Cuando la policía mexicana paró a Joel Camarena cerca de la frontera estadounidense cargado de marihuana, pensó que iba a pudrirse encerrado en la tierra de sus padres. “Uno no quiere que lo agarren en México, eso está terrible”, cuenta a EL ESPAÑOL desde Denver, Colorado, su ciudad natal. “A mi primo lo agarraron por 500 quilos allí en [Ciudad] Juárez y le dieron diez años. Entonces, cuando me pasó eso, yo dije 'voy a ser compañero de primo'”.
Camarena ya había pasado por la cárcel en Estados Unidos por traficar. Esa fue la primera vez que lo detuvieron. La segunda vez que lo atraparon, de nuevo al norte de la frontera, sus abogados lograron salvarlo de volver a prisión.
En esta ocasión, los agentes mexicanos demandaban más dinero que el que les ofrecía para permitirle seguir su camino. Finalmente, Camarena consiguió convencerlos para que se llevasen el dinero, su reloj y la droga y lo dejasen en paz. “Se portaron bien, se llevaron todo menos el carro y me dejaron una libra de mota para fumar”, bromea. El incidente, sin embargo, marcó un punto de inflexión en la vida del estadounidense. “Yo le pedí a Dios que me salvara y me salvó de esa situación y le hice una promesa de que no iba a volver al negocio y he mantenido mi promesa”, asegura.
Camarena, que vivía con un pie en EEUU y otro en México por el narcotráfico, regresó a Denver para iniciar una vida normal. En 2007, se casó con su mujer después de muchos años juntos. Y ahora que la marihuana es legal en Colorado, regenta una tienda de pipas en Denver y dirige una revista, Cronic Lifestyle Magazine (sin hache intercalada), que promueve la descriminalización del cánnabis en todo el país. “Cuando se legalizó la marihuana aquí en Colorado, tuve que aprovechar la oportunidad, porque toda mi vida ha sido lo que me gusta, es mi pasión”, afirma. “El elemento criminal se ha quitado, ya no existe el temor, el riesgo, eso ya es el pasado”.
Pese a haber nacido en suelo estadounidense, Camarena se crió en México. Vivía con sus abuelos y su tía en Puerto Palomas, Chihuahua. Pero su casa estaba tan cerca de la frontera que cruzaba todos los días para ir a la escuela en el estado de Nuevo México. Allí comenzó a trapichear bien joven. Con 13 años robaba marihuana a su tío para venderla al otro lado del borde cuando iba a clase. “Siempre ha sido el negocio de la familia, pero mi tío no quería que me acercara a eso. Pero uno de chavo y de travieso, pues ya sabe como uno es. Y como está en la frontera, pues uno crece muy rápido”, explica Camarena, que reconoce que, aunque la economía era pobre en la zona, no se vio forzado a tomar el camino del narcotráfico y fue más una decisión personal.
Tras pasar por una pandilla en Denver, Camarena empezó a profesionalizarse. Harto de la violencia y los pleitos, y con el nacimiento de su hija en 1996, decidió dejar el mundo de las bandas para dirigir una operación de tráfico de marihuana a través de la frontera. Tenía unos 20 años. “Me dediqué a traficar porque era todo lo que sabía hacer”, cuenta. Un grupo de mujeres pasaba la droga en coches. Transportaban toneladas al mes.
Luego llegó la cárcel, que no logró frenar su empeño. Y por el año 2007, tras el incidente con los policías en México, Camarena puso punto final a su vida de traficante. “Me fui derecho”, narra. “Fue una bendición, porque, después de eso, el Chapo Guzmán, del cartel de Sinaloa, invadió Chihuahua y fue cuando empezaron todas las guerras. Mucha familia y amigos murieron. Entonces, [Dios] me salvó de eso. Porque yo estoy seguro de que si no hubiera cumplido con mi promesa, yo hubiera estado envuelto en lo que pasó”.
En el año 2009, el Consejo de Salud de Colorado tomó una decisión que en la práctica legalizó los dispensarios de marihuana medicinal e inició la llamada “fiebre verde”. Tres años más tarde, los ciudadanos aprobaron la Enmienda 64, que permite el consumo y venta de marihuana con fines recreativos. En enero de 2014, la venta comercial de cánnabis en el estado comenzó.
Camarena lanzó primero su revista en 2010, que ahora planea expandir a Latinoamérica, y luego estableció un servicio de venta de marihuana a dispensarios. Después las normas cambiaron, explica, y al tener antecedentes, no pudo continuar vendiendo cánnabis. Entonces, creó su tienda de pipas. Sin embargo, regala una bolsa de marihuana con sus productos, lo que, afirma, es legal. “Para todo hay una maña, ¿no?”, ríe. “Prefiero regalarla que venderla”. Camarena tiene además un autobús para realizar visitas turísticas a invernaderos de “mota”, como llama a la planta.
El hispano defiende que la planta es una “medicina” y difunde sus propiedades a través de su revista, que tiene una circulación de 30.000 ejemplares dentro del estado. “Mi meta es informar a la sociedad de los beneficios de la marihuana y el éxito que hemos tenido aquí en Colorado”, afirma. “El mercado negro ha bajado, porque la gente prefiere ir a un dispensario de marihuana que comprarla de un desconocido o alguien de la calle”.
Colorado es uno de los cuatro estados -Oregon, Washington y Alaska- que han legalizado la marihuana tanto con fines medicinales como recreativos. Los ciudadanos de Washington DC también aprobaron la legalización, pero el Congreso de EEUU ha bloqueado la venta comercial de marihuana en el Distrito. El año en que comenzó a venderse en Colorado, la Administración recaudó más de 40 millones de dólares en impuestos sobre la planta.
De cara a las elecciones presidenciales de noviembre, Camarena afirma que su candidato de preferencia es el demócrata Bernie Sanders, quien defiende retirar la marihuana de la lista federal de drogas.
Preguntado sobre si se arrepiente de algo en su vida, Camarena responde con convicción: “No tengo ningún arrepentimiento. Las cosas pasan siempre por una razón. Las cosas malas también tienen cosas buenas que salen de ellas”, afirma.