“El apoyo militar de Rusia al régimen de Asad en su ofensiva sobre Alepo está forzando a grupos opositores apoyados por EEUU a depender más fuertemente del apoyo de Jabat al Nusra [la rama de Al Qaeda en la región] y sus aliados salafistas yihadistas en Siria”, ha advertido el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés) con base en Washington.
El Instituto, que hace un seguimiento continuado de la evolución de los frentes en Siria, asegura que el grupo considerado terrorista por Estados Unidos Ahrar al Sham “ha comenzado a consolidar su liderazgo sobre la oposición armada siria” en partes de la ciudad de Alepo, bastión de los rebeldes que desde el 1 de febrero sufre bombardeos y ataques del régimen y su aliado ruso. Son ellos quienes ahora coordinan la defensa de la localidad, según esta fuente.
Félix Arteaga, investigador principal de Seguridad y Defensa en el Real Instituto Elcano, no se muestra tan seguro de los últimos movimientos. Asegura que en los últimos diez días las fuentes de información neutrales son escasas, porque “nadie está sobre el terreno” para confirmar lo que está pasando.
Ello no exime a Estados Unidos de su ayuda indirecta a los yihadistas en tierras sirias. “Siempre ha habido una conexión entre estos grupos rebeldes y grupos como Al Nusra”, afirma Arteaga. “Esto es lo que inhibió a Estados Unidos al principio a prestar apoyo. Lo que sí se sabe es que han compartido actividades luchando tanto contra Bashar al Asad como al Estado Islámico”.
Con la ofensiva aérea que Rusia y el Ejército del régimen sirio llevan a cabo desde el pasado 1 de febrero sobre el bastión rebelde de Alepo, están cortando los suministros que llegaban a la oposición armada desde Turquía. A la vez la ayuda material que llegaba de los países del Golfo a Al Nusra -al que apoya por considerarlo más efectivo para derrotar a Asad- también tienen problemas, apunta Arteaga.
Coordinación entre rebeldes y terroristas
Ocho grupos “prominentes” acordaron obedecer al antiguo líder de Ahrar al Sham, llamado Hashim al Sheij, este lunes, asegura el ISW. Entre estos grupos hay cuatro que reciben apoyo de Estados Unidos. Matiza que esto no significa que los grupos vayan a dejar de operar por su cuenta ni que acepten “necesariamente” el extremismo religioso de Al Sheij. La “coordinación profundizada” ayudará a luchar de forma “más efectiva” contra el régimen de Asad. A la vez existe otra coalición militar más amplia que incluye a quince grupos opositores y con la que de momento no han sellado acuerdos.
Arteaga comenta que “la intuición dice que tienen que estar colaborando [los rebeldes y Al Nusra], porque cuanto más territorio rebelde conserven de cara a las negociaciones, mejor para ellos”. Este experto advierte de que la rama de Al Qaeda en la región es un grupo muy diversificado, formado por gente de Al Qaeda “de toda la vida” a grupos islamistas “cuyos objetivos no son tanto derrocar a Asad como extender su visión rigorista [del islam] por la zona”.
“Es ese entramado es el que ni siquiera Estados Unidos ha logrado identificar y separar”, reconoce. “La dificultad de controlar [es la razón por la que] Estados Unidos siempre ha ido un poco con el freno echado”.
El especialista en el mundo árabo-musulmán y codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, Jesús A. Núñez Villaverde, indicaba ya en un artículo publicado el pasado mayo bajo el título “Jugando con fuego, otra vez, en Siria” que Al Nusra no sólo colaboraba en algunos casos con el Ejército Libre Sirio (ELS, primer grupo armado que se organizó en la oposición), sino también con el Estado Islámico.
Este analista se pronunciaba así poco después de que el secretario de Estado de Defensa de Estados Unidos, Ash Carter, anunciara que su país comenzaba el entrenamiento de los combatientes de la oposición siria. Subrayó que se trataría de “individuos altamente investigados” precisamente para evitar ayudar al enemigo que buscaban combatir, el Estado Islámico.
El ISW se muestra tajante: “Estados Unidos debe actuar rápido para evitar que Ahrar al Sham convierta el liderazgo operativo de los grupos apoyados [por Washington] en una completa unificación bajo sus órdenes”, advierte el ISW. Desde el Instituto consideran que este grupo terrorista probablemente ayudará a Jabat al Nusra a crear una nueva coalición liderada conjuntamente por ambos grupos radicales islamistas, como sucede con otro grupo islamista armado llamado Jaish al Fatah en la provincia colindante de Idlib.
“Tanto Ahrar al Sham como Jaish al Fatah combaten el régimen, pero dentro de sus paraguas hay facciones islamistas que también combaten a ISIS [siglas en inglés del EI], sea por su fidelidad a Al Qaeda o porque se resisten a verse absorbidas por ISIS. Pero también combatirán a los Estados Unidos, si aparece, y a todo actor que busque una salida laicista a la guerra”, explica Arteaga.
El Instituto del Estudio para la Guerra afima que aún es posible devolver la independencia de los terroristas a los grupos opositores si les provee de “una fuente de apoyo militar alternativa para defenderse de la ofensiva del régimen que apoya Rusia” además de proporcionarles ayuda humanitaria. Arteaga, por el contrario, no cree que EEUU pueda hacer gran cosa y afirma que incluso rebeldes que han formado ellos se han pasado al Estado Islámico o Al Nusra.
Motivaciones prácticas sobre un terreno difuso
Por otra parte, el investigador español explica que esta situación en la que los distintos grupos armados se entremezclan “es lo que ayuda a Asad y a Rusia a mantener esta fricción contra el terrorismo” y escudarse en ello para continuar sus ataques. Este especialista en estrategias militares comenta las motivaciones prácticas que llevan a opositores armados a juntarse con grupos terroristas: “Ahora están demasiado revueltos sobre el terreno, los fines son muy tácticos. Mantener Alepo bajo control era un objetivo compartido, pero si se pierde, habrá que buscar [terrenos nuevos que controlar y ahí ya habrá distintos intereses]”.
Incide en que “hay mucho cambio de bandos en función de las circunstancias”, lo que dificulta supervisar la entrega de equipos. “Se le han ido dando equipos más letales a los opositores [por parte de EEUU, países del Golfo y países del este] que han producido el desgaste de las fuerzas de Asad y la intervención final de Rusia, cuando esos avances se acercaron a la zona [costera] de Latakia, donde ellos tienen su base”.
El caos sobre el terreno entre las fuerzas que combate Asad y su avance sobre Alepo han devuelto “la fe en una victoria militar” al mandatario sirio, según Arteaga. El presidente sirio ha admitido que ve “difícil” el alto el fuego que anunciaron el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, y su homólogo ruso, Sergei Lavrov, para marzo. “¿Quién hablará con una organización terrorista que rechace el alto el fuego? ¿Quién se responsabilizará?”, ha planteado.
La crítica de Núñez Villaverde hace cerca de un año cobra actualidad. Escribía entonces: “Nada asegura que el apoyo en armas, financiación e inteligencia a actores tan inquietantes no vaya a abrir una puerta a mayores problemas, si en algún momento llegan a alcanzar el objetivo de eliminar al actual régimen, potenciando sus capacidades para seguir adelante con sus respectivas agendas. Y luego nos lamentaremos”.
Pero no todo son malas noticias: los grupos que apoya Estados Unidos naturalmente también obtienen victorias contra el terrorismo; la última, la reconquista de Al Shadadi, una ciudad nororiental de Siria que estaba tomada por el Estado Islámico, el pasado viernes por parte de las Fuerzas de Siria Democrática, una coalición kurdo-árabe apoyada por Washington.
Cuando se iniciaron las negociaciones de paz de Siria con la mediación de Naciones Unidas hace unas semanas, las partes ya advirtieron de que estas conversaciones no incluían el cese de las hostilidades con los grupos terroristas Estado Islámico o Al Nusra. La cooperación -en algunos casos- de los rebeldes apoyados por Estados Unidos con milicias yihadistas prometen complicar aún más la ruta para el fin de la guerra.