Bruselas

La campaña del referéndum sobre el ‘Brexit’ ha empezado en Bruselas. Y el primer ministro británico, David Cameron, se ha comprometido a trabajar “en cuerpo y alma” para que Reino Unido no salga de la Unión Europea. El acuerdo alcanzado con sus socios europeos responde a todas sus exigencias y concede a Londres un “estatus especial” en relación al resto de estados miembros.

 

"Creo que esto es suficiente para que yo pueda recomendar que Reino Unido se quede en la UE, teniendo lo mejor de los dos mundos”, ha sostenido el primer ministro británico en una rueda de prensa eufórica al término de la cumbre. “Estaremos en las partes de Europa que nos benefician, influyendo en las decisiones que nos afectan, al volante del mayor mercado del mundo, y con la capacidad de tomar medidas que mantengan seguros a nuestros ciudadanos”, ha alegado.

 

“Y estaremos fuera de las partes de Europa que no funcionan para nosotros: fuera de las fronteras abiertas, fuera de los rescates, fuera del euro y fuera de los mecanismos en los que Reino Unido no quiere participar”, ha presumido Cameron.

Una Europa a la carta y sin entusiasmo

 

El acuerdo sobre el ‘Brexit’ garantiza que “Reino Unido se quedará de forma permanente fuera del compromiso de 'una unión cada vez más estrecha', nunca será parte de un superestado europeo”. Y que Londres nunca entrará en el euro. Además, habrá “nuevas y duras restricciones en el acceso a nuestro sistema de seguridad social para los inmigrantes de la UE", ha subrayado el primer ministro británico.

 

De regreso a Londres, Cameron presentará este paquete de concesiones a su gabinete este sábado por la mañana y recomendará la permanencia de Reino Unido en la UE. También está previsto que anuncie oficialmente la fecha del referéndum, que según se ha filtrado será el 23 de junio. Debido a la presión del ala euroescéptica de su partido, Cameron ha dado libertad a sus ministros para que hagan campaña por la salida.

En todo caso, el primer ministro británico ha dejado clara su falta de entusiasmo. No profesa ningún "amor" por Bruselas y mantiene sus "dudas" sobre el funcionamiento de la UE. "Pero sólo porque una organización sea frustrante, no significa que haya que irse sin pensar en las consecuencias", ha dicho.

 

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