 denuncias en Colonia, que fueron aumentando paulatinamente con el paso de los días.
La novedad, no obstante, llegó al conocerse nuevos casos "comparables a los de Colonia"en otros puntos de Alemania, indicó un portavoz policial. Concretamente, once en Düsseldorf y unos cincuenta en Hamburgo, especialmente en su céntrico barrio de Sant Pauli.
Métodos similares
Tanto lo denunciado por las víctimas como lo declarado por testigos coinciden en señalar que los ataques se produjeron en masa. Según estas fuentes, habría cerca de un millar de personas implicadas que, en principio, se pensaba que podría ser de hombres en estado de embriaguez.
Reunidos en grupos más pequeños, acorralaron, acosaron y agredieron a las mujeres que celebraban el Año Nuevo, ejerciendo coacción y violencia y robándolas en muchos casos.
El jefe de la Policía de Colonia, Wolfgang Albers, apuntó directamente a la comunidad inmigrante de la ciudad al destacar el aspecto "árabe o norteafricano" de unos atacantes cuya edad estaría entre los 18 y los 35 años.
Lo que dice la Policía
Aunque la policía de Colonia reconoció que sólo con el paso de los días fue consciente de la magnitud de lo sucedido, el debate generado está motivando que se hayan intensificado las tareas de investigación. En esta misma ciudad ya han sido identificadas cuatro sospechosos, si bien no se han producido detenciones por el momento.
Por otra parte, según las fuerzas de seguridad de Düsseldorf, en Nochevieja misma fueron temporalmente arrestados varios sospechosos.
La fiscalía de la ciudad investiga si se trata de un nuevo tipo de delincuencia organizada, posibilidad que no descarta el ministro de Justicia alemán, Heiko Maas. "Tanta gente no sale de la nada, deben haber quedado en algún sitio y debe haber alguien detrás, y me gustaría saberlo", dijo Maas en declaraciones a la televisión pública alemana, al recordar que en los alrededores de la estación de tren de Colonia se había congregado un millar de hombres jóvenes.
Las reacciones
Si bien la alcaldesa de Colonia intentó desligar los ataques del componente racial, desde partidos de ultraderecha se tardó poco en aprovecharlo para atacar a Merkel y su política para con los refugiados: "Señora Merkel, ¿ya es Alemania lo suficientemente colorida y cosmopolita tras la ola de delitos y ataques sexuales?", ha planteado la líder de esta formación, Frauke Petry.
Pero si la policía de la ciudad se ha llevado las críticas incluso del ministerio del Interior germano, la misma alcaldesa tampoco sale bien parada del debate generado ya que, tras los sucesos, hizo unas polémicas recomendaciones a las mujeres de cara a los próximos carnavales de la ciudad: "Siempre es una posibilidad mantener una cierta distancia, de más de un brazo. Y no acercarse mucho a personas extrañas o con quienes no se tiene una buena relación de confianza", señaló la alcaldesa, quien recomendó también mantenerse en grupo y no irse "con uno o con otro" dejándose llevar por la euforia de la fiesta.
"Las mujeres no son responsables, sino los autores", le respondió el ministro de Justicia, Heiko Maas, a través de su cuenta en Twitter, donde se suceden los mensajes contra Reker con la etiqueta #einearmlaenge (a la distancia de un brazo).
Como su colega de Justicia, la ministra de Familia y Mujer, Manuela Schwesig, rechazó debatir sobre si las mujeres tienen cambiar de forma de comportarse y recordó que son los culpables quienes deben hacerlo. "Los tiempos en los que las mujeres no podíamos movernos con libertad, en los que no podíamos llevar minifalda, han pasado", advirtió.
Y en la calle, unas 150 personas se concentraron el martes frente a la catedral para protestar contra ola de asaltos, que ha dado pie a los argumentos de quienes vinculan inmigración e inseguridad.
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