Cuando los aviones estadounidenses atacaron un campamento de entrenamiento del Estado Islámico en Libia este viernes matando a decenas de terroristas y sus familiares -incluidos niños-, dieron el pistoletazo de salida a la ampliación de su lucha armada contra el grupo terrorista que lleva combatiendo desde septiembre de 2014 en Siria (además de la que ya llevaba a cabo en Irak). El objetivo eran Nuredine Shushane “Sabir”, que era un “facilitador de alto nivel del EI en Libia”, y sus acólitos, ha asegurado el portavoz del Departamento de Defensa de Estados Unidos, Peter Cook. De hecho facilitó el atentado ante el Museo del Bardo en Túnez en marzo pasado en el que murió un matrimonio español junto a otras 18 víctimas, así como el atentado en ese mismo país, en junio.
"Tomamos esta acción contra Sabir en el campo de entrenamiento después de establecer que tanto él como los combatientes del EI en estas instalaciones estaban planeando ataques externos a Estados Unidos y otros intereses occidentales en la región", explicó el portavoz, que no confirmó la muerte del terrorista.
El campamento se encuentra junto a la ciudad libia de Sabrata, cercana a la frontera con Túnez, único enclave del Estado Islámico en esa zona del país, según informaciones de diciembre. Sirte, en la zona costera central es su bastión en la zona.
Estados Unidos ha centrado sus esfuerzos en los dos países de Oriente Medio, donde el grupo terrorista mantiene su gran bastión. Pero el Estado Islámico está acusando el desgaste de la batalla, perdiendo territorio -sobre todo en Irak, donde se calcula que han perdido hasta un 40%- y jefes con capacidad logística y administrativa que Estados Unidos liquida con sus drones.
Libia, el plan B del Estado Islámico
Para compensar esas pérdidas, hace meses que miembros del Estado Islámico buscan hacerse un hueco en un territorio igualmente convulso y sin un gobierno que controle el país: Libia. Desde la caída de Muamar al Gadafi en 2011, el país norafricano ha sido incapaz de tener un gobierno estable y mucho menos el control de un vasto territorio de tradición tribal que bajo el régimen de Gadafi ya sufría la lacra de una estructura administrativa.
El pasado 14 de febrero el comité presidencial, con representantes en cada región, presentó una segunda propuesta para el ansiado acuerdo de un único gobierno de unidad*. La noticia ha sido acogida por Occidente con optimismo recatado. “Tomamos nota del espíritu de apertura y reconciliación encarnado en este gabinete. Elegir el camino de la reconciliación no es fácil pero hacer frente a las crisis humanitarias, económicas y de seguridad de Libia requiere un gran coraje”, habían afirmado este jueves en comunicado conjunto de Estados Unidos, España, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Emiratos Árabes Unidos. Lo consideran un “paso esencial para reconstruir el país y neutralizar la amenaza plantada por Daesh (acrónimo árabe del Estado Islámico)”.
En este sentido, han mostrado su total apoyo al nuevo Gobierno “en su ardua tarea de restauración de la unidad y la estabilidad”, sin entrar en detalles. El Pentágono ya avisó a finales de enero de que estaba considerando la posibilidad de intervenir militarmente en Libia. “Estamos considerando opciones militares y un abanico de otras posibilidades”, comentó entonces Peter Cook, y reconoció la “metástasis” del Estado Islámico, extendiéndose fuera de Siria e Irak.
La necesidad de un gobierno de unidad
La expansión del Estado Islámico en Libia es una asignatura pendiente sobre la que la comunidad internacional tiene echado el ojo y no puede tardar mucho en tomar medidas militares, pero está intentando que el gobierno de unidad empiece a funcionar.
Wolfgang Pusztai, agregado de Defensa en Libia y Túnez entre 2007 y 2012 para Austria, el ataque de este viernes contra el campamento del Estado Islámico al oeste de Libia no significa tampoco el inicio de una operación militar similar a la de Siria contra el grupo terrorista, sino más bien un ataque a un objetivo estratégico, como otros contra yihadistas en África. Cree que se trata de una “estrategia de contención que los estadounidenses continuarán”. Por ello, reconoce que puede ser el primero de más ataques de este tipo en el país.
Pusztai opina que si Estados Unidos hubiera pretendido comenzar este viernes una operación de bombardeos masivos contra el Estado Islámico en Libia, habría lanzado ataques paralelos en el territorio, como de hecho sucedió al iniciar su ofensiva en Siria. Para que esto se produzca, debe haber o bien la invitación formal del gobierno de unidad a la que aludía Ramos o bien que el Estado Islámico traspase una “línea roja en la arena”, marcada al este de Ajdabiya, que significaría mayor presencia en Bengasi, ciudad en la que ya se ha reportado su presencia a través de sus aliados yihadistas de Ansar al Sharía en algunos barrios.
“La situación actual de desgobierno, unida al embargo, bloquea la mayoría de las ayudas de la Comunidad Internacional a Libia, quedando reducidas a ayuda humanitaria”, asegura David Ramos, jefe de operaciones en Libia para la Misión de Asistencia Fronteriza de la Unión Europea (Eubam). “Para Eubam Libia es imprescindible tener un interlocutor válido y legítimo al que apoyar y con el que coordinar todas las acciones de apoyo a Libia”.
Las autoridades libias estaban informadas del ataque de este viernes, según el Pentágono. Parece cuestión de tiempo pues, que Estados Unidos y sus aliados amplíen sus ataques al Estado Islámico en Libia, un frente que el grupo terrorista mantiene a tan sólo 660 kilómetros de Italia.
*Fe de erratas: Inicialmente el artículo decía que el 14 de febrero ambos gobiernos libios habían acordado un gobierno de unidad nacional, cuando en realidad se trataba de una nueva propuesta de gobierno de unidad realizada por el llamado "comité presidencial" en el que están representantes de cada región del país.