En México hay un lugar que está en llamas. Ahí, de forma semanal, desaparecen personas, matan diariamente, extorsionan a cada rato, la droga circula minuto a minuto, cinco cárteles de narcotraficantes luchan por tener más poder, y cuando parece que ya no puede haber más horror, se detecta que desde hace unos meses, la guerra entre la población civil armada (denominados autodefensas), ha comenzado. No se vive en paz. De hecho, no se puede vivir. Es lo más parecido al infierno y arde en una parcela concreta: El Estado de Guerrero. El Papa Francisco, no va a descender hasta él.
El municipio más violento de México, según el Consejo Ciudadano para la Seguridad y la Justicia, y el tercero a nivel mundial, sólo por detrás de San Pedro Sula (Honduras) y Caracas (Venezuela), es Acapulco. Es allí, en el empinado, pobre y destartalado barrio de La Laja donde el párroco Jesús Mendoza no esconde su decepción, ya que el Papa Francisco no visitará el Estado de Guerrero.
"Es una de las zonas con más rezago social, económico y político. Cuenta con unas condiciones de inseguridad, violencia y con una gran impunidad que ha golpeado duramente a la población. El Estado ante esto da respuestas muy acotadas, como la militarización de la ciudad, pero una acción de contención está claro que es insuficiente".
A Bergoglio se le esperaba en Guerrero. Una de las razones es porque los padres de los 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa solicitaron al pontífice, en reiteradas ocasiones, que les recibiera después de que los jóvenes desaparecieran tras ser detenidos por la Policía de Iguala, quienes lo entregaron al crimen organizado.
Desde que ocurrieron estos fatídicos hechos, la noche del 26 de septiembre del 2014, los padres y familiares de los estudiantes han protagonizado una lucha incansable que hasta el día de hoy, a pesar de que el movimiento ha perdido mucha fuerza, pervive. El cura de la iglesia acapulqueña San Nicolás de Bari explicó que "esta es una de las razones por las que me decepciona que no haya espacio, no sólo para un encuentro con los 43 sino con los familiares de los 26.000 desaparecidos que hay en México" y agregó que "es el Gobierno mexicano quien puso todo su empeño para que no viniera hasta acá".
Achacan a motivos de una saturada agenda que el Papa no pueda mantener encuentros privados con algunos grupos. "Quisiera estar cerca de todos los que sufren, decirles palabras de consuelo, pero sería necesario que se quedara mucho tiempo más", señaló el secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Eugenio Lira.
Será en la misa que se celebrará el último día antes de su partida, en Ciudad Juárez, en el norte de México, en donde los padres de los 43 de Ayotzinapa podrán, junto con otros grupos de víctimas de feminicidios y trata, coincidir con el Papa. Según la agencia EFE, una fuente de la organización confirmó que "van a tener asientos de primera fila en la misa donde el Papa se va a despedir de los mexicanos", indicó.
La visita del Papa
El pontífice que llegó a México este viernes al mediodía está preparado para cumplir una agenda en la que recorrerá varios estados: La Ciudad de México, Ecatepec (Estado de México), Chiapas, Michoacán y Chihuahua (en donde se ubica Ciudad Juárez). Bergoglio se estrenó el sábado en privado con el Presidente Enrique Peña Nieto en el Palacio Nacional. A partir de entonces, reuniones, misas, y encuentros durante tres días sólo en la capital mexicana, y en la que se esperan más de dos millones de visitas.
A posteriori, el jefe del Estado Vaticano, visitará Ecatepec y el martes tomará un avión que lo llevará a uno de los estados con un índice de pobreza más elevados del país, Chiapas. Luego visitará Michoacán y terminará en la que fue la ciudad más peligrosa del mundo en el año 2010: Ciudad Juárez. Será en la ciudad fronteriza donde terminará su periplo celebrando en el predio "Antigua Feria Expo" una misa con migrantes y víctimas de la violencia.