Empresario e ingeniero químico, Alberto Furmanski es embajador de Colombia en España desde el pasado octubre por designación de su presidente, Juan Manuel Santos. EL ESPAÑOL lo ha entrevistado con motivo del proceso de paz en su país, que se encuentra ahora en la fase final tras tres años de negociaciones con las FARC. A finales de enero, Naciones Unidas aceptó una misión para verificar la implementación del acuerdo cuya firma definitiva está fijada para el próximo 23 de marzo.
¿Qué supone este proceso de paz para Colombia?
Tenemos más de 50 años de conflicto, más de 200.000 muertos y por encima de seis millones de víctimas. Éste es un proceso muy importante por medio del cual esperamos terminar con este largo y complicado conflicto. Significa que el país entra en una nueva etapa y va a buscar reconciliarse. Y seguramente nos traerá beneficios a todos los colombianos. Habrá un crecimiento mayor. Y podremos vivir en paz, como se merece todo el pueblo colombiano.
¿Cómo llegó el Gobierno a la conclusión de que negociar con las FARC era la mejor forma de alcanzar el fin de la violencia?
El mundo siempre ha resuelto sus conflictos con negociaciones de paz. Colombia ha tratado en varias ocasiones de llegar a un acuerdo y buscar una salida negociada de este conflicto. Con las FARC hubo varios intentos, ninguno llegó a cristalizarse. Hubo, sí, negociaciones que se cristalizaron con otro grupo guerrillero[, el M-19,] a finales de los años 80, principios de los 90. Y creemos que, en este momento, la solución negociada es lo que va a poner fin a este conflicto.
Si bien los anteriores intentos de lograr la paz con las FARC no resultaron fructíferos, ahora el acuerdo está en la recta final. ¿Qué ha cambiado?
Creo que la guerrilla en los últimos diez años ha sufrido el efecto de la guerra y tal vez se ha debilitado. Digamos que las circunstancias para llegar a este acuerdo finalmente se han dado. Unos 15.000 guerrilleros desde 2012 hasta la fecha se han entregado. Eso es otra muestra de que una salida negociada es válida.
No hay nada acordado hasta que esté todo acordado
¿Confía en que se cumplirá el plazo establecido inicialmente para la firma final de la paz?
La fecha establecida es el 23 de marzo. Que se corra unos días o se adelante probablemente no sea lo más importante. Lo más importante sí es que el proceso no tiene reversa. Creemos que con la resolución de las Naciones Unidas el proceso entró en una etapa definitiva. Y pensamos que si no es el 23 de marzo, es muy cerca.
No todo el pueblo colombiano está de acuerdo con el proceso.
Al haber por encima de seis millones de víctimas, es muy difícil que todo el mundo esté de acuerdo. Casi todos los colombianos tienen a alguien cercano que ha sido afectado en mayor o menor grado por este conflicto. Entonces, obviamente, no tenemos una unidad de criterio. Hay gente a favor. Hay gente en contra. Hemos visto muy buena receptividad en el exterior. Y creemos que es una cuestión de tiempo que logremos que este proceso sea más aceptado en Colombia.
El punto que permite la participación en política de los guerrilleros tras el fin de la guerra ya suscita polémica.
Las FARC seguramente se convertirán en un partido político. La salida del conflicto radicará en que la guerrilla se convierta en un partido político. Y finalmente será el pueblo el que defina a través de las urnas en qué medida acepta o no los candidatos que surjan. Pero, en cualquier caso, es mucho mejor cambiar balas por votos.
Hablemos del sistema de justicia transicional para los participantes en el conflicto. ¿Cómo se va a castigar a alguien que haya cometido un crimen grave o de lesa humanidad?
De lo que yo estoy enterado es que, si una persona que haya participado en el conflicto no confiesa ningún hecho delictivo y la justicia lo prueba, puede ser privada de su libertad hasta 20 años. Si las personas confiesan sus delitos, existen penas que no son de cárcel sino restricciones de la libertad que van de cinco a ocho años dependiendo de la gravedad de lo que se confiese y deben al mismo tiempo ayudar a reparar a las víctimas, a la sustitución de cultivos [narcóticos] y en tareas de desminado.
Quien haya cometido crímenes políticos, como por ejemplo la rebelión sin delito de sangre, se verá amnistiado en el sentido de que no se le privará de su libertad. Entonces, ¿en qué categoría delictiva entrarían las actividades de narcotráfico desarrolladas por las FARC?
No sé. Lo que es claro es que lo que se está negociando en la mesa lo conocen únicamente los negociadores de ambos lados. Lo que hay por fuera es mucha, mucha especulación. No hay nada acordado hasta que esté todo acordado. Es decir, lo que se ha ido firmando no tiene ninguna validez hasta que se llegue a un acuerdo final. Eso no ocurrirá hasta el día de la firma final del acuerdo, del cual estamos muy cerca.
¿La reparación de las víctimas incluirá compensaciones económicas?
Se supone que en la reparación de las víctimas hay reparaciones económicas como las que hay ahora. El Estado ha comenzado con las reparaciones paralelamente mucho antes de firmar el acuerdo y ya ha reparado más o menos unas 600.000 víctimas. También ha comenzado con el desminado en varios sitios y en algunos de ellos lo ha hecho con ayuda de la guerrilla. Creo que ha habido también reparación de las víctimas del lado económico. Pero esa parte no la tengo con claridad [en lo que respecta a las FARC].
Ha habido cierta preocupación por el uso de la expresión “dejar las armas”. ¿Los guerrilleros van a entregarlas finalmente?
Las armas se van a entregar. La discusión que ha habido es si las armas se entregan al Estado colombiano o a un tercero. Lo más probable es que sea a un tercero.
Las FARC han enviado recientemente una carta abierta al Gobierno de Colombia diciendo que el referéndum no es la mejor opción y que es preferible una asamblea constituyente para ratificar el acuerdo de paz. ¿Por qué se oponen a un plebiscito?
En otra ocasión, cuando hubo un fin de conflicto con otra guerrilla, específicamente el M-19, hubo una asamblea constituyente. Y esa asamblea definió la Constitución de 1991, que es la que nos rige actualmente. En este momento, el Gobierno optó por el camino del plebiscito y es el que seguramente se impondrá.
Ya se ha dicho públicamente que tras firmar el acuerdo se someterá a referéndum.
Primeramente, el acuerdo se firma y luego debe venir la entrega de armas. Después, el Gobierno va a validar el acuerdo ante las urnas y para esto está llamando a un plebiscito. Y este plebiscito será el que finalmente refrende el acuerdo al que se llegue.
Y, si el pueblo dijese no al acuerdo, ¿habría que volver a empezar?
Eso sería gravísimo, esperamos que no ocurra. Tenemos toda la confianza de que el pueblo refrendará los acuerdos ampliamente y pasaremos a otra etapa y otro camino.
¿Cree que el proceso de paz en Colombia se puede comparar al de otros países que han atravesado conflictos internos? ¿Existe algún modelo para el actual proceso de paz?
Difícilmente puede haber un proceso similar. Digamos que es similar en el sentido de que nadie se entrega para pagar cárcel, sino que tiene que haber una negociación. Y la gran diferencia del proceso de paz de Colombia es que se comenzó con la reparación de víctimas, el desminado y la sustitución de cultivos con anterioridad a la firma del acuerdo. Eso consideramos que es único.
¿Qué va a suceder con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que ha pedido comenzar conversaciones de paz oficiales?
Se conoce que el ELN ha estado sentado con el Gobierno desde hace un tiempo para acá y han acordado comenzar con un proceso de paz, seguramente se basará mucho en lo que se está haciendo con el acuerdo de paz con las FARC. Pero no hay nada concreto. Estamos esperando que esto se logre y muy rápido.
¿Qué opina de que el expresidente Álvaro Uribe haya criticado el proceso? Al fin y al cabo, fue él quien aupó al actual presidente Juan Manuel Santos.
Nos hemos enterado de que hay emisarios del equipo del presidente Uribe que han estado en La Habana enterándose del proceso de paz, lo cual nos da un signo de esperanza [de] que el presidente Uribe se sume a las expectativas que tenemos todos los colombianos de llegar al final del acuerdo. Y quién más que el presidente Uribe que se nos una a este gran evento.*
Nadie se entrega para pagar cárcel, sino que tiene que haber una negociación
¿Y usted, personalmente, está ilusionado con el proceso de paz?
Muchísimo. Yo creo que el proceso de paz le traerá al país un crecimiento económico seguramente de por lo menos dos puntos por encima del crecimiento normal, además de toda la reconciliación que traerá entre colombianos.
Han ido muchas personas a La Habana a conversar con los guerrilleros desde que el proceso entró en una fase avanzada. Y hemos encontrado que las personas que han sido víctimas son las que mejor han recibido el proceso. Allí han circulado militares, gente del Gobierno. Y la mejor reacción se ha encontrado en personas que han sido víctimas directas de este conflicto.
¿Percibe que hay arrepentimiento y voluntad de reparar por parte de las FARC?
Hemos visto algunos hechos importantes. Creo que hubo un par de demostraciones en una población donde hubo una masacre y fueron los negociadores. En frente de la prensa y los pobladores se pidió perdón por parte tanto de los miembros de la guerrilla como del Ejército. Fue un hecho simbólico muy importante.
Estamos muy esperanzados de que este proceso se firme lo antes posible y podamos pasar página de este conflicto tan extenso. Colombia es un país que ha pasado de un índice de casi 69 muertes por cada 100.000 habitantes a terminar el 2015 con 23 muertes por cada 100.000 habitantes. Esto con un compromiso que tuvieron las FARC de cese unilateral [de hostilidades] hacia el último trimestre del 2015.
Imagínese lo que sería todo un año no sólo con un cese unilateral sino con un acuerdo firmado, lo que eso haría para mejorar las cifras de muertes en un país que lleva 50 años largos de guerra.
*Centro Democrático, el partido del expresidente Uribe, afirma, sin embargo, que la formación no ha enviado emisarios a La Habana.