Un nuevo eje euroescéptico y nacionalista formado por Hungría y Polonia se abre paso en la Unión Europea y ha desatado todas las alarmas en Bruselas. La alianza se escenificó en la larga reunión que mantuvieron la semana pasada en un castillo al sur de Polonia el primer ministro húngaro, Viktor Orban, y el líder del partido Ley y Justicia, Jaroslaw Kaczynski, que controla el gobierno polaco desde su victoria en las elecciones de octubre. Kaczynski ha declarado en el pasado su admiración por los métodos de Orban y ahora imita sus reformas para hacerse con el control de la administración y los medios de comunicación públicos. “Un día tendremos un Budapest en Varsovia”, dijo Kaczynski tras perder las elecciones de 2011.
La diferencia es que la Comisión de Jean-Claude Juncker no parece dispuesta a dejar pasar los excesos del gobierno de Ley y Justicia, dirigido por la primera ministra Beata Szydlo. El colegio de comisarios discute este miércoles si activa contra Polonia un nuevo mecanismo para afrontar las amenazas graves al estado de derecho en los estados miembros. Es la primera vez que se usa. Este instrumento se creó en 2014 precisamente para poder reaccionar en casos como los cambios constitucionales y legales promovidos por Orban desde su llegada al poder en 2010, que según Bruselas restringían la independencia de la justicia o de instituciones como el Banco Central.
En aquel momento, el anterior presidente del Ejecutivo comunitario, José Manuel Durao Barroso, apenas disponía de armas para frenar la deriva autoritaria de Hungría. Sólo contaba con la considerada como “opción nuclear”: el artículo 7 del Tratado de la UE, que prevé suspender el derecho de voto a los países que vulneran de forma “grave y persistente” los valores europeos. Nunca la activó y se limitó a abrir contra Budapest varios expedientes de carácter técnico que se saldaron sin sanciones.
Ahora, el mecanismo para salvaguardar el estado de derecho en la UE permite una respuesta política, en tres fases, en casos como el de Polonia. Primero, la Comisión envía una alerta al país en cuestión exponiendo sus preocupaciones. En una segunda etapa, Bruselas formula recomendaciones para corregir los problemas detectados. Finalmente, si el gobierno afectado no responde en los plazos previstos se pasa a activar el artículo 7. Orban ya ha dicho que Hungría vetará cualquier intento de la UE de sancionar a Varsovia. A continuación repasamos semejanzas y diferencias entre los gobiernos de Polonia y Hungría.
Las semejanzas
1.Una ideología común. Tanto el gobierno de Orban como el de Ley y Justicia coinciden en su ideología conservadora, anticomunista, nacionalista y euroescéptica. “Se ven a ellos mismos como promotores del interés nacional. Consideran que los intereses de la gente normal han sido marginados o ignorados por las élites liberales. Y tienen un programa de renovación y limpieza de las instituciones públicas de gente que, según ellos, no sirve a los intereses nacionales”, explica a EL ESPAÑOL el analista del think tank Open Europe, Pawel Swidlicki. Hungría y Polonia también están de acuerdo en su rechazo a la política de inmigración de la UE y en particular al reparto de refugiados, lo que les ha llevado a enfrentarse a Bruselas y a Berlín.
2.Unas reformas similares para controlar el estado. Dos son las reformas promovidas por Polonia que han generado preocupación en la UE y que imitan iniciativa similares adoptadas por Hungría. En primer lugar, los cambios en las reglas de funcionamiento del Tribunal Constitucional polaco. En el futuro, se requerirá una mayoría de dos tercios para tumbar cualquier ley, en lugar de la mayoría simple exigida hasta ahora. Ello hace casi imposible que el Tribunal invalide las normas aprobadas por el gobierno de Ley y Justicia, que además se ha negado a reconocer a los jueces nombrados por el parlamento anterior y acaba de designar a cinco magistrados.
En segundo lugar, Polonia ha aprobado una nueva legislación que permite al gobierno nombrar y destituir directamente a los directores de la radio y la televisión públicas. Una reforma que ha sido criticada por las asociaciones de periodistas de toda la UE. El vicepresidente primero de la Comisión, Frans Timmermans, ha escrito dos cartas a Varsovia alertando de que estas iniciativas podrían vulnerar los valores democráticos europeos. Pero la respuesta polaca ha sido desafiante. El ministro de Justicia, Zbigniew Ziobro, ha respondido con una misiva abierta al comisario alemán, Günther Oettinger, que había sugerido actuar contra Varsovia, en la que compara la supervisión de la UE sobre Polonia con la ocupación nazi.
También Orban chocó con el Ejecutivo comunitario por su reforma para aumentar el control sobre los medios de comunicación y por sus cambios legales para deshacerse de los jueces más incómodos. Las dos iniciativas acabaron saliendo adelante tras algunos ajustes negociados con Bruselas.
Las diferencias
1.La actitud hacia Rusia. El principal motivo de discrepancia entre Polonia y Hungría es la política hacia Rusia. Mientras que Orban ha criticado las sanciones de la UE contra Moscú y apuesta por un acercamiento al presidente Vladimir Putin, el gobierno de Ley y Justicia mantiene su tradicional postura antirrusa. De ahí la indignación que han provocado en Varsovia las críticas del presidente de la Eurocámara, el alemán Martin Schulz, que acusa a Polonia de una “peligrosa putinización de la política europea”, en referencia a los modos autoritarios del presidente ruso. Budapest y Varsovia “tienen diferentes intereses en política exterior y política energética, y en los dos casos tiene que ver con el papel de Rusia en la UE”, explica el analista de Open Europe.
2.La fuerza de la oposición. “La oposición en Polonia es mucho más fuerte. Ley y Justicia sólo tiene una mayoría ajustada y no puede cambiar la Constitución de la forma en la que lo ha hecho Viktor Orban, que sí cuenta con una gran mayoría parlamentaria”, resalta Swidlicki. A su juicio, la Comisión debería dejar que sean la oposición y la sociedad civil polacas las que tomen la iniciativa contra las reformas del gobierno. Una intervención de Bruselas sería contraproducente porque socavaría la credibilidad de la oposición y la haría aparecer como defensora de intereses extranjeros, alega el analista de Open Europe.
De momento, la Comisión descarta lanzar ya este miércoles el procedimiento sancionador contra Polonia, aunque mantendrá una vigilancia reforzada, según han informado fuentes comunitarias a la agencia Reuters. “No dramaticemos en exceso. Es un tema importante, pero tenemos que mantener relaciones amigables y buenas con Polonia. Nuestro enfoque es muy constructivo. No estamos atacando a Polonia”, dijo Juncker la semana pasada. El pleno de la Eurocámara también debatirá la cuestión polaca el 19 de enero.