Tras un inicio prometedor en los caucus de Iowa, en los que quedó en tercer lugar, el senador Marco Rubio ha sufrido en New Hampshire un serio revés a sus aspiraciones a lograr la nominación como candidato presidencial del partido Republicano. Pasó de segundo en las encuestas a quinto en los resultados de las votación de las primarias.
Además, le tocó protagonizar una de las pocas escenas embarazosas que dejó la jornada. Rubio fue asaltado al acudir a un colegio electoral por manifestantes disfrazados de androides que portaban pancartas proclamando "Rubio robot". Miembros de la comitiva del candidato forcejearon con ellos, dejando imágenes poco edificantes.
Los manifestantes, que gritaban "¡Trump!" con voz robótica, estaban ridiculizando un fallo retórico que ha sufrido Rubio en su campaña de New Hampshire. En al menos dos comparecencias públicas ha repetido frases seguidas de forma idéntica, dando la impresión de tener un discurso "programado" en lugar de hablar espontáneamente. De hecho, ha pasado a conocerse como el 'glitch' de Rubio, en referencia a un tipo de error informático frecuente en los videojuegos. Una forma de 'glitch' es hacer que un comando entre en bucle.
En el crucial debate republicano previo a las elecciones, Rubio repitió consecutivamente cuatro veces la frase: "Let's dispel once and for all with this fiction that Barack Obama doesn't know what's he's doing" ("Borremos de una vez por todas esa ficción de que Barack Obama no sabe lo que está haciendo").
No resulta únicamente incómodo al oído: el 'glitch' ocurrió en el peor momento, cuando su rival Chris Christie le atacaba por su juventud y sus escasos logros en el Congreso. Sus repeticiones, según comentaristas como Ezra Klein de Vox, hicieron parecer que Rubio se ponía nervioso y era incapaz de argumentar a su favor. Christie llegó a mofarse en directo de él: "Ahí va otra vez", comentó al oír por enésima vez la frase.
No se trató de un error puntual. En su último mitin de campaña entró en otro bucle, repitiendo las mismas palabras sobre instaurar valores familiares.
Puede parecer excesivo achacar a unos tropiezos discursivos la debacle de las expectativas de voto para Rubio. Pero en una carrera tan exigente como las primarias de la política estadounidense, puede bastar un error para echarlo todo al traste. En 2011 el republicano Rick Perry dijo adiós a su campaña tras olvidar qué agencias gubernamentales proponía abolir.
En 2004, el demócrata Howard Dean lanzó un grito de alegría cuando se dirigía a sus seguidores tras ganar en los caucus de Iowa. No hizo falta más: los medios opuestos a su candidatura lo presentaron como una persona desequilibrada, y su campaña descarriló nada más empezar.
Rubio puede consolarse no obstante al pensar que no es el único damnificado de New Hampshire. En el bando demócrata, la derrota de Hillary Clinton a manos de Bernie Sanders ha dejado algunas caras largas.