Lo insostenible de la situación en Siria ha provocado un entendimiento casi obligado entre todas las potencias que participan de un modo u otro sobre el terreno. Fruto de las conversaciones ha llegado, durante la madrugada de este viernes, el anuncio de un alto el fuego que entrará en vigor en una semana por un lado, y en la intención de intensificar las tareas de ayuda humanitaria, por otro. Se trata de un previsible -aunque frágil- alivio para la población siria, si bien los diplomáticos previenen de que sólo es un primer paso en el camino hacia una situación estable.
Señal inequívoca de la importancia de esta primera gran decisión conjunta, John Kerry y Serguéi Lavrov, los representantes de Estados Unidos y de Rusia, fueron los encargados de ofrecer los detalles del acuerdo en rueda de prensa, junto al enviado especial de Naciones Unidas para Siria, Staffan de Mistura.
Y aunque las dos grandes potencias en liza en el país árabe coincidieron en aplaudir la buena noticia, no quisieron elevar el tono de la hipotética celebración. A la luz de las palabras de ambos, aún hay trabajo por hacer desde concepciones muy diferentes de la situación. Más aún puede hablarse de cautela, expectación y una dosis de escepticismo para ver cómo se aplica esta decisión más allá del papel. El titular alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, marcaba la línea común de pensamiento al asegurar que la validez y el éxito del pacto "aún debe medirse en los próximos días".
En el mismo sentido se expresaba Kerry, quien pese a catalogar como "ambicioso" el plan, que debe paralizar toda actividad bélica a nivel nacional, cree que está por ver el grado de implicación de todos los actores: "La verdadera prueba es si todas las partes cumplen estos compromisos", ha agregado.
Discrepancias sobre el papel de Asad
El secretario de Estado se mostró especialmente crítico con el hecho de que Rusia no haya presionado para que el presidente Bashar al Asad siga en el poder: "Lo que necesitamos ver en los próximos días son acciones sobre el terreno", dijo, "pero sin una transición política, no será posible alcanzar la paz".
Por otra parte, también está por ver el modo en el que se intentará alcanzar a la población más necesitada. Aunque la oposición al régimen sirio ha aplaudido la noticia del acuerdo, desconfía de que cambie la situación. Según denuncian, llevan años sufriendo las consecuencias de las promesas incumplidas por parte del presidente para facilitar el acceso a los convoys de material.
Rusia aprovechó, entretanto, para enviar un mensaje a Washington y a sus aliados en el conflicto. Lavrov, que ensalzaba que el resultado de la reunión "es la confirmación de la resolución de la ONU [del pasado mes de diciembre] sobre Siria", ha expresado la preocupación de Moscú por los intentos de la oposición de "dañar los esfuerzos para resolver la crisis humanitaria".
Sin embargo, el diplomático ruso no quiso entrar en el debate acerca de Al Assad. Para él y su Gobierno, las negociaciones de paz deberían retomarse lo antes posible y sin condiciones previas, ya que "con intentamos crear las condiciones para que los propios sirios decidan sobre su futuro".
Escepticismo sobre la adhesión al alto el fuego
Por otra parte, y pese a que el pacto pretende alcanzar a todos los implicados en el conflicto, Kerry advirtió de que esta solicitud de cese de hostilidades puede no ser aplicado por el Estado Islámico, que controla parte del territorio sirio y no forma parte de las negociaciones de paz que afectan solo a la guerra civil, así como otros grupos en lucha.
Puede, de hecho, que tampoco las fuerzas rusas asuman plenamente el acuerdo, ya que su representante ha asegurado que, en previsión de que el grupo terrorista no detenga sus operaciones, seguirán bombardeando tanto sus posiciones como las de Al Nusra, grupo afín a Al Qaeda en la región. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea criticaron duramente esta actitud rusa asegurando que, hasta el momento, sus ataques han sido poco efectivos y sólo suponen un obstáculo extra en las conversaciones de paz.