La muerte de Antonin Scalia, uno de los jueces más influyentes de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, ha abierto una nueva batalla ideológica entre demócratas y republicanos por la designación de su reemplazante.
Antonin Scalia murió el sábado, a los 79 años, en Texas. Su fallecimiento generó una profunda conmoción política en el país, al abrir la posibilidad de un cambio en el equilibrio ideológico del máximo tribunal, de hercúlea influencia en la vida de Estados Unidos. Scalia era el pilar intelectual de la llamada 'ala conservadora' de la Corte, que integraba junto a otros tres magistrados: John Roberts, presidente del tribunal, Clarence Thomas y Samuel Alito.
Con su deceso, la corte ahora ha quedado con una mayoría de magistrados de izquierdas. A los tres jueces conservadores se suman los cuatro magistrados que integran el 'ala progresista' del tribunal –Stephen Breyer, Elena Kagan, Sonia Sotomayor y Ruth Ginsburg– y un juez independiente, Anthony Kennedy, que suele aportar el voto decisivo cuando las opiniones están divididas.
La vacante de Scalia ha desatado una nueva puja política en Washington. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ya anticipó que buscará completar la vacante que dejó Scalia. Los republicanos han prometido bloquear cualquier designación del mandatario en el Senado, para permitir que el próximo presidente elija al reemplazante.
“Tengo la intención de cumplir con mis responsabilidades constitucionales y designar a un sucesor a su debido tiempo”, dijo Obama, en un breve mensaje después de conocerse el fallecimiento del magistrado. “Habrá tiempo suficiente para hacerlo, y para que el Senado cumpla con su responsabilidad de dar a esa persona una audiencia justa y una votación oportuna. Estas son las responsabilidades, que tomo en serio, al igual que todos. Son más grandes que cualquier partido. Tienen que ver con nuestra democracia”, enfatizó el mandatario.
Ya los republicanos, que controlan el Senado, se habían preocupado por anticipar que no permitirían que Obama nombrara otro juez, una designación que crearía una mayoría progresista en una de las instituciones más influyentes del país.
La Corte Suprema marca la agenda política
La Corte Suprema ha dejado una profunda marca política en la vida de Estados Unidos, al dejar la última palabra en temas sensibles como la legalización del aborto, el matrimonio gay, la libertad de expresión o el financiamiento de las campañas políticas. Durante la presidencia de Obama, la Corte permitió que sobreviva su reforma de salud, que los republicanos intentaron derrumbar, y este año debe expedirse sobre otro tema de enorme sensibilidad política y social: los decretos migratorios de Obama que blindaron a millones de inmigrantes indocumentados de la deportación.
“El pueblo estadounidense debería tener una voz en la selección de su próximo juez de la Corte Suprema. Por lo tanto, esta vacante no debe ser cubierta hasta que tengamos un nuevo presidente”, indicó en el jefe de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, unas horas después de que la muerte de Scalia fuera pública.
¿Afectará a la campaña electoral?
No hubo que esperar demasiado para que la muerte de Scalia abriera la discusión política. David Axelrod, jefe de campaña de Obama en 2008 y uno de sus más cercanos asesores, calificó la muerte de Scalia como un “evento sísmico” que seguramente “reverberará en la campaña presidencial”.
“El juez Scalia fue un héroe. Le debemos a él, y a la nación, que el Senado garantice que el próximo presidente nombre a su reemplazante”, desafió en Twitter Ted Cruz, uno de los candidatos presidenciales republicanos, antiguo empleado en la Corte Suprema y constitucionalista.
Esa postura fue reiterada por la mayoría de los candidatos republicanos más tarde, durante un nuevo debate en Greenville, Carolina del Sur, y también en los tradicionales programas políticos del domingo. “Creo que depende de Mitch McConnell y todos los demás impedirlo. Se llama demora, demora, demora”, dijo Trump en el debate.
Marco Rubio, el joven senador de la Florida que intenta posicionarse como el candidato del establishment para pelear por la nominación presidencial junto a Trump y Cruz, coincidió con esta postura, que reiteró luego en una entrevista en televisión. “Habrá una elección en noviembre y vamos a tener un debate acerca de qué tipo de juez debería reemplazar a Scalia y los votantes van a tener que votar por un nuevo presidente”, dijo Rubio.
Los plazos
Existe tiempo de sobra para que Obama designe a un sucesor. El mandatario aún tiene casi un año por completo por delante al frente del país, y la mayor cantidad de tiempo que ha demandado confirmar a un juez ha sido 125 días: ocurrió con Louis Brandeis, durante la presidencia de Woodrow Wilson. La última vez que un nombramiento fue rechazado por el Senado ocurrió durante la presidencia de Ronald Reagan, curiosamente, tras la designación de Scalia. Robert Bork fue rechazado, y luego Reagan designó a Anthony Kennedy, el actual 'voto independiente' del tribunal.
Las dos personas que designó Obama, las juezas Sonia Sotomayor, la primera latina en servir en el máximo tribunal, y Elena Kagan, fueron confirmadas en 66 y 87 días, respectivamente.