China acude a las urnas este sábado. Al menos, en Taiwán, que celebra elecciones para elegir a su nuevo presidente y parlamento.
La relación entre la isla y la China continental es compleja, ya que, pese a ser dos Estados de facto, históricamente ambos han reclamado ser la verdadera China.
El conflicto se remonta al término de la guerra civil en 1949, cuando el partido comunista se hizo con lo que hoy es la República Popular y el Gobierno del Kuomintang (KMT) tuvo que dejar el continente para trasladarse a Taiwán, que sigue siendo autónomo.
La situación geopolítica de la isla es difícil. Aunque Taiwán representó inicialmente a China ante las Naciones Unidas, la institución pasó en 1971 a reconocer al Gobierno comunista como el verdadero portavoz del país. La República Popular ha presionado con éxito para que Taiwán se vea aislado diplomáticamente y actualmente el territorio sólo mantiene vínculos formales con una veintena de países. Estados Unidos es su principal valedor y se ha comprometido a protegerlo.
Para la República Popular, Taiwán es una provincia y no ha renunciado a ella. En 2005, el Gobierno comunista aprobó una ley que ilegaliza la secesión de la isla. Tal acción podría acarrear acciones militares por parte del Gobierno de Pekín.
Pero las opiniones de los taiwaneses acerca de su identidad y sus vecinos del continente han cambiado. Un sondeo del periódico United Daily News indica que el 55% de los residentes de Taiwán quiere mantener el statu quo en su relación con la China continental y no acercarse más. Otra encuesta señala que el 65% opina que China y Taiwán son dos naciones distintas.
Ahora, la favorita a convertirse en presidenta de Taiwán es Tsai Ing-wen, del Partido Demócrata Progresista (DPP), que tradicionalmente ha apoyado una ruptura formal con China. Su victoria se produciría tras ocho años de gobierno de Ma Ying-jeou, del KMT, caracterizados por una política de acercamiento a Pekín. La ley impide al presidente saliente presentarse más.
“Las elecciones de este fin de semana muestran lo robusta que es la democracia taiwanesa. Desde 1996, ha habido comicios cada cuatro años. Y si Tsai Ing-wen gana, habrá habido dos cambios de gobierno”, dice a EL ESPAÑOL Kerry Brown, analista y director del Lau China Institute del londinense King's College. “Son unos comicios importantes porque Tsai Ing-wen apoya una mayor diferenciación con China. Sin embargo, no habrá ninguna declaración política sobre la independencia, ya que la China continental ha dejado claro que haría algo al respecto”.
Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China, afirma que estas elecciones constituyen un examen para el rumbo tomado por el anterior Gobierno. “Está en juego la continuidad de la política de aproximación a China que aplicó el Kuomintang desde 2008”, dice el experto. “Estas elecciones tienen un cierto sentido de referéndum sobre la validez de esa política de aproximación, que en los últimos tiempos viene siendo bastante contestada por amplios sectores de la ciudadanía de Taiwán”.
Aun así, Ríos, como Brown, duda que una victoria de Tsai pueda llevar a una ruptura formal con el continente. “Si algo ha aprendido Tsai Ing-wen y el DPP es que la política de confrontación con China es una política equivocada que arruina sus expectativas políticas y electorales”, asegura. “Durante toda la campaña, Tsai Ing-wen ha dicho que iba a defender primero el statu quo y, por tanto, no iba a dar ningún paso hacia una independencia formal”.
Desde el establecimiento de la democracia en Taiwán, ha habido un presidente del DPP (2000-2008) y dos presidentes del KMT (1996-2000, 2008-2016). Tsai, a quien las encuestas otorgan la victoria este fin de semana, compitió por el despacho presidencial en 2012, pero perdió con un 46% del voto. El miedo de los electores a que las relaciones con China se complicaran es la principal razón que explica su derrota hace cuatro años, indica el estadounidense Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
Las cosas, sin embargo, han cambiado desde entonces. Ríos afirma que el discurso de la opositora se ha vuelto más moderado y concreto, lo que ha convencido a más sectores de la sociedad taiwanesa que en 2012 se mostraron escépticos.
Una economía menguante
Asimismo, el contexto económico y político se ha transformado también. “La economía no ha ido demasiado bien; para mucha gente, el presidente Ma Ying-jeou prometió demasiado e incumplió; y básicamente [ahora] ella se enfrenta a una competencia mucho más débil”, afirma Brown. “Si no gana ahora es que algo ha ido realmente mal”.
En los últimos ocho años, se firmaron más de 20 acuerdos con China para favorecer la cooperación entre los dos territorios, informa BBC. Pero el temor a depender demasiado en términos económicos de Pekín ha crecido entre la sociedad taiwanesa, ya que la dependencia económica podría conllevar un recorte de las libertades de Taiwán.
El año pasado, por ejemplo, miles de manifestantes salieron a la calle para protestar contra un acuerdo comercial con la República Popular, un acontecimiento conocido como el Movimiento Girasol -una suerte de 15-M local-, que desencadenó una crisis política. El coste de vida en Taiwán ha crecido en torno al 8% durante el último Gobierno del KMT, mientras que el precio de la vivienda se ha disparado más de un 40%, indica Time.
Aunque no busque la secesión, Tsai intentará encontrar alternativas económicas para no depender tanto de la economía de la República Popular. La candidata se ha comprometido a promover vínculos con otras economías de la región, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático e India, informa Taipei Times.
Está por ver cómo reaccionará el Gobierno comunista a una hipotética victoria de Tsai. “Descartando cualquier tipo de acción de corte militar, las opciones son dos: esperar y ver cuál es la posición de Tsai Ing-wen en los próximos meses o valorar la adopción de medidas de presión para forzar algún tipo de acuerdo”, asegura Ríos.
Por su parte, a no ser que Tsai cambie repentinamente su postura sobre mantener las cosas como están con China y no iniciar un proceso de independencia, Brown opina que la República Popular va a tener que adaptarse al nuevo panorama político taiwanés.
“[Las autoridades de Pekín] han tenido que afrontar otros grandes cambios en Taiwán en el pasado, por lo que tienen cierta práctica a la hora de lidiar con ésto”, dice. “Si sale elegida, creo que Pekín sabrá que va a tener que trabajar con ella. No quieren que haya inestabilidad en la región”.